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31 ene 2008

Porque nuestro es el exilio


Por Sonia Manzano Vela

Luis Carlos Mussó, Ángel Emilio Hidalgo, Ernesto Carrión y Fabián Darío Mosquera, poetas cuyas edades van desde los 24 años hasta apenas los 37 se apropian del territorio del “exilio” porque están plenamente convencidos de que éste les pertenece. Para convencer al lector potencial de lo que con tanto énfasis proclaman a través del categórico título de la selección antológica que en forma colectiva los contiene, esgrimen sus discursos líricos, todos ellos de calidad muy reconocible, en el por demás “desestabilizante” poemario “Porque nuestro es el exilio”.

Con la lectura que realizaremos, trazaremos apenas un esbozo muy ligero de la muestra lírica de cada uno de los cuatro autores incluidos en esta interesante selección, esbozo que deberá ser completado por cada lector de los numerosos lectores con los que de seguro contará la antología citada.

  • Propietarios del Exilio

Con el tono de las profecías de Nostradamus, preñado de un lenguaje sentencioso a través del cual los presagios son anunciados con imágenes de complejo desentrañamiento, así encontramos la valiosa y muy elaborada poesía de Luis Carlos Mussó, aclarando que el empleo del término “elaborada”, en este caso no es sinónimo de “rebuscada”, sino que con éste pretendemos designar el nivel de maduración que el poeta ha alcanzado al cabo de un proceso en el cual tuvo que ahondar en sentidos extraños con la obsesión de un alquimista empeñado en encontrar la piedra filosofal del lenguaje.

Mussó ha negado a la palabra por más de tres veces, ha proclamado su absoluta inutilidad con radical dureza con expresiones como ésta: “Para qué la palabra, si sus adefesios ya no son solamente una epístola escrita y dirigida a los habitantes de la ciudad quebradiza. Para qué la palabra si sangra para que nazca el ángel en plena cabalgata. ¿Para qué la palabra? ¿Para qué?”.

Frente a esta pregunta, el lector, necesariamente especializado también se interroga: ¿Qué clase de subversión es esa que vuelve ansioso al lenguaje; la que encuentra respuesta en la práctica creativa del autor, que apunta, principalmente, a satisfacer esa urgencia por dotar de derroteros de exclusividad al discurso, posición que lo mueve a prescindir de temáticas y lenguajes localistas, a la vez que lo centra en la propuesta de dotar de un palpable sentido de universalidad a su poética?

De ahí que si intentamos trazar un canon entre Mussó y otros autores, tendríamos que remitirnos a nombres de una universalidad tan manifiesta, como los de Rimbaud, Lautremont, Baudelaire, Pessoa, Celan, Eliot, y, en lo referente a los ecuatorianos, a Tobar, Gangotena, entre otros; canon cuyo trazado también atiende a esa eclosión caótica de elementos que es el punto de partida común a los autores mencionados, similares a esos fondeaderos pessoanos atiborrados de paquebotes, pitidos vaporinos y más referentes marinos.

Mussó opera sobre una dimensión caótica para de ella extraer materiales de opacidad escogida, con los cuales logra configurar sus “iluminaciones” o visiones de estética y desolada factura, pues con ellas duplica un “universo de orogenias” un continente de muñones goteantes en los que el instrumento verbal se autosolaza de la pericia lograda en el “Arte de Sangrar“ La sangre se confunde en la cúpula de la sangre”. En el ejemplo, a continuación, la humedad lasciva está sugerida por signos de poético refinamiento: “Ahora que un nocturno incendio va consumiendo duelo a duelo el puente tendido entre tu garganta y mi blasón endurecido a flor de humedad, se confunde la sangre con la cúpula de la sangre”.

Maurizio Medo, el prologuista de los exiliados, es decir del cuarteto de cuerdas para tango de avanzada, anota que Mussó apuesta por el ocultamiento al referirse al poema “Ajedrez”; pero curiosamente, este ocultamiento no puede ser más revelador de ese “combate de reyes” absolutamente carnal que se cumple en los 64 escaques de un tablero, poema maestro que resume un erotismo cualitativo de amplios efectos:

“Cojea nuestro aliento en este juego de reyes. Mi ariete embiste/barrena las carnes/incursiona en la memoria/se duele de ti/nos inunda pues tu saliva lo festeja y lo corona -peón por reina-

“El surco esta abierto para las tablas –nadie sabe de quién es la victoria (Peón X R++) nadie sabe de quién el jaque mate”.

Mussó, al igual que Carrión y Mosquera: ¿escribe poema en prosa o hace prosa poética? Ante esto, nosotros afirmaríamos que hace poesía en versos largos en los que el ritmo no se quiebra, sino que se mantiene como un “manglar de muslos” o como un virtual sustentáculo cadencioso sobre el cual el lenguaje acomoda su implícita musicalidad, característica esta última que salva a la prosa de ser prosaica a secas, determinándola como poesía y como nada más que poesía.

Versos configurados como versos dotados de un acento de levedad pese a la hondura conceptual que sobrellevan, son los que le pertenecen a la poesía de Ángel Emilio Hidalgo.

La figura del visionario que es capaz de avizorar en los signos últimos de su discurso los orígenes remotos o el gen primero de su poética, se hace presente en la obra de Ángel Emilio Hidalgo. Orígenes que, contrariamente a los casos Mussó, Carrión y Mosquera, no arrancan del caos, sino del vacío, que es la completa ausencia de todo, pues ausencia, y no otra cosa, es lo que emerge por líneas que confiesan: “Vi como las palabras se desvanecían/una tras otra hacía su origen”. Y en ese desvanecimiento o en esa progresiva disolución del lenguaje acaecida en tiempo retrospectivo “No había tiempo para recoger a Dios”, y de hecho, el sujeto lírico o la voz poética no lo incluye de manera explícita como tema, aunque se lo percibe como ente tácito en no pocos textos.

