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24 oct 2008

MEMORIA DE VINO SOBRE POQUITA FE
( apuntes sobre el III Encuentro De Poesía Latinoamericana Actual)


Por: Wladimir Zambrano

Puedo ver y decir,
puedo ver y decir y sentir: algo ha cambiado

Charly García. Influencia

Poquita fe 2008 terminó el pasado 12 de octubre y todavía observo los rostros sonrientes, las filas de jarras de cerveza en El olímpico (que en realidad se llamaba El rincón del sabor), los labios y las quijadas disueltas, las partitura y sus múltiples usos en la palabra: Baño: hermanados por algo más allá del género, los días, la clasificación o la geografía. Para mi representó crear un continente alternativo al que nos ofrece el establishment (desde sus embarques del miedo en la publicidad y la política hasta la centralización de la literatura y sus ejes de difusión).La posibilidad de oírnos, de tener la osadía y tratar de entender que está haciendo el otro, ese desconocido, ese mestizo, ese loco, ese travesti, ese enfermo, ese misógino, ese distante, ese borroso, ese cercano, ese aprendiz de europeo, ese perverso, ese desquiciado, ese que ya murió, ese que ya no escribe, ese que solo es performatico, ese que ya no esta … Todo aquello que pudo ser un desierto de respiraciones estereotipadas, ahora es un cuaderno de experiencias, apuntes y poemas, escrito por múltiples acentos del día y de la noche Americana (por lo menos así fue en mi caso).

Ver más de 50 poetas de todo el continente reunidos en Santiago para una semana de fiesta poética, siempre caracterizada por su buena organización, buen público y buen vino, fue en momentos una cosa bellísima y en otros un tren al manicomio…

Los escenarios múltiples, con atmósferas tan opuestas entre sí como la Biblioteca Nacional y El bar clandestino, dieron al festival la posibilidad de multiplicarse en la ciudad, de invadirla, descubrirla, sitiarla y rehacerla por las voces... Los recitales en los que intercedió Ecuador ocurrieron en lugares muy hermosos (CASA MUSEO PABLO NERUDA - LA CHASCONA y CASA DE LA CULTURA SAN BERNARDO) con las circunstancias adecuadas y un público interesado realmente en la producción poética ¿A que me refiero con esto? A que los asistentes cumplían cosas tan elementales como apagar sus celulares durante un recital poético. Sobre todo ante las diversas propuestas en torno a la renovación de la presencias del poeta y la presencia del poema. Como lo que hizo Amelia Güschen en El bar clandestino. Mientras alguien repartía hojas con los versos:
Pensé en desvincularme del silencio
armar con cerranías los establos
ay! En tu boca las astillas del ala
con terror al vuelo

Tanto mentí
que ahora
mis memorias son arterias disueltas.,


Se presentaba con un vestido de novia decorado con las fotografías de un cerdo (que serían destruidas por una tijera que portaba histéricamente) para luego desvestirse y colocarse una cabeza hiperrealista del animal fotografiado. Asco y Belleza. Repugnancia y placer. Para mí se transformó en un oxímoron ante los ojos del público. Otra intervención memorable fue la de guatemalteco Allan Mills, cuya transcripción fonética de la jerga local, su teatralización en el cambio de voces y la explosión poético-etnográfica sobre las MARAS y el fenómeno social que estas representan en el tercer mundo, cautivo al público chileno y a todo el festival…O el homenaje a Stella Díaz Varìn, La colorina extragaláctica… O escuchar la poesía final de Gonzalo Millán, repleto de su belleza perfumada por la muerte…tantos y tantos recuerdos… Los espacios estuvieron llenos. Todo fue registrado para la elaboración de un documental. Y La recepción para los Guayaquileños fue muy buena pues se cumplió más que nada con la labor de difundir la nueva poesía porteña y su propuesta.

(lectura de los poetas guayaquileños en La chascona. Casa museo: Pablo Neruda)
Otro aspecto fundamental e importante fue la amistad. No la conversación furtiva del alcohol o el obligatorio buen día al compañero de cuarto, sino esa inmediata empatía que aparece, esa que existe de entrada como dicen algunos. Esa conversación que se continúa (aunque sea por el corto tiempo del festival) durante la embriaguez, la sobriedad y la resaca… Víctor Hugo Díaz y sus extensas conversaciones sobre las mujeres y su verdadera función. Allan y Ana, pareja de poetas más amables no he tenido el gusto de conocer. Héctor Hernández y nuestra compartida obsesión por la fiesta y la canción Influencia de Charly García (¡Gracias Héctor!).Elías y Sebastián por las mil y un maneras de arreglar la fiesta. Marcela Saldaño y las 24 horas de carreto clandestino. Oscar Saavedra y el gran escape del Restaurant a la marcha Mapuche. Un hatillo de horas, minutos y segundos…Una inolvidable Poquita Fe..

(con los poetas chilenos durante las 24 horas de carreto clandestino por mi onomástico)
Ahora estoy en Guayaquil y todos esos amigos están muy lejos. Pienso ¿Volveré a verlos algún día? No importa. Aunque el nivel del mar siempre varíe sobre las estatuas de la verdad, todos aprendimos algo de todos. Hubo cosas muy validas en Chile... Lo cierto es que debemos continuar renovando nuestras ideas, el formato del recital, la puesta en escena, la forma de hacer libros…. Lo cierto es que podríamos decir muchas cosas, hacer todos los comentarios (aunque siempre nos olvidemos de alguien) enumerar los paisajes, las palabras, las anécdotas y sus botellas de vino, pero nada de eso los traerá nuevamente sobre esta hoja…Solo se repetirá en mi…siempre… Un hatillo de horas, minutos y segundos…Una inolvidable Poquita Fe.