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30 may 2010


POEMAS INÉDITOS DE JOSÉ KOZER

Como lo prometimos, presentamos tres poemas inéditos de José Kozer, gran amigo de esta Casa. El poeta cubano -más bien, latinoamericano y nuestro- hace una panorámica entre el sueño con visos intertextuales, una reflexión muy suya sobre el tiempo y un homenaje particular. Todo esto, a continuación.

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Ríe Guadalupe, y a mí se me corre la baba:
sonrío yo.

Y me adentro en un bosque, justo el bosque
que anoche surgió en
el sueño: con dos o
tres hamadríades de
cuello y corbata,
acompañadas por un
sátiro viejísimo (oye,
los huevos le llegan
al suelo) y un par de
náyades (despistadas):
una alseide engurruñada
(amojamada) bailando
(ida) con su ida sombra,
ah, cómo recuperar el
tiempo ido, ni modo, la
flor silvestre, la pineda
y la broza han muerto.

Todo el desparpajo de los dioses, hecho de
corrupción y carroña, se
desvanece al reírse
Guadalupe.

Éste es un día feliz, sin transición: en el claro del
bosque, esta mañana, y
ajeno al sueño de anoche,
semejante al de anteanoche,
y al que viene mañana, me
encuentro una vez más con
el nogal cargado de fruto,
la mesa herrumbrosa (coja)
pájaros de varia índole, la
cesta de mimbre con las
aceitunas, bocadillos, queso
de teta, pan de flauta casero,
y el botellín de tequila puesto
a enfriar en el riachuelo.
Orfeo y compañía. Llegamos
montados en yegua mansa,
a pelo, Guadalupe y yo a la
mujeriega: me apresto a
poner la mesa, en el suelo.
Mantel de hule a rayas,
servilletas gruesas de
papel, cubiertos de plástico,
Guadalupe se fue a recoger
flores silvestres para la
mesa (y cabellos): gargantilla.
Y jarra (una lata vacía de
cerveza) (negra Modelo)
donde ejecutar hermoso
arreglo floral con helechos
grises, campánulas moradas.
Y brezo.

Eran flores variadas, flores evolucionadas, agrestes
cuan perfectas, una a una
y en orden alfabético,
impecables: aprende; y
mi mujer se echó a reír:
sonrío. ¿Lista? Y fue
grande el acopio. Sobre
las dos de la tarde
echamos un pestañazo
de tres cuartos de hora,
y al abrir los ojos, camino
de la mente, nos encontramos
con el Buda reluciente, un
centenar de ninfas y sátiros
detrás de la humareda.
Goya (más sordo que una
tapia comentando los
aquelarres de su tiempo)
qué más se puede pedir:
en el día feliz consumamos
con ecuanimidad nuestro
ardor, por el camino de
vuelta nos acompañó una
banda (rupestre) de músicos
(cabras; unicornios) voces
mudas, endurecidas voces,
compás de birimbaos,
triángulos plateados, un tres
desvencijado (un morueco
guía, la salida del bosque
cerca): completamos el
desayuno con mofongo,
panecillos hechos en casa,
el aceite, la lasca casi
transparente de jamón
serrano, pocillo, agua del
tiempo: nos separamos.
Guadalupe, emprendedora
(recordad que son las seis
de la mañana) se fue a hacer
la colada en el cuarto de
máquinas de la comunidad,
y yo al eco, unos restos,
trazas de vislumbres del
sueño acaparado por
el nacimiento del día,
el desayuno, la risa
(cauterio) de mi mujer,
se aleja con el cesto
cargado de ropa sucia,
entona (nívea) una copla
española de su lejana
juventud, reaparecen
alseides y hamadríades,
y de repente, quién lo
diría, el rey David (lloroso)
(cargado de espaldas) el
cabello revuelto, cenizas,
la estameña por Absalón.


LIBRO DE HORAS DEL SEPTUAGENARIO

De tanto y cuanto y por cuanto, tanto atareo,
hasta cuándo.

Soy un recluso chino que baldea y trapea la
casa, dos horas al día
trapicheando, mi casa
cómoda y pequeña, al
margen, cual patena.

El agua fresca, el asiento mullido, el catre
colchón duro (nada mejor
para el espinazo): el baño
tiene una lámpara de
piedra (combustible: aceite
rampante) su brillo alcanza
las esferas celestes con
todos mis antepasados,
penates, lares, atisbos
de reencarnación: cada
dios en su sitio, cada
casa exigua y recién
lavada, un dechado
se refleja en mi casa
de aquí abajo desde
el espejo del alto
espejismo de las
esferas, la habito
trasteando, fuchicando
entre escobas, escobillas,
escobillones, mis
progenitores.

El día a mi disposición.

Horario fijo, cronometrado, propio de mi naturaleza:
una naturaleza sin subterfugios
ni propensiones, nada de
recovecos: yo que fui tan dado,
madre mía, a complicarlo todo.
Cómplice de marañas, hecho a
mezclar los esquejes, fundirme
en densidades, disputar día y
noche con mi cabeza.

Desde la puerta trasera abierta de par en par, dándole
entrada a la luz del mediodía,
el calor ambiental, algunos
insectos dorados, dos o tres
sombras invariables de luz
dorada, cribada en los
harneros de Dios (impoluta,
la luz): contemplo, en fila
india, cuarto de dormir (baño)
sala, comedor, la galería que
da al vergel, al río, a los
montes donde crece la hierba
cana, reluce la amapola, voy
a sembrar girasol el mes
entrante, en qué mes estoy.

Estuve hasta las doce en punto atareado, no he
sentido la menor agitación,
fregoteé inmiscuido la casa,
saqué brillo a los cubiertos,
cambié las sábanas, mañana
a primera hora (silbo) (canto
para mis adentros) (flauta de
bambú) (violín chino: erjú)
toca hacer la colada.

El resto del día colinda mi cabeza con enseres
intelectuales, música
isabelina, el proyecto
en marcha de leer los
Episodios nacionales,
toda la obra de Dickens,
el libro azul del filósofo
o fisólofo o filoso
pensador alemán.

No quepo apenas en mí de quietud: sentado.

A veces suena un timbre. A veces tocan a la puerta.
A veces un curioso
curiosea con la nariz
metida en la ventana.
Y a veces un insecto
dorado, lapislázuli o
azabache reencarna
delante de mis narices.
Es hembra parejera,
de carnes duras, ojos
zarcos (no abundan
en la China ni en
Cipango) ahora tengo
asegurados por un par
de años el toqueteo,
fogajes y templaderas,
el émbolo en acción,
limpiar el puerco,
platónica la conversación
a altas horas de la
madrugada mientras
dura (siempre me parece
sagrado) el insomnio.


HOMENAJE A SOLEIDA RÍOS

De baquelita su pellejo. Caballo pardo. Bata de dril,
turbante rojo. Collar
de caracoles de los
playazos de Oriente.
Sandalias de corcho.
Un pavo real en la
mirada. Benjuí su
aliento. El aliento de
la desalentada. Alada
y desangelada a sus
sesenta años. Cómo
le tiembla la quijada.
Tragar seco, tragar
duro. El tazón de
arroz moreno, las
tiras de viandas,
agua a pelo, algún
refresco color
gasolina, de postre
una cucharada de
azúcar prieta, unas
gotas de limón en la
mermelada de canistel.
El caballo regresa solo
al establo, color carmelita
la sierra, el soto a la vista,
el jardín de la entrada se
llenó de tila y de pamplinas.
Cañadas, y un desfiladero
que por seguro conduce a
la gran ciudad (celestial):
un lugar que llaman Sierra
de los Órganos, Jardines
de la Reina. Memorizar
palabras. Las de casa
(allá) las del libro (cerca)
las que subrepticias saltan
impertérritas de la Nada, la
penetran (está preñada). Su
pijama colorado para el alba,
todas las albas, hasta la
altura donde Dios, etc.
Amor blanco primero, el
hijo del boticario, hasta el
fondo, en la bodega, en la
rebotica, las antesalas: entre
guásimas y flamboyanes, a
lo lejos. Y luego salir a buscar
fantasmas.