Los dos grandes asuntos sobre cuales gira la poesía de Hidalgo, son el Hombre y el Tiempo. El hombre es el objeto que más corroe el tiempo, pues el tiempo es el devastador “tránsito del polvo que silencioso estalla/bajo la piel del día”.

El hombre es consumido por el tiempo y el tiempo se consume a sí mismo usando como yesca propia la concurrencia natural de todo lo que tiene vida.

Pese a que el Tiempo es el cauce natural del destino de todos los hombres, el discurso de Hidalgo levanta una mano para detener el recurrir irremediable de los años, o cubre con ambas manos “el rostro impávido del tiempo” para que ese picapedrero de instantes así como lo llamó Carrera Andrade, no se espante ante su obra destructiva, para que parte de él quede “inmune al paso de las horas/al peso incontenible de la muerte”.

Una tristeza de garúa fina, que cae como harina bíblica sobre la poética honda, sobriamente cadenciosa y definitivamente estética de Hidalgo, es la que se deja apreciar en versos como éstos:

“Dime, tú que abandonas mis huellas dactilares
hacia dónde caminan las palabras”.

La Poesía habla de la Poesía en la obra de Ernesto Carrión, como una de sus obsesiones temáticas, creando así un paralenguaje cuya función es la de reflejar en sí, “como un espejo astillado bajo la luz caliente”, la imagen claroscura, huidiza, delirante de la Poesía, a la que él define como “Ese hermoso monstruo/reflejo fiel del ser humano que no construye ni destruye nada”, conceptualización contundente que se contradice con la que Carrión ha emitido sobre el poeta y su función, al que considera como un “Midas diferente [...] que sólo deja destrucción en lo que toca”, contradiccion que no devalúa al discurso, sino que lo prestigia significativamente, pues no en balde la lírica más perdurable es la que funde su esencialidad discursiva sobre el detonante impredecible del conflicto: ergo, sobre emociones contradictorias. Acordes con este personal juicio nuestro, la palabra más honda, en su más desnuda acepción, no es la que se acepta a sí misma, sino la que se traiciona todo el tiempo. El poeta Carrión no solo reconoce que la palabra es “otra forma de traición”, sino que se solaza en acuchillar, sin vergüenza, los odres vinosos en los que se concentra “la convicción de que hemos entregado al inocente a cambio de algo así como de 33 denarios”, por eso lapidariamente confiesa:

"Yo he asesinado a un hombre y esto no hay vergüenza"


Intensidad flamígera envuelta en “trapos de ceniza”, es la que insufla sus alcances, entre surrealistas y simbolistas -Bretón y Baudelaire, Mallarme y Gerardo Diego- en imágenes de fuerte literaturidad, las que con impía desnudez nos demuestran que “esta es la hora en que la muerte remoja nuestro pan en su plato de novia”.

Arte poética que agrede con singular contundencia al propio sujeto que la ha configurado mediante la escritura en la que hizo coincidir “dolor y decadencia”, una escritura que ha terminado por constituirse como “prueba contra sí mismo”, de “todo aquel que no ha sentido en la poesía mayor necesidad que la de ocultarse” o como todo Poeta:

¨hijo de puta escondida en los zarzales”

Obligado a priorizar “su herida como un rostro sobre el rostro”, como una máscara sobre su propia máscara.

Símiles y epítetos desbordantes se aprisionan en la abigarrada textualidad del más joven de los poetas que moran y mueren sin morir en el exilio que se han impuesto: Fabián Darío Mosquera, tallerista de Miguel Donoso y con obra todavía inédita.

Con los símiles, Mosquera asocia, antes que referentes semejantes, referentes de significados opuestos, y al confrontarlos, provoca incongruencias de sentido que se constituyen en el foco generador de imágenes de inédita originalidad, como ésta: “El cajón de cervezas en el patio como una cabaña de negros”.

Mosquera, al igual que Carrión, también se interesa en desentrañar los orígenes de esa enfermedad patética cuyo principal síntoma es el de llenar y llenar, con obsesión enfermiza, páginas en blanco.

Sus indagaciones lo llevan a descubrir que posee “una vocación convulsa que brota desde el eje de la médula”, la que le ordena, más que le permite, “exhumarlo todo con justicia, incluso las contradicciones”.

“Igual que un traje de novia mancillado por el vino”, simil, claro está, de Mosquera, la poética de este exiliado esta salpicada de influjos provenientes de la tradición lírica en lengua hispana: percibimos más a Quevedo, a Octavio Paz, a Xavier Villaurrutia, antes que a los poetas malditos franceses,

Los dos sonetos incluidos en la muestra de Mosquera, a los que él titula “Virgen de medianoche I y II”, no hablan solamente del apego del autor hacia una de las formas más nobles de la lírica renacentista, como lo es el soneto, sino que evidencian el notable dominio retórico - conceptual que este autor tiene en el trazado piramidal de una forma a la que el tiempo no ha podido sepultar en el olvido.

"Te abrazará como a un cabildo el hambre del corsario y sentiras de piedra o de arena los castillos, serás de luces y navajas un denario. "

Esquife de silencio, canción de arcilla, cien formas de ti mismo tejen el inventario esposa de sal, jirones de sudario.

Y abundando en esto de los influjos, hay una veta de orden creacionista pululando por ciertos textos: Hay una “golondrina” que va dejando sus muescas caligráficas en degradé progresivo a lo largo de poemas evanescentes, desvanecentes, como en éste que dice:

Ardo bajo tu nombre/ como un ebrio/ crucificado contra el alba

Y hay una precisión convincente en el manejo del micrograma, cuando expresa:

Luna
mendrugo que muerden los mendigos
con los ojos solamente.

