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1 may 2012

DIEZ PAUTAS

por José Kozer


1. Leer toneladas de libros, leer a todos los poetas de todos los tiempos y culturas, de modo asistemático y a mansalva. Leer estimula escritura. 

2. Buscar modelos –sobran- de mala poesía para estudiarlos. Los ejemplos –no sobran- de buena poesía no se prestan al aprendizaje, se acercan demasiado a lo perfecto, donde no vemos nada. 

3. El poema, incluso el poema roto (desprendido) (desencajado) (lo cual no implica desaliño) debe atar todos sus elementos en una forja ulterior. 

4. O se organiza la propia existencia alrededor de la escritura o no se escribe.

5. El poeta debe salir a aprender de los músicos, pintores, arquitectos, pero no de otros escritores, y mucho menos de otros poetas. Un poeta vivo no tiene nada que enseñarnos, si somos poetas: por el contrario, de un pintor o de un compositor podemos aprender. 

6. Lo único que la Naturaleza puede enseñar son palabras.

7. Las ciencias disciplinan, me ofrecen un lenguaje concreto, especializado, no me son útiles en cuanto materia poética sino para reconocer estructuras vivas y revitalizadoras. Las estructuras llevan a una mejor escritura, cuando se aproximan inconscientemente al misterio de la creación. Los oficios, a diferencia de los científicos, lo entregan todo: léxico, formas, quehacer, manejo del tiempo, precisión, laboriosidad, imágenes, continuidad. 

8.  El poema se escribe desde unos movimientos telegráficos, caligráficos, mediante brochazos y pinceladas rápidas, afines a lo que el inconsciente exuda: la ortodoxia y la simetría pueden acompañar, pero la irregularidad es mejor compañera. Escribir desde un impulso original, plegándonos a la fuerza (no el esfuerzo) de los sentimientos. Saber dónde terminar un poema (es algo instintivo) dónde soltar la pluma, retirarse de golpe, dejar de teclear, y hasta mañana. Mañana, en frío, corregir el trabajo del día anterior (Hemingway, en su mejor época, escribe seis horas al día y al día siguiente se queda como mucho con una sola página, a veces con un breve párrafo).
Aspirar; expirar: escribir de sopetón; lenta corrección.

9. Hay leyes para la escritura que existen fuera del escritor. Y hay leyes por igual necesarias que existen con exclusividad para el individuo. 

10. No evocar, escribir. No pensar, escribir. No mirar, escribir. Tener fe en el arranque, en la imagen o palabras recibidas. Reconocer el primer impulso, anotarlo, dejarse llevar: el poema corre por su cuenta, sólo hay que ayudarlo a parir. 



José Kozer (La Habana, 28.03.1940)
Poeta, ensayista, traductor y profesor universitario De padres emigrantes judíos provenientes de Polonia y Checoslovaquia, nació en La Habana, Cuba, donde vivió sus primeros veinte años. De 1965 a 1997 (año de su jubilación) enseñó lengua y literatura en español en Queens College, Nueva York. Su poesía une varias tradiciones poéticas importantes, como la judía o la norteamericana; crea un mundo poético personal y a la vez preocupado por el papel del lenguaje. Ha sido ampliamente antologado y publicado en numerosos periódicos y revistas de Europa, América Latina y Estados Unidos. Recibió la Beca Cintas, la Beca Gulbenkian, y el Premio Julio Tovar de Poesía, 1974. Ha publicado Padres y otras profesiones (1972-USA) Por la libre (1973-USA) Este judío de números y letras (1975-España) Y así tomaron posesión en las ciudades (1978-España) Jarrón de las abreviaturas (1980-México, 2003-USA) La rueca de los semblantes (1980-España) Antología breve (1981-República Dominicana) Bajo este cien (1983-México) La garza sin sombras (1985-España, 2006-Argentina) El carillón de los muertos (1987-Argentina, 2006-México) Carece de causa (1988-Argentina, 2004-Argentina) De donde oscilan los seres en sus proporciones (1990-España, 2007-Chile) Et mutabile (1995-México), entre otros. Reside en Estados Unidos de América desde 1960.