Los secaderos de café, baya colorada.

Tributos a la mejorana, las infusiones, la mano rugosa
de la madre, por pasarelas
regresa de los promontorios
(muerta) hora de servir té de
hierbas, sacar los pañuelos
rojos, canturrear para adentro
que los dioses están inquietos:
pregunta con el canto de la
mano en alto si prefieren miel,
limón, raspado de la panela
de azúcar prieta, la emoción
de ver entrar la parentela,
oquedad oquedad: y a un
gran amigo venidero, ya
asoma (el nombre) Ángel
Escobar.

Se tiró.
Del pellejo azabache.
La camisa blanca se le abrió de pelo en pecho a media
altura.

Golpeó seco, coco rajado, sesos colorados, policromados,
órale. Está comprobado: la
mucha escritura enrojece
las grises cavernas, sombra
azul de las circunvoluciones
mentales, ángel a las simas,
senos, pozas, limpiar y limar
luego a manguerazos la
calle, barrer lo seco, mundo
descocotado, todo lo mata.

No descree Soleida Ríos, sólo que. Invoca, aunque sepa
que. Le gustaría usurpar
la naturaleza del árbol a
la vista (laurel) el ave
(tomeguín: chica, fíjate
bien que es un choncholí):
subir con Jacob la escala
hasta el pico del aura,
despeñarse, descenso
seguro en andas, cargada
por sus dioses.

La flor de pedo es negra, negra la rosa mosqueta, de
blanco visten las auras
tiñosas, las niñas negras
mequetrefes, de lazo
amarillo, enclenques: el
pintiparado moño relumbra,
todo el mundo con el tiempo
lo imita. Las niñas vistieron
de blanco a las tiñosas.

Ésta es la mujer (sesentona) del agujero elíptico lustrando
día y noche (para calzarlo,
ajustado) el zapato izquierdo
del amigo muerto: ya entra,
ya tiempo con universo se
ajustan a la medida del pie.
¿Y el derecho? Eso será
otra muerte, sin golpe seco,
más aguada para cantar,
menos vertical.

27 may 2010

Fernando Balseca
_______________________________

El vacío dicho


Al leer –respirar, sería mejor, porque estos poemas nos agitan– Fundación de la niebla se comprueba que la palabra del poeta, en medio de los desmanes de las ideologías del siglo XXI, aún mantiene una inmensa capacidad para provocar estremecimientos interiores porque sus verdades, abrigadas en el cuidado por la expresión, ponen de manifiesto que lo que circula como discursos de poder en nuestras sociedades, al final, valdrá poco. La poesía apela a otra fortaleza, a la de uno solo. Ernesto Carrión nos demuestra que consumimos poemas para consumirnos, para quedarnos, momentáneamente, no sólo sin respuestas sino ni siquiera con preguntas, porque la constatación del lugar pantanoso en que moramos nos deja poco para hablar.
La magia de estas líneas atesoradas, depuradas, decantadas y medidas radica en que la voz poética no es sustentada desde ningún discurso de saber; antes bien, la poesía se sostiene por sí misma, por la cadencia de la frase, por la profundidad del tema, por la potencia de las imágenes que desatan asociaciones inusuales en nuestra mente. Su autoridad es la de no-saber, y por eso mismo se anima a exploraciones hondas y de provecho para el hombre. La voz de Carrión se incrusta en nuestras cabezas –pronto aprenderemos que la testa está desprendida de nuestros deseos– para conmocionarnos en nuestra soledad. La poesía es mejor cuando nos enrostra la soledad, no únicamente como la vía necesaria para el acto de lectura sino, fundamentalmente, como un estado de ánimo que nos resguarda de la agresividad de estos tiempos tan bulliciosos y contaminados de palabrería.
Es tan sutil el manejo de la palabra que, en última instancia, Fundación de la niebla apuesta por el no-libro, en la medida en que va desmoronando esa antigua relación por la cual la poesía complace al lector con alegrías y trinos. Aquí el lector es invitado a deshacerse, a irse junto con las líneas finales de cada texto, a viajar a otra parte en la perspectiva de tomar distancia de sí, de uno mismo, de desdoblarse para verse mejor en las palabras atinadas de otro. La maestría de Carrión nos golpea con conceptos-sensaciones que nos desarman y nos inutilizan pero, a la vez, consiguen removernos del lugar mental en que estábamos para emprender la conquista de nuevas comprensiones en contra de las creencias establecidas. Estamos ante unos textos poéticos que rezuman pensamiento y que nos proporcionan un placer notable para saborear el peso y la trascendencia de la palabra poética.
Esta poesía quedará en la tradición de nuestras letras hispanoamericanas. En una época en que esperamos –acaso inútilmente– que cambie drásticamente la sociedad exterior, la niebla que envuelve el acto de existir y de escribir nos construye un velo necesario: es a través de la falta de luz que vemos de mejor manera el universo que nos rodea, parecería decir esta paradójica poética de Carrión, en la que el motivo del acto de la escritura también interesa porque escribir es asumir una definición de vida –una función en la vida–, pues se trata de cincelar las palabras que quedarán resonando para otros a lo largo de las eras por venir.
Fundación de la niebla es un libro necesario para recordarnos nuestras divisiones internas, nuestras roturas, las voces que nos habitan y que nos descontrolan, pero sobre todo para sentir que la condición humana es algo que día a día, en el acto de asumir la palabra, se va concretando en medio de dubitaciones, pasiones e instantes de sosiego. La poesía serena y directa –sin rodeos– de Ernesto Carrión nos trae el mensaje de nuestra singularidad en la diversidad de los escenarios por los que transitamos, en los que impera la sensación de oquedad, orfandad y finitud. La poesía es autosuficiente: es inicio y fin de algo, es fundante, es constituyente de humanidad. La de Carrión nos prepara para la vida plena de sentido. Y también para afrontar la nada en que existimos. Pero, al nombrar el vacío, nos da ánimo para ahuyentarlo por un momento. ●

24 may 2010

17 may 2010



RETORCER EL CUELLO DE LA GRAMÁTICA
(Avatares de un movimiento literario de los años 80)

Por: Tamara Kamenszain

Me suelen preguntar si me sigo considerando neobarroca. Y la salida, por estos días, de una nueva edición de Medusario (Mansalva), aquella mítica muestra de poesía latinoamericana que consolidó en los años 90 un movimiento dl que ya se hablaba mucho pero del que poco se sabía, vuelve a poner sobre el tapete de las pertenencias.

Ser neobarroco en los años 80 era estar, por un lado, contra los contenidismos imperantes, deudores de la ingenuidad del realismo socialista de los 50. Pero por otro, también era un modo de posicionarse en contra de aquella tendencia a la abstracción “metafísica” que se había enquistado por esos años de la poesía argentina.

Para una generación que abrevó de las vanguardias pero que ya estaba buscando desmarcarse del peso de lo programático, ser neobarroco significa acceder a una oportunidad nueva; la de salir a retorcer el cuello de la gramática con el fin de cerrarle el paso a los mensajes didácticos. Pero también significaba animarse a inyectarle un poco de color latinoamericano -por la vía regia que habían trazado, entre otros, los cubanos José Lezama Lima y Severo Sarduy- a nuestra pasteurizada y/o afrancesada poesía local. Néstor Perlongher pergeñó otra expresión para definir lo que nos ocupaba: neobarroso. Fue un intento por manchar de barro –pero sobre todo de barrio- un concepto que se empezaba a estereotipar tornándose cada vez más funcional a la crítica.

