Estadísticas de Acceso
Con tecnología de Blogger.

Archivo del Blog

2 sept 2008

PRESENTACIÓN
Todos los cadáveres soy yo

Jueves 11 de septiembre 19:00,
Sala Jorge Icaza,
Casa de la Cultura Ecuatoriana
BREVES APUNTES SOBRE
TODOS LOS CADÁVERES SOY YO
Wladimir Chávez[1]

Hans Børli, lírico noruego, dramaturgo y novelista, sabía muy bien lo que significaba cortar y crear, tajar y concebir. Además de artista, Børli era leñador, oficio que practicó escrupulosamente a lo largo de su vida. Aquella afición por trinchar se trasladó a la pluma. Con ella en la mano, sobre la página inmaculada, el ganador del Premio de la Crítica (1970) podía, sin ir más lejos, cavilar sobre la esencia de la poesía y vincularla con la sangre de escritores y lectores. Las palabras se volvían como un flujo en las venas, como un órgano vital.

Sangre, ataja Børli, dicen que un poema debe ser escrito con sangre. Para mí es al revés. Yo no escribo con sangre. Yo sangro palabras. Y no requiero de vendaje alguno. (La traducción es mía).

Justamente, Avecillas (Quito, 1977) encuentra esa excusa de los cuerpos inertes para hablar, a su modo particularísimo, de la esencia y vitalidad de la poesía. Y más que eso: del tiempo y el fin. El poema es terminar el muerto / destruirse con el verso que parezca ser verdad.

Con el uso de imágenes sólidas y declaraciones semi-abstractas, Avecillas se decide a encarar, radical, las connotaciones surgidas de los restos de un camposanto. Lo inevitable en nuestro ciclo natural. En sus versos encontramos lo genérico transferido, reivindicado en lo singular, aquella máxima de Borges de que un hombre son todos los hombres. Todos los cadáveres soy yo comparte esa perspectiva. Su voz poética no teme al manifestar soy la humanidad / raíz abajo y pasto arriba.

La obra llega a nosotros dividida en tres partes: Cantar de la hediondez, Virgen funeral y Esqueleto de un poema. En el viaje que implica su lectura, una visión subjetiva nos guía con sus reflexiones. Así nos llega la invitación para ponernos a la altura de los gusanos y reconocer nuestra divinidad. También para percibir lo femenino, el deseo y la palabra.

No es ésta la primera incursión literaria de Avecillas, aunque sí la que más repercusión ha causado. Poeta y dramaturgo, Avecillas debe encontrar en el texto de Todos los cadáveres soy yo su punto de ruptura. La Mención de Honor en el 49 Concurso Internacional de Poesía, Casa de las Américas, Cuba (2008), no es un galardón despreciable. Para sentar un contexto, en la generación del leñador Børli el equivalente habría sido el desaparecido premio Oktoberprisen. Y es que lo bueno de los premios literarios (sobre todo los de larga tradición) es la publicidad que generan. La invitación al lector para acercarse y descubrir una voz distinta. Y en un país como Ecuador, donde la literatura de por sí ocupa un lugar secundario, este detalle no resulta marginal.

Siendo esta obra un punto de ruptura, tenemos aquí un nuevo nacimiento de Avecillas. Ha parido, y ya el texto no es suyo. Está a disposición del público, de sus comentarios, de sus halagos y hasta de su desprecio. Como dice el poeta: Nacer de nuevo / volver a ser un estropajo entre dos senos.

Se trata ésta de una lectura recomendada, un texto que debería llamar la atención de la crítica local. Al fin y al cabo, como Hans Børli, el lírico noruego mencionado al inicio, Avecillas sabe crear y tajar, concebir y cortar.


[1] Wladimir Chávez (Quito, 1977) reside en Escandinavia desde el 2001. En Noruega ha colaborado con la universidad abierta de Buskerud-Vestfold –Telemark y las universidades de Bergen y Trondheim. En la actualidad trabaja como profesor en las escuelas politéctnicas de Østfold y Bodø.