Y ahora, después de haber tratado en forma por demás somera cada estilística particular de estos jóvenes expatriados de territorialidades conocidas, surge una pregunta a la que habíamos empezado a formular desde el inicio de este breve estudio. ¿Estamos ante una nueva generación de decapitados? si y no: Sí, porque los “piélagos ignotos” de los modernistas ecuatorianos son equiparables a esas lejanías desconocidas hacia las cuales se dirigen los discursos de los exiliados.

No, porque en esta poesía, y como una actitud común, se hace expresa la voluntad de “torcerle el cuello al cisne modernista de engañoso plumaje” lo que se homologa con esta expresión de Mussó que dice “tocarle el cuello a la flor excitante de sabores más agrios”.

Sí, porque en el banco de lecturas cuanto de los modernistas cuanto de los autores que estamos tratando, se visualiza la convergencia de obras simbolistas y parnasianas; no, porque Medardo Ángel Silva y sus adláteres tomaron a la muerte como destino mientras que para este cuarteto, poseso de una postura existencialista, “la muerte no es nada, si no existe el hombre que lo invente”.

Sí, porque hay una rigurosa pero nutrida "pedrería trizada" en el lenguaje fonético, es decir formas altamente canoras a la usanza modernista, lo que ubica a los exiliados como “alquimistas del verbo, arquitectos de agua y lapislázuli” característica que suscita versos tan impregnados de funciones lingüísticas, como éstos: “Cae de tu boca un alfabeto de jaguares y vuelvo a la peregrinación de substancias elegidas”.

¿Qué más podríamos añadir a lo que ya hemos dicho? pues, muchísimo más: la obra de estos auténticos poetas merece una exploración “in situ” detenida e inteligente. No estamos frente a un grupo más de esos que desaparecen más rápido de lo que aparecen, con membrete y todo, en la literatura ecuatoriana. Sin caer en el cálculo del elogio -porque cada elogio, por lo general, trae tras de sí la intención de caerle bien al o a los elogiados-, diríamos que estamos frente a un hito discursivo similar al que protagonizaron los decapitados o el que fue configurado por el estupendo Club 7 que lideró la “cabeza cansada de palabras“ de David Ledesma; hito que merece un análisis no sometido a la presión de la angustia que se genera cuando no se cuenta con el tiempo suficiente para hacerlo.

Concluimos diciendo que pese a las características comunes que articulan en un solo estilo generacional a las voces de los autores tratados, cada una de éstas posee una identidad estilística propia, pues, como dice Hidalgo: “el verbo es uno solo/y a él se adscriben las voces incesantes”.

Mussó, Hidalgo, Carrión y Mosquera son poseedores de timbres solísticos personales e intransferibles; el libro “Porque nuestro es el exilio” es una confirmación bella e irrefutable de ello. Mientras tanto “que siga la uña del relámpago/en el pubis de la noche”

21 ene 2008

ENSAYO
LA POESÍA DE MARIO CAMPAÑA*

por Max Alhau**

Debo, en primer lugar, referirme a Días largos y otros poemas, el primer libro que leí de Mario Campaña. Fue publicado por la editorial española Plaza y Janés y estaba compuesto de una selección de dos poemarios: ‹‹Cuadernos de Godric››, su primer libro, y ‹‹Días largos››.
‹‹Cuadernos de Godric›› ofrece al lector una poesía épica que acerca, a la vez, una realidad más o menos imaginaria y un mito: el de la peste. En estos poemas no hay ni impulsos espontáneos ni lirismo; es una escritura que se clava en el corazón de lo trágico con pudor y sin efectismos. Con el tema de la peste, tema literario, se abre y desarrolla esta avanzada hacia el centro del mundo y, como es natural, se impone la idea de la muerte, omnipresente. Ése es el tono que Mario Campaña da al libro:

‹‹La muerte por el Este llegó con el verano / Yo la contemplé desde los altos terraplenes, / envuelto en la ventisca››

Este caminar avanza a través de una ciudad, quizás Bizancio, presa de la enfermedad, de la muerte; pero en realidad, de ese modo se evoca también cualquier otra ciudad de nuestro tiempo: como los otros habitantes de la ciudad, Godric, deambulando solo, se interroga a sí mismo sobre las causas del mal:

‹‹Pero yo sé que el mal llegó entre bultos / de peregrinos y mercaderes; / vi cuando invadía gigantescos bodegones / y se esparcía voraz por los rincones del poblado.››
Desde entonces, huyendo del mal, o rechazándolo, Godric evoca el pasado como un tiempo conocedor de la piedad. Este vagabundeo, esta tentativa de escapar de la muerte no doblega la voz de Mario Campaña, una voz fuerte que no cesa de interpelar a nuestra civilización. Godric, profeta lúcido, describe el retorno a un tiempo que ya no es, que no volverá a ser:

‹‹Dirán de este tiempo que fue tenaz / como el incesante remorderse de las aguas, / que el horizonte era un ave gigantesca / enterrada su cabeza en el mar.››

La segunda parte de ‹‹Cuadernos de Godric›› consagra la andanza del héroe en la ciudad en la que se encuentra prisionero del tiempo: Mario Campaña erige entonces un cuadro de sombras:

‹‹Desprecio la inútil heroicidad propuesta por los himnos / y el negro graznar de cuervos azuzados por la muerte / escucho ecos de ahogadas marionetas.››
En esta ciudad rodeada de demonios se fusionan pasado y futuro, como si Godric deseara la abolición del tiempo:

‹‹En la noche todo vuelve a comenzar y todo termina / El tiempo pierde su identidad y su diferencia / Impone quietud al movimiento, / oscuridad donde antes resplandecía el recuerdo››.
A lo largo de esta avanzada, de este paseo entre sombras, a Godric le invade de nuevo la idea de la muerte: no obstante, un sobresalto producido en sí mismo le permite salir de las tinieblas; no derrotar a la muerte sino hacer caso omiso de ella. Este itinerario, el de Godric o cualquier otro hombre en conflicto con el mal y la peste interior que nos roe, es el trazado por Mario Campaña, visionario de una época desprovista de toda humanidad, pero portadora todavía de los mitos más antiguos.