Ahora, después de tantas “remuertas palabras” –lo dice Oliverio Girondo en “Cansancio”, el poema que cierra En la Masmédula, su libro final-, talvez yo me afiliaría a un movimiento que bien podría llamarse neobarroso.

A ver si sobre los abstractos caminos del decir y los pesados contenidos de lo dicho, o mejor, entre lo oscuro y lo transparente, o, simplificando la cosa todavía más, entre la forma y el contenido, queda solo el entre, y puedo volver a enroscar ahí la medusa de mis sueños juveniles.

Tamara Kamenszain. (Buenos Aires, 1947) Estudió entre 1965 y 1971 filosofía, aunque abandonó tal carrera a muy poco de concluir. Secretaria de redacción de la revista 2001, y luego redactora de La Opinión y colaboradora de Clarín. Premio de apoyo a la producción poética del fondo nacional de las artes de Argentina por De este lado del Mediterráneo (1973). Pasó un año en Nueva York, publicó Los nȏ y coordinó talleres en la UBA, el Fondo Nacional de las Artes de México y la Secretaría Argentina de Cultura. Se radica en México. Entre sus títulos (en ensayo y en creación lírica) constan El texto silencioso. Tradición y vanguardia en la poesía sudamericana, La casa grande, Vida de living, La edad de la poesía, Tango bar, El Ghetto, Solos y Solas. Ha obtenido la beca Guggenheim, en el género creación literaria. Tamara nos ha acercado a este texto, que aparece en eñe.

10 may 2010



WILSON BUENO,
O LAS PROFUNDIDADES DE LA POESÍA EN NUESTRO CONTINENTE

Por Luis Carlos Mussó

Wilson Bueno, considerado uno de los más importantes escritores brasileños contemporáneos, es autor, entre otras obras, de Bolero’s Bar (Criar Edições, 1987/Travessa dos editores, 2007;) de Manual de Zoofilia (Noa Noa, 1991); de la novela Mar Paraguayo (Iluminuras, 1992), también publicada en Chile, Argentina, Cuba, México, EUA y Canadá; de Cristal (Siciliano, 1995); del libro de tankas Pequeno Tratado de Brinquedos (Iluminuras, 1996); de la novela Meu Tio Roseno, a Cavalo (Editora 34, 2000); de Amar-te a ti nem sei se com carícias (Planeta, 2004); do fabulário Cachorros do Céu (Planeta, 2005) y A copista de Kafka (Planeta, 2007), Premio APCA 2008, y consta entre los 5 finalistas del Prêmio São Paulo de Literatura 2008. Wilson Bueno fue también editor, por ocho anos, del suplemento de pensamiento Nicolau, innúmeras veces premiado, inclusive con el título de “Melhor Jornal Cultural do Brasil”, por la Associação Paulista dos Críticos de Arte, en 1987. Colaborador regular de muchos espacios virtuales y revistas.

¿Cuál es la diferencia entre el eros y el thánatos que se puede leer en Mar paraguayo?
Creio que todo “Mar Paraguayo” é marcado por esta sanha e esta sina: a do embate, a do confronto que, a rigor, contamina o cotidiano de toda e qualquer existência humana. Não há diferenças aí entre o gozo da epifania e o gozo perverso, thanático, de las malas cosas, como vocês dizem, com grande precisão em espanhol. Em português temos um vocábulo que não é muito preciso nesse sentido mas se diz das malas cosas que são “aziagas”. Há qualquer coisa de premonição para la mala suerte quando dizemos “coisas aziagas”. É o risco sempre sinistro de estar vivo, de todos os medos e de todos os erros.
Em “Mar...”, além de tudo o que pretendi expressar, e pretendi muita coisa, ainda que de pretensões o inferno esteja cheio, também há um viés, digamos, “político”, estrito senso, em que “eros” é o novo, a alegria, a pulsão, a “democracia” e “thanatos”, o velho, o carcomido, o ultrapassado, o conservador, as “ditaduras” – de esquerda ou de direita, por suposto, não importa.
Não podemos esquecer que “Mar Paraguayo” é uma acabada metáfora das ditaduras-bananas de nuestra América. Eu escrevi a novela-poema-caudal, como a classificam os “doutores” de Berkeley, movido pela alegria do fim da ditadura de Alfredo Stroessner, no Paraguay. E ele estava justamente asilado, àquela época, em Guaratuba, cena e cenário do relato.

El infierno de las relaciones se exalta en tu poema. ¿Se puede -o debe- leer como un texto narrativo?
Sem dúvida. “Mar Paraguayo” acho que se inscreve também na categoria das “autonomias”, um anti-gênero por excelência, já por tentar dissolver ali todos os gêneros. É um romance? É uma novela? É um poema? É uma narrativa noir? É tudo isso e não é nada disso. Mas há, ainda que propositalmente tênue, um fio narrativo – quase policialesco e/ou policial, eu diria. E aí então temos que considerá-lo, sem dúvida, um texto eminentemente narrativo... Você tem toda razão: a infernal incomunicabilidade humana ali está onipresente, inclusive com a ausência de diálogos, tais como os concebemos em literatura, já para acentuar esse isolamento e a luta sem tréguas das relações ditas “humanas”...

Desde Bolero`s bar y Manual de zoofilia, qué indagaciones poéticas has recorrido?
Todas. A minha vida literária é só uma indagação em busca da “essência”, da alma profunda da velha ars litteraria. Estou sempre buscando. Com o romance (?) “Amar-te a ti nem sei se com carícias” (Planeta, 2004) a busca desesperada das cruezas e grandezas do século 19 brasileiro. Do português retórico dos oitocentos à beleza do idioma quase em seu nascedouro, como “inscrição” literária no Brasil....
“Meu Tio Roseno, A Cavalo”, uma fábula tropeira e fronteriça, mesclada do mais puro português com o mais puro guarani fronteriço. Sete céus e seis entre-céus a cavalo – do sopé da cordilheira do Amambay, no Paraguay, este meu tio, até as barrancas do rio Paranapanema, na divisa, ao norte, do Paraná com São Paulo. O personagem vai mudando de nome – dali até o final, sempre dentro de um contexto, claro. É Roseniño, quando lembra a infância; é Rosemundo quando pensa todos os seus périplos; é Rosenão quando nega e nega e nega – até a última instância. E assim por diante, este meu tio, a cavalo da poesia...
Com “Jardim Zoológico” (Iluminuras) e “Cachorros do Céu” (Planeta), os outros dois volumes que completam, com “Manual...” minha zôo-trilogia, o primeiro, “Jardim...”, bichos virtuais, filosóficos e filosofantes; o segundo, “Cachorros..”, anti-fábulas politicamente incorretas a gozar o Dr. La Fontaine e outros “doutores” moralistas ou moralizantes...
Em “Canoa Canoa” (edição bilíngüe – português-espanhol, Babel Editorial, Argentina),com honroso prólogo de Roberto Echavarren, é apenas o destino de uma canoa que se chama Canoa e que, numa tempestade, perdeu seu canoeiro. Ela é que, de rio em rio, narra a história dessa busca Dele. O canoeiro é sempre “Ele”, uma metáfora de Deus, do Amor, de todas as utopias... Os rios, as matas, a flores, as vertigens, as guerras. Um livro conradiano por excelência... Eu sou um apaixonado por Joseph Conrad.
Em “A Copista de Kafka” (Planeta), meu livro mais recente, um romance-montagem, com textos que, alternados aos diários (inventados) de Felice Bauer, a noiva eterna de Kafka, vão sendo compostos por uma prosa que se pretende, e talvez seja, kafkiana em vários sentidos... No livro, a certeza, pelos diários de Felice ali inscritos, de que são contos, aforismos, narrativas longas, todos salvados do incêndio, posto que ela se negou a queimá-los, como pretendia Kafka, mas que não estavam em poder de Max Brod, e sim, somente dela, para que os datilografasse como aliás fez, historicamente, com todos os “verdadeiros” manuscritos de Franz Kafka.

