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4 dic 2006

LUIS CARLOS MUSSÓ OBTIENE EL PREMIO JORGE CARRERA ANDRADE, 2006

El viernes 1 de diciembre y en ceremonia presidida por el alcalde Paco Moncayo, el Municipio Metropolitano de Quito concedió el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (al mejor libro de lírica publicado durante el último año) a Tiniebla de esplendor, de Luis Carlos Mussó.


Vigilia entre la luz y la oscurana

Por Fabián Darío Mosquera*

El poeta guayaquileño Luis Carlos Mussó vuelve, en su libro Tiniebla de esplendor, a la utilización de la ciudad como telón de fondo y, al mismo tiempo, como símbolo de la ausencia de sosiego y del brusco galopar de los sentidos.
Es en una "Babilonia tropical" (como la define Fernando Nieto Cadena) sembrada de tabernas y lupanares, donde Mussó se plantea la naturaleza de algunos paradigmas siempre inquietantes: la escritura entendida como llaga y oficio, la mujer como propiciadora del deleite y la derrota, la Historia como exhumación de las tradiciones griega y judeocristiana.
"Los vagones se arrastran hacia el trópico de colibríes", dice en algún momento el autor, aludiendo quizá a una travesía en busca del calor frondoso que palpita en la intimidad de estos poemas, escritos con cabal entendimiento del oficio lírico.
A través de la paradoja del título (que proviene evidentemente de "la oscura claridad" de Cornaille), la obra sugiere la imagen del ser humano como contradicción, signo en constante tránsito, estatua de ceniza que se deshace con facilidad para que el viento la forje y disipe de nuevo, marcando así el pulso de lo que llamamos vida, mostrando las "distancias habitadas" que llamamos memoria o nostalgia.
Tiniebla de esplendor es un libro maduro, contundente e incisivo, que logra lo que todo poemario debe: conciliar equilibradamente su carga semántica con una arquitectura de imágenes luminosas. Se trata de un libro que constituye una iniciativa importante, dentro de un ambiente en el que la poesía de buena factura es condenada a un ostracismo vergonzoso.
DOS
Si los pájaros agobian mis husos con negaciones de la muerte,
se fugan tus manos luminosas como dos aviones de guerra
escapando en la noche del Barón Rojo.
¿Qué santo y seña, qué signo grabado y dispuesto para su lectura,
qué zarza incendiada en lo alto del monte
orientará nuestros placeres?
OMEGA
(el anillo de Moebius)
I
De pie, ya en la cantina, escucho las campanas que repican a muerto. Sobre la mesa, cientos de papeles amarillos.
II
Abro los ojos como cenotes, en medio del invierno restringido. Indago entre versos blancos, entre el vaho de la noche angosta.
III
Sentado en la cantina. Persisten las campanas con la babel de sus badajos. Improviso: sin leer ningún papel amarillo, intuyo por quién repican a muerto.
IV
Esto soy yo.
V
¿Esto soy yo?
*Publicado en Expreso, el 10 de septiembre de 2006