‹‹Días largos›› conlleva el mismo sentido de la historia que los poemas precedentes. Esta vez, el deambular del poeta se desarrolla a lo largo de la costa mediterránea, ya sea en Rosas, Barcelona o Almería. El tema del mito aún se entrecruza con el de la realidad del presente: al recuerdo de Jasón y sus Argonautas se une la visión de los magrebíes: ‹‹(…) sorpresivamente descubiertos / por las luces de una aplanadora, que enterraba, / como un perro, desperdicios de turistas››. Por eso la presencia de la muerte continúa planeando sobre estos lugares: ‹‹La sórdida estridencia de la muerte / caldea los cuerpos, que no distinguen ya / lo que nace de lo que desaparece››. En ocasiones, Mario Campaña hace referencia a símbolos tales como el de la casa que amenaza ruina, y ese símbolo le permite afirmar una esperanza que se sitúa a veces en los sueños pero que reconoce en el futuro su parte desconocida y quizás salvadora. Sin embargo, el ir y venir tanto físico como moral no deja de atormentar al poeta-viajero. Sucumbe así al tormento de la palabra y sus poderes: ‹‹Lo que se dice es lo que se puede perder››, escribe, constatando la debilidad de la memoria, al mismo tiempo que lamenta la sabiduría perdida: ‹‹¿Dónde está tu sabiduría, trenzada de piel y harapos?››, se interroga en conclusión.

Este libro se confirma la voz de Mario Campaña como la de un poeta cuya expresión se orienta hacia la historia y el mito, pero que, a la luz de aquellos, se convierte en portavoz atento de nuestra civilización y sus imperfecciones. Sin recurrir para ello, jamás, ni al tono de protesta ni a la vehemencia. El lector verá su poesía como un testimonio: el de un hombre y el de un poeta.

El más reciente libro de Mario Campaña ha sido traducido del español (de Ecuador) por Michel Alvés y publicado por la editorial L’Oreille du loup. Lamentamos que el título inicial Aires de Ellicott City haya sido abandonado por el de Demeure lointaine, porque el nombre Ellicott City subrayaba la noción de misterio que impregna la totalidad del libro. En efecto, en el curso de la azarosa aventura vivida por el narrador-poeta, el enigma es siempre lo esencial, es lo que interpela al lector. ¿Cuál es ese país que el viajero recorre y que reconduce al poeta su punto inicial? Es imposible saberlo pero, de golpe, se adivina en esta poesía de tono épico en que mito y realidad se confunden, que la muerte, al menos la idea, no deja de asediar al poeta: ‹‹La muerte con sus abanicos de paja y colorete / Bate furiosamente el aire, inofensiva guerra de frontera.››. Y es asimismo un viaje iniciático lo que emprende el narrador, dividido entre su sueño y la realidad que él percibe, pensando ya en un retorno del que tiene ya la certeza: ‹‹Volveré dejando atrás / Las ciudades con sus retorcidos brazos de oro.››, escribe Mario Campaña.

La larga errancia impuesta al viajero, la travesía por un mundo de apariencia a veces fantástica son evocados en todo momento mientras el pasado vuelve a la superficie: ‹‹En esta montaña / Desaparecida, en este resplandor / Que ahora nos calcina, construí mis casas / Que fueron con el tiempo derrumbadas.››. El tiempo, en efecto, representa el punto central sobre el cual converge el pensamientno del narrador: pasado y futuro desaparecen, e incluso el sueño vuelve al sueño, ‹‹Salgo del sueño. Sueño el sueño››, y el poeta se interroga sobre su identidad y los lugares que ha recorrido. Búsqueda metafísica: así se presenta este viaje de retorno donde todo permanece sujeto a interrogación. ‹‹Persigo esta ilusión, y así me engancho.››. Así, en estas fulguraciones, en el curso de ese retorno al puerto inicial, la muerte, como al comienzo, se convierte en la realidad que se ha prometido a sí misma, en su propia muerte: ‹‹También la muerte celebra sus exequias››, declara Mario Campaña. Sin duda, es de nuestro destino que hablan estas páginas, de nuestro recorrido por países desconocidos en los que somos víctimas de fuerzas irracionales. Los viejos temores resurgen y a lo largo del recorrido por caminos laberínticos, el poeta llama a la lucidez para no perder pie, para regresar incólumes al punto de salida. ‹‹Pero nada me espanta, ahora / Que hacia atrás el sol camina / Con sus tupidos pasos breves.››. En este mundo inquietante, quizás nacido de la imaginación del viajero, Mario Campaña se arriesga y triunfa sobre las fuerzas maléficas: a la noche le sigue el reencuentro del alba, que el viajero descubre a su regreso y que le permitirá, quizás, reconciliarse con el mundo.

(Traducción de Raquel Tellosa)

*Texto leído la noche del 18 de diciembre de 2007 en la Maison de l’Amerique Latine, de París, en acto convocado por el Penn Club de esa ciudad.**Max Alhau es poeta y crítico literario de las revistas Nouvelle Revue Française (NRF) y Europe.