Dices: "El infierno es concreto como una pedra ante el sol". ¿Qué buscas al escribir? ¿Cómo te enfrentas al lector?
Ao escrever busco, com uma pretensão que Tolstoi abdicou ao final da vida, posto que o gênio russo considerava uma afronta a Deus, e que eu, medidas as proporções, continuo insistindo – o de recriar a “alma” humana. Reescrevê-la. Fazer do leitor o meu maior cúmplice face à perplexidade de estar vivo. Acho a vida infinitamente mais misteriosa que a morte. O leitor, ou o hipotético leitor, pois todo texto é uma garrafa ao mar, será sempre aquele que me ajudará a me salvar de mim mesmo.

La soledad parece patrimonio de los seres humanos, y tú lo expresas: "Mi temor de vivir no es como se fuera sola la soledad". ¿Cómo se plasma la soledad, cómo se la escribe?
Acho que escrevemos por duas razões básicas: porque sabemos que vamos morrer e porque da solidão viemos, à solidão estamos inexoravelmente condenados posto que ninguém se move de si, e à solidão retornaremos – em definitivo e irrecorrivelmente... Todos os meus textos aspiram a gritar isso, que estamos absolutamente sozinhos, que ninguém há de nos livrar dessa condição... Gosto muito da epígrafe de “A Copista de Kafka”, que é de Kawabata – “Nascer neste mundo significa ser abandonado por Deus”... Kafka é a melhor expressão disso, de alguém que se abriga na literatura, na sua toca, porque sem escrever há de perecer à míngua... Kafka não é bem um escritor, como todos nós é uma alma penada...

La trenza de lenguas, portugués, español y guaraní, ha convocado múltiples lecturas, y se conecta con otras propuestas en que varios idiomas coinciden en un poema. ¿Cómo propones ese espacio en tu poesía?
A mescla português, espanhol e guarani, que eu a repriso numa reunião de cinco novelas inéditas – “Novêlas Marafas”, nos arquivos da Planeta para ser um publicado, um dia, e que eu tenho a desavergonhada pretensão de que seja a minha “Sagarana” (as novelas de Guimarães Rosa) portunhólica, realizo de novo este mix que sempre resulta, como bem assinala Néstor Perlongher no prólogo ( histórico, aliás...) de “Mar Paraguayo”, numa desenfreada poeticidade. Mas não nos esqueçamos que este embate será sempre também tragicamente cômico...
Eu gosto desta errância, em vários e amplos sentidos, de erro, de vagar, de busca, de contestação da Norma, que o portunhol nos propõe. Tanto posso escrever “lluva”, como “Tchuva”, como “Chuvia” ou como “Chuva” mesmo ou “lluvia” mesmo... O portunhol é uma “língua” sem nome e sem Deus... E existe, é falada na fronteira do Paraná com o Paraguay e com a Argentina, por exemplo...
A canadense Erin Moure está traduzindo o “Mar..” para o Francenglish, é um velho projeto desta admirável poeta de Quebec... É uma coisa curiosíssima....O guarani, como não tinha equivalência, ela o substituiu pelo Mohwac, uma língua também de resistência, pré-colombiana, dos esquimós canadenses... O Francenglish é muito falado na região dela, no Québec... E eu que pensei haver escrito uma novela “intraduzível”... Entre os hispânicos, ao menos, ela é efetivamente intraduzível... Publicada que já foi em Cuba, no México, no Chile, no Paraguay, na Argentina... E quando o será em nosso Equador de tantas histórias? É só publicar. Não precisa, repito, traduzir...

Echavarren ha visto ese espacio como el de la utopía "donde se realizan los deseos sin que se cumplan". ¿Algo que comentar?
Ademais de um grande poeta, Roberto Echavarren é seguramente um dos maiores ensaístas, em minha opinião, da América Latina. Erudito, sagaz, brilhante sempre. Sim, creio que ele tem toda a razão com essa “leitura” que faz do “Mar...” Um espaço onde cabem todas as utopias, para sermos ainda mais radicais e possivelmente ainda mais sucintos... Há o sonho, todos os sonhos, mas junto com eles todas as amargas frustrações.... É como a frustrante expectativa de que sejamos o primeiro imortal sobre a Terra de que fala Jorge Luís Borges...

La sonoridad es evidente en tus poemas. ¿Hasta dónde ahondar en esta línea que llama a estar atentos a los sentidos?
Tenho sagrado horror à prosa “arrumada” e pronta dos romanções traduzidos ( ou mal traduzidos...)... Busco o que a prosa possa oferecer de mais essencialmente poético, sua tessitura de teia de aranha... Há um largo trecho no “Mar...” em que imito até de modo iconográfico, uma teia de aranha, usando e abusando das palavras em guarani onde são abundantes os tils sobre os “n”, os ponto-e- vírgulas, as vírgulas, as reticências, os dois pontos, telaraña... Ficaram duas ou três páginas do livro que lembram a ñanduti, a célebre renda paraguaya, das rendeiras do Paraguay... A tipografia “desenhando” uma renda, a prosa feito uma toalha rendada...

Los acercamientos entre la poesía de los países de habla española con la poesía de Brasil son evidentes en los últimos tiempos. ¿Cómo ves tales contactos, y qué futuro avizoras dicha relación?
Estamos cada vez menos isolados uns dos outros, o que é maravilhoso. O “Mar...”, não nos esqueçamos, foi publicado antes do surgimento da internet, num desejo já, de primeira, de aproximar as línguas e almas do continente... Com a internet, estas trocas se tornaram mais ágeis, interagimos mais, sofremos mais juntos e de modo instantâneo, bem mais do que antigamente... A internet operou o que décadas de intercâmbios culturais tentaram e não conseguiram... Sou do tempo em que uma carta destinada a Buenos Aires levava um mês para chegar e outro mês para que eu recebesse a resposta... Hoje, falo todos os dias com poetas de todo o mundo... Até da Croácia onde estão traduzindo-me e estudando, em Zagreb, as minhas zoolatrias...

¿Qué proyectos emprendes en estos momentos?
Devo estar com um novo romance até o início do segundo semestre, pela Planeta, em todas as livrarias brasileiras. Um livro que ainda não consegui entender inteiramente. Mas possivelmente o que muita gente já está considerando o melhor que escrevi até aqui, ou, ao menos, o mais sofridamente sincero. É uma prosa confessional, dolorosa, tristíssima, noir, inclassificável.... Alguma coisa entre Céline, o Bergman de “Gritos e Sussurros” e o Carlos Saura de “Cria Cuervos”.... Lembra? “Junto a mi ventana habia el sol/ por que te vas?/ por que te vas?...” Uma carta ao meu único irmão, que morreu solteiro. Não tenho mãe, pai, sobrinhos... Nem tios, nem maternos nem paternos... A minha família o vento levou... Revelo aqui, pela primeira vez publicamente, o nome do livro – “Mano, a Noite Está Velha”.