15 ene 2008

COMIENZA EL AÑO LITERARIO:
X CONCURSO NACIONAL DE LITERATURA M. I. MUNICIPALIDAD DE GUAYAQUIL

La Casa de la Cultura (Núcleo del Guayas) comunicó oficialmente los resultados de su convocatoria, una vez abiertas las plicas. El fallo del Jurado, integrado por Efraín Jara Idrovo, Carlos Eduardo Jaramillo y Euler Granda, concedió el premio a Luis Carlos Mussó, por su libro Evohé: espacio mítico en el que se perfilan los elementos del mundo clásico; la geografía, los dioses, héroes y formas míticas del mundo griego. Hay que subrayar la fluencia y homogeneidad del discurso lírico que mantiene un nivel de excelencia a lo largo del extenso poemario.
Obtuvo el segundo lugar el poeta Juan José Rodríguez Santamaría, por su libro Viaje a la mansedumbre: poesía del silencio, de los intersticios, del sentimiento adivinado en el murmullo como una esfuminada iluminación. Ala de mariposa de la levedad, ponderación de la transparencia. Hermoso libro de poemas. Distinto. Levitando entre el pensar y el sentir. Como una hoja danzando en la brisa. Como un haikú.

Hay congratulaciones, tanto para Casa de las Iguanas como para Cerebro de Duende, blogs camaradas de Guayaquil y Quito.

Luis Carlos Mussó (Guayaquil, 1970)
Se graduó en Letras y Comunicación. Ha publicado El libro del sosiego (1997), Y el sol no es nombrado (2000), Propagación de la noche (2000) y Tiniebla de esplendor (2006). La CCE editó su antología personal, Las formas del círculo (2008). Consta en libros colectivos y revistas de España, Latinoamérica e Israel. En cuatro oportunidades Premio Nacional de Poesía, finalista en el Premio Adonáis (Madrid, 2000). Participa en continuos encuentros de Literatura dentro y fuera de su país. Se dedica a la cátedra y colabora en publicaciones con artículos bibliográficos.

De EVOHÉ

Invocación

Casi todo se ha dicho, pronunciado, desangrado. Pero en la oscura voz de una distancia de claustro reconozco la venganza del dios despojado de su soledad.
Tú, que te acercas al poema, recuerda que te aguarda encadenado a sus palabras, resignado a que desciendas sobre él a roerle el hígado.
Nunca sabremos si allí estará ese mismo hígado –estos renglones- con el amanecer nuevo, o si todas las mudanzas habrán hecho sus trabajos.
Sabemos, en cambio, que tú estarás allí, alimentándote de sus vísceras ese día. Y al día siguiente. Y al otro. Y al otro.

La maldición

Mejor sería una palabra que hallara la manera de encontrarse grabada en la palabra. Así los dioses recordarían su tragedia de tener ecos/ de poseer el sueño/ de engañarse mutuamente con el sexo/ de ser la pesadilla de sí mismos. Pero de no poder expirar, ni alcanzar la tierna forma del cadáver.
La tragedia de nunca dormir bajo el arco de la Muerte.
De los misterios

Nunca el aliento disipado del amigo, sino el de la diosa. Nunca las algas de la Mar, las que inhalamos. Nunca el templo fastuoso, solo los cuerpos. En capullos sin crisálida crecemos y fregamos nuestros torsos, unos contra otros, hasta que la Aurora pone su pie en la cuerda floja del horizonte. Caminamos sobre el aliento/ sobre las algas/ sobre los cuerpos. Sobre la sombra de la Aurora, convertida en charco y en hilachas y en terrones.

Algo lejos de esa travestida Mar Hospitalaria, nos iniciamos en Eleusis: solo hace falta otra víspera. Absorta. Oculta. Trajinada.


Gamma

En mi sexo, un cernícalo herido que en medio de su vuelo deja escapar un llanto descarado para la fácil nostalgia. En mi cielo, un pantano de aguas temerosas y entre sus ondas, siete astros que aligeran la maleza. Veo siete veces el cadáver de la bestia aun cuando sostengo en mi mano tu quijada. Siete desfiladeros testigos de la mutilación del nombre. Y en mi cráneo, una fiesta de insectos. La crepitación de los lugares donde se alojan tus íconos. Y tus imágenes. Y tu voz.


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Juan José Rodríguez Santamaría (Ambato, 1979)
Poeta y traductor. Egresado del posgrado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Católica de Quito. Candidato a Magíster en Estudios de la Cultura, mención Literatura Hispanoamericana, por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha traducido, entre otros, a William Stanley Merwin y Mark Strand. Incluido en varias antologías de poesía ecuatoriana contemporánea e invitado a encuentros literarios nacionales e internacionales. Sus primeros poemas están reunidos en Los rastros (2006). Finalista del Premio Adonáis (Madrid, 2007).

De VIAJE A LA MANSEDUMBRE

Acta de la entrega nocturna


Se precipita el sol, tan lentamente.

Desde su fondo vuelve un mirlo hacia mi rostro,
portando el anuncio de otro mundo:
el aroma de un viejo eucalipto,
ya tan sólo visible
cuando abro los ojos y no hay profecía
más larga que la pradera oscura.


Paisaje con efigies

Está alguien que cuida de los mirlos:
no salgan de la nada- dice.

Está un río, anegado de hojas,
recién llovidas, no sé dónde.
Está un árbol que se extiende al paisaje
-arriba de la mente-
donde sólo hay caminos que conducen al mundo,
hacia fuera del mundo.

Y estoy yo, arrobado en la voz,
vacía, poderosa, de nadie.


Grabado en terracota

Digamos que es de noche.

Digamos que hay palabras de agua,
hojas lavadas por el sueño,
largas tierras abolidas por el milagro.


Lengua del vencido

Un oído que escuche mis palabras
será el vacío.
Pero tu oído no.
Tú escuchas
lo que derrota mis palabras.


Madame Sadness

Oigo el brotar de los escarabajos
-sus élitros girando
hacia la boca de la noche, girando
como por dentro de la savia oscura
del álamo.
Oigo mi nombre.

De cualquier forma
sólo oigo mi nombre.


Homagges

I. Coltrane & Monk

De oídas, Theolonius,
este silencio
abandonado a la visión
de un árbol,
al verano vertido de sus hojas.


II. Billie Holiday

Un fruto negro cuelga de la noche,
de una voz que lo sostiene
vivo.