* Foto cortesía de Daniel Snege

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BRINKS
( fragmento de la novela “Mar Paraguayo”, 1992)

Brinks: solo por ti mi pecho arfante se pone estremecido, só por ti y su cola móbile y tiquitita, cauda argolada y casi sempre feliz. Brinks’i. En nesto momento que las copas urden el invierno del balneário de Guaratuba, e todo se pone de frio detrás de las cubiertas, sobretodo el Viejo que en júnio se va a morir e por esto se pone a entornar a lo vino e a temblar, a temblar, como se entornara la muerto de uno solo golpe y gole – mortal. En estos momentos es que me aperta acá en el lado esquerdo una lúgubre canción hecha de remorso, lo podrido veneno de la saudade y me pega, por todo el cuerpo, unas ganas de matar ô de morir. Quiçás, quiçás, quiçás. Chororó, guarará, chororó.
Brinks’imi: si, si, es contigo que hablo, juguete-de-pelos y atado a mi colo, de tal forma acojido, como se hubiera nascido exclusivamente para esso, su linguita destra, que tan marafas a veces, hein, Brinks, que dices, que dices tu?, paraguayta cumple, como en las correspondências que, ahora, há mucho tiempo, no lo sê que es recibir. La marafona no tiene quien la escriba. Brinks’i. Brinks’imi.
Oh, Brinks’michî, Brinks’michî, es tan frio en nesta playa en la que caminas comigo, amiguito simples, testigo de tantos años já, vos que se vá entrado em edad, porque viejo es solo uno, aquel, no, no, Brinks?, no, Brinks’i? No, Brinks’michî?, cosita titiquinita y fofa, focinhito de aguja, ollitos de botón y vidro, mi más pequeno serzito que se mueve, ah, como se mueve, en la arena de esta calle úmeda. Carajo. Brinks!, de esto modo, de aqui para lá, por debajo de mis piernas, ah, Brinks’i. me enovelas com sus corrientes e más um poco estarê en el solo. Y se me quiebra un huesso? Y se san ossossosporossos? Pero tu inquietud, para un perro de casi diecisiete años ( haverá mais longevos asi que las tortugas ô los dinossauros?), ah, Brinks’i, es assombrosa, e solo esto me pone de nuevo de risas contra la vida.
No: tengo Brinks, Brink’si, Brinks’imi, Brinks’michî. Oh, nada te hablo, juguete amoroso y maternal de mi vida marafa, nada te hablo, querido, de como es frio en el balneário de Guaratuba sob el fog de júnio y el mar se pone como de vidro toldado por las lluvias. Brinks’i. Brinks’michî.
El muchacho no há más, solo el viejo persiste con su caceta amputada por el tiempo y que todavia prossigue coçando, solo esto maldito viejo que carrego en las costas hecho una prisionera en el campo de concentración. Brinks! Y já me olvido de que vivas asi dicisietes tan persistentes, já me olvida todo y empezo a llorar.
La misma venda de la equina em frente, Brinks, su fachada y la señora pálida que me vende una copa de conhaque, en los duros ojos de víbero el asco – el temor ô mismo la admiración que provoco en los nativos desde degredado pedaço de mar em Guaratuba del Paraná,l a cada que saigo – bruja ô guru. (...)
Perdoname, Brinks, estos exclamados sonambulismos del corazón. Si, Brinks’i, Brinks’michî, nadie puede hacer algo de bueno ô de sueño por quien, igual que yo, que en neste instante, tengo comigo que todas las salidas estan cerradas. Brinks’michî. Brinks’michîmi. Yo e tu caminando que vamos , los dos, lado a lado, quién lo más preso en las corrientes del bajo-vientre? Quién más viejo que la tortuga?
Oh, Brinks’i, yo e tu caminando que vamos por la estradita que va a dar en la playa del Prosdocimo. No, no adianta que yo cuspa en la pobre señora del bar, noi adianta eganá-la ni rasgar-lhe la piel de su cara com is uñas marafas tan de pantera, una cosa es la solución: marchar y marchar para adonde nos lleve el viento.
Que súcia arena donde jugas y sonoro mijas com una felicidad infantil e llena de risa! Brinks’michî. Brinks’michîmi.
Pero yo, quien soy yo?, sigo confusa, por el conhaque y la vida, la saudade del niño del verano en deciembre entranhada a mi assim igual que uno feto arrancado vivo a la profissión humana, solo tu me entendes, solo tu, mi tiquitito Brinks, ojitos enternecidos de jabuticaba, orejitas vigilantes del silêncio, colita móbile. Brinks’michîmira’ymi.
Brinks’michîmira’ymi, alegrando de yo, oh inocência flagíl, emitindo en lo mercado de peces unos ladridos tan flacos, Brinks, tan flaquitos y tiquititos como tu, Brinks’michimira’ymi, talquito Buldog, pirezito de leche donde afundam biscoitos umedecidos, constantes, tu sabes, y las raciones especiales, Brinks, companhia, ruídos y mañanas.
Brinks’michîmíra’ymi. (...)
Donde estás? Donde estuvo se tu no es más que la sombra en dibujo de la noche que va me pegando sola, assolutamente sola, Brinks’michîmira’ymi, sin nunca haver tenido a vos, tiquititíssimo, nadie non es, ni vos, ni la tarde, ni en el niño e yo, yo estou assim tan sola:
Brinksmichimira’ytotekemi’í.
=======

BRINKS’IMI: Brinksizinho.
BRINKS’MICH: Brinksizizizinho.
BRINKS’MICHMIRÁ’YMI: Brinksizizizizizinhinho.
BRINKS’MICHMIRÁ’YTOTEKEMI’Í: Brinkssizizinhozinhozizizizinhozinhinhinhzizinhozinho.
Obs.: tamanha aglutinação de sufixos diminutivos acoplados ao nome própio, Brinks, consubstancia em guarani aquilo que só pode ser visto através de um microscópio, tornando a cosa diminuta, algo (quase) invisível; na sugestão do texto, o que não se pode ver ou o que efetivamente, em tal caso, não existe.

6 may 2010

Susan Sontang (Contra la interpretación)


Colaboracion especial por: Fernando Alfón
Universidad de La Plata


“No hay que alarmarse”
S. S. (1965)
El caso Susan Sontag es admirable. A los treinta años de edad (nació en 1933), además de publicar su primer novela, El benefactor, ya había leído a Albert Camus, a Nietzsche, a Oscar Wilde, a Gide, a Ortega y Gasset, a Walter Benjamin, a Dante, a Maquiavelo y a Proust; la obra (en construcción) de Roland Barthes, de Foucault, de Sartre y Lévi-Strauss; posiblemente la de Kafka y la de Shakespeare en forma completa. El libro (la obra) de Spengler es muy largo e improbable que conociera sin saltos en sus más de 1200 páginas; de todos modos lo cita y lo usa. Lo mismo sucede con Ulises de Joyce y con Thomas Mann. El mérito, aun así, no son las severas horas de lectura sino las síntesis a las que arriba y el gusto por las obras que transmite.

No debe sofocar la biblioteca y el interés que la apasionaron, sus escritos no cansan y son el despliegue perfectamente tolerable de una lectura vasta y cuidadosa. Contra la interpretación es una compilación de ensayos publicado en 1966 que reúne escritos del lustro 1961–1965; de allí se desprende la impresión de que Sontang no parecía ignorar los textos indispensables.