III. Miles Davis in a Silent Way

Sobre el vuelo del mirlo fuga el mundo,
el silencio advertido
en la música, en el suave fraseo.
Si abres la ventana se oirán mutuamente
el gorjeo del mundo y un paisaje de jazz
como si todo fuera
el rostro del dolor.


Carreriana

Es oscuro un instante,
el colibrí.


Anagnórisis

el espejo recordado
I

No jugabas pelota, pero un día jugaste.
Tu frente se rompió en el patio de piedra:
sangró la noche.
Descubriste un anillo de silencio
en la pira del aire o de la música.

II

Como una venda urdida con estrellas de nieve,
la torunda iluminó tus horas.
La pelota o vestigio se perdió con el fin
del día que regresa,
de la semilla extraviada en el tiempo.


III

No vuelve el niño. Sí tu mano,
que mueve, entre palabras,
el prodigio vacío.

7 ene 2008




Por Luis Carlos Mussó







Cláudio Daniel (São Paulo, 1962). Poeta, catedrático, traductor y editor. Autor de Sutra (1992), Yumê (1999) y A sombra do leopardo (Premio “Redescoberta da Literatura Brasileira”, de la Revista CULT, 2001) y Figuras metálicas (2005). Co-editor de Zunái, Revista de Poesía y Debate. Ha emprendido importantes trabajos de divulgación (v.g. Jardim de Camaleões — A Poesia Neobarroca na América Latina, 2004) y sus preocupaciones giran alrededor de la lírica producida en lengua portuguesa, aunque no exclusivamente.

El autor, siempre de rostro afable y con ánimo de colaboración, habló con Casa de las Iguanas. Admirados por las fuerzas de este actor cultural de varias funciones, y bajo el lluvioso cielo de São Paulo a las alturas de noviembre (hace un mes), decidimos acercarnos a su múltiple labor y abordarlo para conocer algo más de la poesía brasileña.

En el caso de Cláudio Daniel, ¿cómo se congenian las labores de creación, cátedra, traducción y edición?
São várias facetas de meu trabalho literário. A poesia, para mim, é também uma forma de crítica literária (já que a criação pressupõe escolhas, recusas e conceitos), assim como a tradução é ao mesmo tempo um trabalho poético criativo e uma forma de reflexão (parafraseando, é claro, Ezra Pound). Se traduzo um poema de José Kozer, é como se estivesse estudando a sua poética, e ao mesmo tempo exercendo a prática criativa, ao buscar as soluções mais adequadas no idioma português. E todo esse trabalho, certamente, tem ressonâncias em minha atividade acadêmica: não por acaso, minha dissertação de mestrado será sobre Ana Hatherly, poeta de vanguarda portuguesa dos anos 60 que é ao mesmo tempo uma notable criadora e uma estudiosa do barroco na poesia e nas artes visuais.


Estás muy ligado a la edición de publicaciones. ¿Cuánto se involucran las revistas en la vida cultural de Brasil? Pienso en Tendências, Ptyx, Vereda y ahora en propuestas como Zunái.

Acredito que as antologias, assim como as revistas e sites de literatura, podem oferecer ao leitor disponível um pequeno panorama da produção poética de um período. Nenhuma antologia é completa, nenhuma diz a última palavra e, certamente, todas cometem equívocos. O mesmo podemos falar sobre as revistas. Das publicações editadas recentemente no Brasil, eu destacaria a Coyote, Oroboro e Et Cetera, que têm dedicado espaço generoso a poetas contemporâneos de qualidade como Ricardo Aleixo, Claudia Roquette-Pinto, Virna Teixeira e Rodrigo Garcia Lopes, entre outros. Estas revistas, e outras como a Sibila, têm publicado também muita coisa de poesia latino-americana, divulgando entre nós autores como Roberto Echavarren, Victor Sosa ou Coral Bracho. Sua distribuição em livrarias, porém, ainda é precária, e os jornais impresos dão pouco ou nenhum destaque a essas publicações, que circulam quase exclusivamente entre os próprios poetas.


Internet se ha convertido en una herramienta válida para la difusión y la gestión cultural. ¿Cómo hacer para evaluar la calidad del material antes de su publicación?
Quando Mallarmé publicou o Lance de Dados, no final do século XIX, ele estava à frente de seu tempo. A imaginação criadora do poeta francês exigia recursos que iam muito além do espaço bidimensional da página impressa (talvez por isso não tenha realizado o seu Livro impossível). Nos anos 50, a Poesia Concreta avançou um pouco mais nesse caminho, apontando outras possibilidades de criação poética, além do discurso, da sintaxe e da própria palavra escrita, pelo diálogo com as outras artes e com a mídia eletrônica. Hoje, temos uma situação inversa: a tecnologia oferece recursos quase ilimitados para a criação, mas a capacidade imaginativa intersemiótica dos poetas e escritores entrou em declínio. O que vemos nos blogues e sites é a adaptação de paisagens já conhecidas, como a coluna de jornal ou revista, para o ambiente virtual. Os contos e poemas publicados nos sites e revistas eletrônicas, inclusive, não foram elaborados a partir da linguagem e das possibilidades oferecidas pelo computador; são textos escritos para edição em livro, que aparecem primeiro na Web apenas por causa da facilidade em se publicar na Internet. Acredito que este seja um momento de transição, e que em futuro não muito remoto os poetas estarão desenvolvendo projetos mais ambiciosos, levando em conta os recursos oferecidos pelas novas tecnologias. Em todos os casos, porém, creio que os editores das revistas virtuais devem ter criterios de qualidade para a seleção de autores e textos, caso contrário, caíremos Numa espécie de “vale-tudo” que presta um grande desserviço à divulgação da literatura séria.