Habiéndose formado en el respeto irrestricto de lo clásico, prestó atención a lo nuevo; su inteligencia no le sugirió desdeñar ni a Dostoievsky ni a The Doors; de tener que elegir optaría por el primero pero, aclara Sontang, ¿es necesario elegir? Intervino, entonces, en lo que su época solía postergar por “pasajero” o efímero, entre ello el happening y lo camp; las 58 notas sobre esto último constituyen la reflexión más arriesgada y la importancia que llegaron a adquirir con los años es inversamente proporcional al ánimo provisorio de lo que enunciaban.
Su predilección por los franceses se explica por la época y por sus veranos en París (acaso por los propios méritos de Francia), aunque no se puede inferir de ella ningún tipo de galicismo.

La tesis que enuncia y sostiene a lo largo de todos los ensayos: “el contenido es la forma”, la hizo polemizar con Freud y con Marx, en quienes notó la insistencia de encontrar (siempre) un subtexto debajo del texto, que resulta, además, ser la verdad de la obra. Lamentó que de estas dos grandes corrientes de pensamiento haya persistido, sobre todo, el estigma de que: “comprender es interpretar”. “La actual es una de esas épocas en que la actitud interpretativa es en gran parte reaccionaria, asfixiante. (...) En una cultura cuyo ya clásico dilema es la hipertrofia del intelecto a expensas de la energía y la capacidad sensorial, la interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte.” (p 30) Otras formas con las cuales enuncia su verdad se resumen en estos pasajes que transcribo: “Nuestra manera de expresarnos es nuestra manera de ser.

La máscara es el rostro” (p 43); “El arte no sólo se refiere a algo; es algo.” (p 48); “El tema es la técnica.” (p 163) Sontag retoma a los formalistas de la Rusia pre–revolucionaria, a Roman Jakobson, a Viktor Shklovky, a Osip Brink, a Boris Tomashevsky, a Yury Tynyanov, pero adopta el meticuloso cuidado de no nombrar a ninguno. La confrontación “forma–contenido”, en torno a la cual lidió para desmontar el equívoco que encarna, motivó, a lo largo de esos años (1961–1965), su preocupación y su escritura. Y esa “metáfora inapropiada” fue, a su pesar, la mayor metáfora de su libro: la constante. La discusión que juzgó caduca fue su actualidad y su desvelo. (Ella logró, además, su justificación y vigencia.)

Curiosamente al clamor de una literatura del placer justificó el hermetismo y la opacidad, aunque (aclara) a costa de que ofrezcan una densidad extrema. “¿Está obligado el gran arte a ser constantemente interesante?” La respuesta que da es negativa y se ve, por tanto, obligada a replantear el aburrimiento. Le sirve, además, como plafón para rescatar el cine de Bresson, sobre todo al más lento y soporífero, el de Les dames du Bois de Buologne. “El arte reflexivo [el de Bresson] es un arte que, en efecto, impone al público una cierta disciplina, posponiendo la gratificación fácil.”

El libro vuelve, también, sobre el teatro de Pirandello, de Cocteau, de Artaud, de Genet y de Brecht; pero la esperanza que se respira en sus escritos reside en el cine. Sostuvo (no fue la primera) que el nuevo arte suplantó, en su dimensión descriptiva y economía, y a la literatura; y que para entonces ya era de todas las formas de arte, “la más vívida, la más emocionante, la más importante”.
Contra la interpretación no encuentra su pieza más importante, aunque sí la mejor, en “El antropólogo como héroe”, el ensayo en que Sontang evoca a Claude Lévi-Strauss. Siente al francés un aventurero, un inventor y, sobre todo: un ser personal. “Dejando aparte al infatigable Sartre —escribe— y al virtualmente silencioso Malraux, es la ‘figura’ intelectual más interesante de la Francia de nuestros días.” Francia, recordemos, a Sontang le resulta uno de los países más interesante. Considera a Las estructuras elementales del parentesco un libro brillante; a Tristes trópicos: a una obra maestra. “Está hermosamente escrito”, anota, y uno puede intuir que aquellas páginas la conmovieron.

Nombra con fervor las tribus que el antropólogo visitó en el interior del Brasil —“los nómadas nambilkwaras, asesinos de misioneros”; “los tupikawahibis, a quienes ningún hombre blanco había visto jamás”; “los materialmente espléndidos bororos”; “los ceremoniosos caduveos”— y deja entrever que para ella todo eso no es antropología, sino una forma sofisticada y preciosa de la imaginación y el relato. Entiende a Lévi-Strauss, en tanto antropólogo, como un necrólogo. Toda Europa, agrega, al perder su Yo lo fue a buscar en Otro, preferentemente exótico y temporalmente situado en el pasado.

La actitud última que ve en Sartre, más adelante, es la definición más estricta de su propio universo: “Al rito primitivo de la antropofagia, el comer seres humanos, corresponde el rito filosófico de la cosmofagia, la devoración del mundo.” El solapado pedido de descanso racional que pide y se sugiere en el título del libro contrasta con la poderosa ingestión que hace Sontang de la cultura. La obra encuentra, en este equívoco, su mayor encanto.

Algunas de las líneas de sus escritos, creo, son prendas que el lector puede conservar como obsequios: “Para la conciencia moderna, el artista (que reemplaza al santo) es el sufridor ejemplar.” (p 74) La que sigue, aunque más común, es superior: “El culto al amor en Occidente es un aspecto del culto al sufrimiento, sufrimiento considerado como supremo símbolo de la seriedad (el paradigma de la Cruz).” (p 81) Esta última es un amuleto con el que Sontang se desplaza: “La necesidad de verdad no es constante; como tampoco lo es la necesidad de reposo.” (p 84)
Encontrar en última instancia un sentido a la vida —escribe en uno de los dos ensayos que aluden indirectamente a Las Escrituras y directamente a sus consecuencias— llevó a judíos y cristianos a invalidar la idea de tragedia y a erradicarla de sus literaturas. Aun así —completa—, la fe en valores implacables los hace participar del núcleo central de lo trágico.

2


Sus estudios tienen la ventaja de ser brillantes y el riesgo de avanzar insistentemente sobre un emblema: “el estilo lo es todo”. Para Sontang el arte, en última instancia, “es un fenómeno estético”. Injustificable y sensual. Ella lo afirma y requiere que el lector le conceda esta fe; luego se entrevé que otro mundo sustancial, temático, humedece todo su pensamiento. Hay que creer (no simular) en el primero; luego, estar eminentemente más atentos al segundo.

Su preocupación por la estética no apaciguó la que sentía por la política: entre la tensión Sartre–Camus, toma posición por el primero y se pregunta “¿Fue Camus un pensador importante?”, se responde: “No”. Señala, además, que: “Su agónica incapacidad para tomar partido en la cuestión argelina — (...) — fue el desafortunado y definitivo testamento de su virtud moral.” Fue implacable, así mismo, con Ionesco, al que acusó de vulgar y contradictorio, y del cual rescataría del fuego, únicamente, a Jacques, o la sumisión; a una obra que entendió menor que ésta: La cantante calva; y a algunas piezas cortas que perdonó por ser eficaces: La lección, Las sillas y El nuevo inquilino. “Una cosa es la confusión intelectual (con frecuencia muy saludable), y otra la rendición.” Para Sontang, Ionesco es un rendido, luego, un banal.