Sabemos de los dos polos de tu país, Rio de Janeiro y São Paulo. ¿Qué significado tienen para la literatura brasileña obras pioneras como Paulicéia Desvairada, de Mário de Andrade, o Libertinagem de Manuel Bandeira?
Eu não percebo uma divisão ou rivalidade literária entre São Paulo e Rio de Janeiro, e sim uma fronteira clara entre os poetas que praticam uma escrita construtivista, que deriva de João Cabral e da Poesia Concreta, e outros que preferem uma dicção coloquial-cotidiana, que parte de Bandeira, algum Drummond e da Poesia Marginal da década de 1970. Porém, a poesia brasileira vai muito além dessa dicotomia, e apresenta uma rica variedade de tendências estéticas, desde o minimalismo até o neobarroco, a etnopoesia e a poesia digital, entre outras. Há espaço para todos, que cada um seja sincero naquilo que realmente acredita, e pratique com seriedade a sua arte. Bandeira e Mário de Andrade são autores já clássicos de nosso Modernismo (que para os brasileiros não significa a mesma coisa que para os hispano-americanos: modernismo, para nós, é a vanguarda da década de 1920, e não o parnaso-simbolismo de Ruben Darío). São autores consagrados, porém, a meu ver, menos instigantes, hoje, que Oswald de Andrade, Raul Bopp ou Murilo Mendes, que realizaram um trabalho mais radical com a palavra poética.


¿Y cuánto peso tuvieron, en cambio, movimientos como Verde-Amarelo?
O Verde-amarelismo foi uma tendência praticada na década de 1920 por Casiano Ricardo e outros poetas que adotaram o nacionalismo como ideología política e prometo estético: um nacionalismo autoritário, xenófobo, conservador, com forte influência do Integralismo (a vertente brasileira do fascismo, liderada por Plínio Salgado, aliás poeta do grupo Verde-amarelo). Poucas obras desse grupo sobreviveram, entre elas o Martim-Cererê, de Casiano Ricardo. Hoje, é pouco mais do que uma referência histórica; não exerceu influência comparável à da Antropofagia, integrada por Oswald de Andrade, Raul Bopp e Tarsila do Amaral, que é o ponto de partida de quase toda a renovação artística brasileira, a partir da década de 1960 (por exemplo, o Teatro Oficina, o Cinema Novo, a Tropicália).


¿Funcionaron los deseos de combinar elementos de vivencias tradicionales con reivindicación social, digamos en el caso de Carlos Drummond de Andrade?
Drummond foi um grande poeta; Rosa do Povo, por exemplo, é um livro que aborda temas sociais e políticos sem perder de vista o trabalho criativo com a palavra. Porém, a obra do autor mineiro é imensa e desigual; seus dez primeiros livros são notáveis, e várias obras posteriores também, mas ele escreveu muita poesia de circunstância, de valor estético reduzido. Teve muitos imitadores, e ainda os tem hoje: autores que preferem dialogar com a parte mais fácil da obra de Drummond (já que é quase impossível escrever algo do nível de Áporo ou da Máquina do Mundo). Por outro lado, é preciso destacar que poetas de vanguarda como Augusto de Campos também abordaram temas políticos (como no poema Greve) sem fazer concessões a um discurso tradicional, linear, de pouco valor artístico. Não existe uma oposição entre consciência estética e consciência social; um bom poeta pode abordar qualquer tema com a mesma criatividade e eficiencia.


Las rupturas vanguardistas (por ejemplo, las nacidas en la Antologia Noigrandes) que privilegian la poesía visual, ¿qué repercusiones tuvieron?
Acredito que quase toda a poesia brasileira de qualidade praticada nas últimas décadas recebeu uma influência, maior ou menor, da poesia concreta: basta pensarmos em nomes como Paulo Leminski, Antônio Risério, Sebastião Uchoa Leite, Torquato Neto, Arnaldo Antunes, Horácio Costa, Josely Vianna Baptista, entre muitos outros. A poesia concreta não apenas introduziu novos procedimentos estéticos, mas também atualizou o pensamento poético, graças ao notável trabalho teórico e ensaístico de Haroldo de Campos; ampliou nosso repertorio de leituras, com as traduções pioneiras feitas pelos concretos de autores como Ezra Pound, Cummings, Maiakovsky, o Joyce do Finnegans Wake, entre outros; e ainda sinalizou o diálogo com outras mídias, como o computador, a holografía, o compact disc. O desafio para os novos poetas, em minha opinião, é saber assimilar essa herança de maneira creativa e pessoal, não epigônica; a poesia concreta é um ponto de partida, mas não debe ser um ponto de chegada.


Estás al tanto de lo que se produce en lengua portuguesa en todo el mundo. ¿Qué ofrece la poesía de y para lusoparlantes? ¿Qué hay en África, Asia, etc.?
Há muita coisa interessante sendo producida hoje em Portugal, Angola, Moçambique, Macau e em outros países e territorios onde é falada a lengua portuguesa, mas, infelizmente, essa produção é quase totalmente desconhecida no Brasil, pois não temos um intercâmbio poético com esses países, com poucas exceções. A obra completa do portugués Herberto Helder foi publicada aqui apenas neste ano, e autores essenciais como Luiza Neto Jorge, Fiama Hasse Pais Brandão e Al Berto, para citar poucos nomes, continuam inéditos no Brasil (embora sejam estudados nas universidades; a bibliografía, claro, é quase toda portuguesa, já que nosso mercado editorial deu as costas para a rica literatura de Portugal). Em Angola, eu destacaria o trabalho de Ruy Duarte de Carvalho, Arlindo Barbeitos, João Maimona, Abreu Paxe, entre outros (aliás, publiquei há pouco a antologia Ovi-Sungo, Treze Poetas de Angola, pela Lumme Editor).