En otro ensayo asegura que Gÿrgy Lukács es el único marxista que los no marxistas inteligentes pueden tomar en serio. Sin embargo no cree que el húngaro sea la figura que exprese la forma más interesante de marxismo. El título de “único gran crítico alemán de nuestra época” que George Steiner concede a Lukács —corrige Sontang— debe otorgarse a Walter Benjamin, en quien intuye, junto a Theodor Adorno y Herbert Marcuse, reside la mayor envergadura del marxismo. “Es brillante o encantador descubrir que Lukács —como Marx, como Freud— es moralmente convencional, incluso positivamente mojigato, cuando se ha partido del cliché de un coco intelectual.” (Manejo sólo la edición castellana de Alfaguara de 1996, traducción de Horacio Vázquez Rial; habría que confrontar con el original inglés las expresiones: “positivamente mojigato”, y sobre todo: “cliché de un coco intelectual”; la cita está en página 127; creí entenderla en un primer momento pero, luego, con cada relectura dupliqué mi asombro.) Para con los descendientes de Hegel y Marx, Sontang tiene una única o principal percepción: han sido incapaces de conceder autonomía al arte; este juicio la llevaron a poner un riguroso manto de sospecha sobre todos. Acaso sea posible pensar que el historicismo, atento al contenido y a subsumir la forma en función de éste, haya sido (ella nunca lo dice) su principal rival. Su reincidencia en Marcuse, en Benjamin, en la historia y en los procesos de producción —alusión sutil que sobrevuela su pulso— no nos impide pensar que en su rival halló, también, su principal inquietud.

El ensayo que más se diferencia del resto es “Reflexiones sobre El vicario”, la obra teatral del dramaturgo Rolf Hochhuth. Sontang procede con respeto y con precaución. “El mayor acontecimiento trágico de los tiempos modernos es el asesinato de seis millones de judíos europeos”, escribe como preludio al estudio, y ese recuerdo se mantiene como un temperamento a lo largo del mismo. El vicario conjura el nazismo, la guerra, el dolor y el juicio al alemán Adolf Eichmann en Jerusalén, en 1961. La singularidad de este ensayo reside, además de la máxima cautela, en este juicio: “(...) resultaría frívolo juzgar El vicario simplemente como una obra de arte”. Todo el libro de Sontang, en este instante, implosiona y se hace trizas.

Un párrafo después se reconstruye y sigue: “Algún arte, aunque no todo, elige como objetivo central decir la verdad; y hay que juzgarlo por su fidelidad a la verdad, y por la pertinencia de la verdad que dice.” Para Sontang El vicario es, ante todo, un documento histórico, una denuncia, una necesidad en la reconstrucción colectiva del pasado. No cree que sea una hermosa pieza ni reclama eso de ella; aún así, como obra de arte, el eje dorsal es otro, la clave para entenderlo: la interpretación. Cuando la tragedia —lo lamentable e irreversible— está “como tema”, Sontang otorga concesiones. Toda la intransigencia de su tesis principal se atenúa, y eso, lejos de desanimarnos nos entusiasma y nos permite creer en sus escritos. Páginas después, al referirse a la adecuación de ciertos temas a lo cómico, agrega: “Es imposible ver El gran dictador en 1964 sin pensar en la horripilante realidad existente tras la película y sentirse deprimidos por la superficialidad de la visión política de Chaplin.” Al llegar a la última parte del libro (la V) ya no concedemos que el estilo sea la única verdad del arte.

Ensayó, también, sobre el psicoanálisis, el cuál le interesó —como a Norman O. Brown— en tanto se lea como una teoría “que no se limita a reducir la historia cultural a la psicología de los individuos”. El otro psicoanálisis, el que se confunde con la Iglesia o la Universidad y que fue a parar a Broadway y a la televisión, le pareció vulgar y una forma efectiva de “retirada del mundo real y, por tanto, de conformidad con él”. El texto en que se ocupa de Eros y Tánatos, el libro de Brown, es quizá el más político de todos, y en donde Sontang, la esteta, llama a evitar la despolitización que suele venir auspiciada por la terapia. El desencanto de los intelectuales norteamericanos de su época, tanto del psicoanálisis como del marxismo, asegura, “es la postura característica”, cuyas causas residen en la pereza más que en el arribo a una conclusión.

3


Sus escritos culminan en “Una cultura y la nueva sensibilidad” (1965), el artículo que los contiene a todos y los aúna. Sontang, que no hizo sino transmitirnos su gusto por el arte, y en especial por las letras, sentencia: “En la actualidad existe una cultura no literaria...”, esto, que no supone la muerte del arte, constata por el contrario su mutación y permanencia. “Lo que dio a la literatura su preeminencia es su pesada carga de ‘contenido’, tanto informativo como moral.” Poco a poco había reunido los elementos que le permitieran escribir esta oración. El corrimiento de la obra literaria como modelo de creación artística y fuente de la cual emana el “texto” más óptimo para interpretar lo social y lo político, dio paso a obras de arte más atentas a la técnica y a la búsqueda formal: la danza, el teatro, el cine, la pintura, la música. “La unidad básica del arte contemporáneo no es la idea, sino el análisis y la extensión de las sensaciones.” Sontang no se suma al desconsuelo de los que lloran la deshumanización del arte; la preocupación estilística de los nuevos artistas la entusiasma.

No concede relevancia al mito del pasado como “eternamente” superior; va en busca de una hermenéutica de la nueva sensibilidad y la encuentra: el declive sensible de la obra literaria coincide con el auge de la técnica, el método y lo puramente estético. Estos movimientos, aun así, no deben pensarse en términos de degradación o frivolidad; en Sontang no hay nostalgia. El arte contemporáneo, para ella, es una sensibilidad que se abre.

Sin saber, al compilar sus ensayos reunió los fragmentos dispersos de su gran libro, y además, el que más hace justicia con su cosmovisión del mundo; en él, todo lo que guarda interés sobre los aspectos de la vida cultural están incluidos: arte, muerte, cine, guerra, Dios, Argelia; todos mezclados no en forma de “yuxtaposición radical” fortuita sino a la manera de un tapiz de figuras fantásticas. Sus posteriores obras: Estuche de muerte (1967); Un viaje a Hanoi (1968), Sobre la fotografía (1977); La enfermedad y sus metáforas (1978); Yo, etcétera (1979) y Bajo el signo de Saturno (1980); no llegan a vincularnos tan intensamente con el entusiasmo de aquel segundo libro aparecido en 1966. En 1996, a treinta del acontecimiento, aún sin saber quién era S. S, leí una entrevista en donde la escritora respondía, a la pregunta de cuál era su deseo, “estar una vez más con cada uno de los que fueron mis amantes”. El lector puede sentir que es ella, al paso del tiempo, una de las lecturas a las cuales se puede volver para renovar un misterio, el encantamiento intacto que conservan esos escritos de la juventud.

OJOS Y OIDOS BIEN PUESTOS EN LA CALLE
Poesía joven boliviana, leída a nivel del mar



Colaboracion especial por: Víctor Hugo Díaz
Santiago de Chile

Siempre ha habido poetas de corta edad, pero pienso que el concepto de poesía joven debe estar por definición relacionada al hoy, es decir a una mirada joven, no a la temporalidad física de los autores, sino a un sujeto que habla y mira desde el presente. Esto varía en cada sociedad y en cada país de acuerdo a sus cánones, tradiciones y desarrollos poéticos específicos.

Las condiciones históricas que en el pasado han distanciado a Chile de sus países vecinos, hace tiempo han comenzado a diluirse, generando y sacando a la luz lazos, semejanzas y relaciones culturales compartidas. Todo nuestro continente es víctima de los mismos estragos impositivos del neoliberalismo global que considera a las personas como bienes desechables y a la experiencia estética (poética) como algo sin lugar ni importancia en las sociedades ¡Gran error! Las artes en general y la poesía en especial, esa no literariosa, no imaginista, sino entrecruzada con lo colectivo, con lo actual, lo social y ácido, es un arma y un instrumento de gran valor y resistencia, un espacio otro no mercantilizable, donde se articula de algún modo, al menos en Sudamérica, un discurso vital e integrador, un diálogo crítico transversal (1)que habla desde el presente cotidiano, una especie de medidor del estado enigmático de las cosas, claro está, escrito desde sus propios momentos, signos y particularidades.