¿Qué proyectos tiene para el futuro?
Escrever um novo livro de poemas, que se chamará Fera Bifronte; escrever uma monografía sobre a poesia brasileira contemporânea; concluir o meu mestrado; e encontrar tempo para ler Celan, passear com meu filho no parque, ouvir jazz e asistir a um bom filme de Pasolini ou Buñuel (ao excesso de trabalho debe corresponder algum grau de ociosidade, para não enloouquecermos).


¿Qué palabras les deja a los poetas más jóvenes?
Pesquisar sempre; desconfiar das próprias conquistas; renovar-se como o camaleão que troca de escamas; e não acreditar em tudo o que dizem os poetas mais velhos.


De Sutra

SUTRA

para Reginabhen

pálpebras de alfazema
cintilantes luas sem enigma
sob o céu anúbis-tânger-cicatriz
na seda cor de nuvem que simula o desejo
serpenteiam formas de dançarina moura
de seios tamarindo e lábios sabor anis
o seu púbis shiva kali irrompe como rosa
cítara que emudece o pensar do amante
e lhe toca o coração
no mais cálido êxtase de santos dervixes
mulher sem álgebra, sem mitologia, sem cabala
ou neurocibernética quântica
a mais-que-perfeita expressão do verbo
que resume à sua maneira schopenhauer
os manuscritos de alexandria
os fabulosos cálculos dos astrônomos
e os acordes finais e um pianista de blues
dama feita para mim e o meu desejo de outro
que em tuas mãos é um leão domesticado
e no entanto és apenas uma mulher
deitada no lado esquerdo da cama



SUTRA
párpados de alhucema
cintilantes lunas sin enigmas
bajo el cielo anubis-tánger-cicatriz
en la seda color-de-nube que simula el deseo
serpentean formas de danzarina mora
de senos tamarindo y labios sabor anís
su pubis shiva kali irrumpe como rosa
cítara que enmudece el pensar del amante
y le llega al corazón
en el más cálido éxtasis de santos derviches
mujer sin álgebra, sin mitología, sin cábala
o neurocibernética quántica
la expresión pluscuamperfecta del verbo
que resume a su manera schopenhauer
los manuscritos de alejandría
los fabulosos cálculos de los astrónomos
y los acordes finales de un pianista de blues
dama hecha para mí y mi deseo de otro
que en tus manos resulta un león domesticado
mientras eres apenas una mujer
acostada en el lado izquierdo de la cama


(Traducción de Jesús Barquet)


BOLERO

yo
no soy
un hombre
sin sombra
ni árbol, piedra
molusco
soy dios
niña y perro, ángel malo
jardín de trolls
playa desierta
soy palabra
y niervos y sangre y rostro
y manos
y una outra soledad
y mi lengua
negro cacto, sabre persa
dulce rosa
quelque voix
in long gones blues
quiere buscarte
diosa de nieve
tu blanco soplo de mármol
en ojos sin ojos
tu piel de cristal
paloma estrella y nardo
tu miedo del mar
noche serpientes invierno
tu silencio
tu reflejo
tu dolor
tu saliva
tu sexo
tu paso
sólo tu paso
de inmóvil
sombra
herida

(Poema escrito en español por el autor)


De Yumê

LI T'AI PO

en el
jardín
verde-jade
flores líquidas
fluyen, en el estanque:
— aquí es más allá
de Cualquierparte


ODA SERIAL

a Elson Fróes

I

chispas
de oro
— el habla
del león

II

begonias
del blanco
al rojo
siempreluz

III

cantovital
fluye lírico
de la yugular
a la carótida

(Traducción de Reynaldo Jiménez)


De A Sombra do Leopardo


POROS

Un silencio verde — Paul Celan

El
verde,
su piel
ácida. Tocar
los poros
del verde, florecimiento
metálico. Abrir
su voz de ala
y sombra.
Ojos, faisanes
de ceguera.
Joyas de irada
divinidad.
Las abejas y las langostas
Se aman, se odian,
caen tulipanes
en el garganta
del tiempo.
Tus manos tantean
la nervadura imprecisa
de la cicatriz
y no hay mar,
ni pan, ni página.
Te alucino
al mirarme
en el silencio
de una naranja
cuadrada.
Aquí, ya nada vegeta.
Los alacranes me ahogan
en tu lágrima
y se cierra la puerta
izquierda. Toda palabra
me hiere com su color.
Cuando cesa
el canto, callados,
nos oímos
en un corte
azul.

(Traducción de Rodolfo Häsler)

De A sombra de leopardo, 2001
Traça
(Entre fólios de ciência antiga e espectros de monjas nuas desencarnadas.)

(Olhos opiados afundam em partituras da Outra Margem.)

(Ruge um leão hipnótico.)

(Letras sangradas na pele de carneiro. Figuras metálicas em expansão.)

(Palavras criam realidades.)

(Traças cavam sendas no papel.)

(Toda leitura é uma cicatriz.)


De Figuras metálicas

EN EL OJO DE LA AGUJA

Tatuar silencios como hormigas.
Ahogar los relojes
en un párpado.
Vestir el grito con la piel
del escarabajo.
Torcer los músculos de la cara
en perplejidad.
Cruzar la vía absurda
de las uñas, desorientado,
oscuro, doblado
sobre las nalgas.
Saber que toda flor es ridícula.
E incluso así cultivar
el mineral,
el dolor,
la sorda epilepsia.
Olvidar el propio nombre
Y sobar la tierra
hasta el agotamiento.
(Fuese apenas una canción de cosecha
dirías amor y otras
palabras fáciles)
Con la risa estúpida del camello,
viajar al ojo
de la aguja, laberíntico, insano,
creyendo que toda historia es un ácido.
Después cauterizar la herida,
aceptar el reflejo,
el simulacro,
acordarse
de la semilla antes del pan
Tayata gate gate
paragate parasamgate
boddhi soha.

(Traducción de María Rosa Maldonado)