Para tomar un ejemplo, en esta oportunidad quiero referirme a un conjunto de obras poéticas emergentes, es decir llamar la atención sobre tres libros escritos en las alturas de Bolivia por tres poetas jóvenes, con miradas y voces diversas y distintivas. Me refiero a Cantar, Reír y Olvidar –No importa el orden- de Pablo César Espinoza (inédito) Moscardón Bistrot de Juan Pablo Salinas (inédito) y Preview de Milenka Torrico (Yerba Mala Cartonera, Bolivia, 2009).

Estos libros se desarrollan y toman forma en el taller literario dirigido por el poeta chileno Juan Malebrán, realizado en el Centro Cultural mARTadero en la ciudad de Cochabamba, punto de integración que aglutina potentes producciones y propuestas generadas en América Latina.

Esta poesía se inscribe en lo ideológicamente actual “más ideológicamente contemporáneo que cronológico, utiliza el contexto para interpretar el presente; está en su naturaleza acercarse de ese modo a la realidad, en efecto, su contemporaneidad le viene de asumir el presente del aquí y el ahora, sobre la base del contexto en tanto requisito interpretativo de una realidad condicionada por los intereses plurales de sus culturas de origen y recepción”(2)

Con esta cita, quiero proponer que se trata de un relevo en la poesía de Bolivia, poesía más cercana a la calle y a la ciudad, a mixturas significativas vivas en la sociedad boliviana urbana, insisto más mirada que palabra, poesía que no se queda en los libros o en el arte de la palabra. Aquí estamos hablando de imágenes visibles, concretas, ligadas a lo real cotidiano en apariencia, pero que contienen y convocan los cambios sociales que se están produciendo. Aquí dejan de aparecer los elementos étnicos, pero conservando la identidad cultural y ancestral a través de modismos propios, recontextualizados en una suerte de orfandad histórica asumida, digamos una orfandad responsable.

Frente a esto, existe un referente, hay que relacionarlos a una figura sólida en este fenómeno propio, Jessica Freudenthal, quien antes abre este enfoque, es la bisagra que señala y facilita el movimiento de esta puerta. Siento también la proximidad a la poesía chilena de los últimos años y más atrás, quizá debido al trabajo realizado en el taller de mARTadero, siento aires a Lihn, Millán, Zurita, así como coincidencias con los post 87 y sólo en los casos de visibilidad a los del 2000. Es aquí donde toma sentido claro la idea de transversalidad, no se trata de generaciones o nacionalidades, sino de actitudes poéticas y temáticas: actos fallidos, faltas, experiencia crítica y discurso corrosivo, detalles insignificantes, signos de la moda, mitologías cosméticas, insectos de espejo, cocineras interrumpidas en su ocio, pedazos de inglés, boca boliviana, etc.

Quiero dejar claro que estas no son las palabras de un crítico literario, sino las percepciones y el resultado de la lectura de un poeta, del modo más subjetivo posible. Sin duda se trata de poesía, poesía con los ojos y oídos bien puestos en la calle. Hoy.

(1) Pablo Paredes: “No hay que pensar en generaciones, sino en pandillas transversales”
(2) Rodrigo Rada, Introducción a Contextos, exposición colectiva de plástica boliviana, Fundación Patiño, Cochabamba, 2009.


Cantar, Reir y Olvidar –No importa el orden-
de Pablo Cesar Espinoza


Politics Break- Dance
Espera
aún hay una luz;
durmiendo en los bloqueos ISO-9001
donde baja el precio del chicharrón “influenza” en promoción;
cuando lloras la muerte de un “nene” que va a cagadas
Comunitarias, cívicas, sindicales, ciudadanas, a elecciones, referéndums,
estados de sitio, revocatorios, parasitorios y sonseras así.

Y así pues “Bolivia y su nostalgia”…
Y es desde que nací que no le vi la magia.
Dos o tres pasos, me topo sangre agraria, (reviso un perímetro similar)
camino un poco más y es entre mi sangre que ahora caigo.
Cuando la Democracia se silencia mordiendo su cola,
luego de vender sus jadeos al por mayor.

Ahora la Pachamama se revuelca en caos,
es jocoso, y yo río con ella.

Pero espera… ¡Aun hay una luz!
por eso voy a apagarla,
para dejar a los niños dormir.

Mocon` Cola

Un auto Trans se detiene al cruce de dos vías.
Un personaje de pollera levanta la palma de lija,
a la altura de su pecho caído, a la altura del volante prensado.
Un personaje obeso baja el vidrio Rayban,
por debajo del sudor grasoso, por debajo del mentón de pavo.

Él dice: “Manankanchu”;

Ella responde: “¡Okéy!”


BOLIVIAN WAY OF LIFE/ GRINGUIT´S

a Pedro Shimose
Te quieren hacer ver jailón,
sortear tu vida en una dedocracia,
te filmarán de lejos, te medirán el atuendo,
te vestirás con aguallo y chulos de colores,
codificarán tu nombre para llamarte “Gringuit` ”
bailarás la cueca sin encontrar el ritmo.
Pasanaku/ Lamento Boliviano Song,
cantarás “Run like hell” en boliches culturales
y contarán tu muerte en el Extra-solterazo.

Fabricarás tus sueños “sobre la marcha”
te darán comida de “conserva”,
Cristina´s show, Cholitas Cachiscanistas ¡Sip´s oy!
Aumento de basura, cheapest in the Tantakatu,
Gente publicará un reportaje con matanzas paradisiacas,
Te instalarán senderos cerrados para un Wild Trip
(También mal asfaltados)
Enviciarán tus gafas, tus ojos hazel serán
chaskañawis
y dirán GRINGUIT´S TÍPICOS K´ARAS HAY K´
MAMARLOS
cavarán fosas comunes, abrirás jaulas
enseñarás cómo mendigar con clase
asaltarán tus sueños
y al irte querrás una tantawawa al morir,
morir,
Morir.

Todo Blue
¡Pitufitos!
¡Los atraparé aunque sea lo último que haga!
…Lo último que haga.
Gárgamel
Cholivia en lo alto me llora un mar que no existió
y quiere que lo vuelva a perder.
Ante tal atrevimiento “patriótico”,
me decido lanzando una moneda
y no me sale escudo,
así que de cara le respondo:

¡Que se rinda mi abuela carajo!


Moscardón Bistrot
de Juan Pablo Salinas


AFUERA

Las luces corren en la ciudad
como si se persiguieran unas a otras

Deslizan por sus esquinas
el artificial destello de sus ojos de reflector
la penetran por sus arcos y corren por las calles
alumbran los pasos
perdidos en el ajetreo del montón

En la calle de siempre todos los dientes se quieren morder

Ellos
con ojos de bestia
y el propósito atrapado en el puño oculto dentro del pantalón
las manos siempre en los bolsillos
cargando la verdad remojada en marchas sobre charcos bajo la lluvia
entre burbujas resueltas en múltiples explosiones
y en cada estallido
en cada detonación
un nuevo sistema de pulsaciones bajo los pies
hasta donde lleguen
de vuelta a casa, de salida o en busca de ella

Miembros del club
clientes del bar
pasajeros del colectivo
oficinistas de periódico y café
aficionados a si mismos

Corbata en nudo doble, traje notable y el reloj
la vulgaridad disfrazada de sofisticación
y todo es un desatino
producidodistinguidoconsumidoabsorbido

Entran
cuelgan el rostro en el perchero, se sueltan el cuello y se escurren hacia una mesa.

MESA 3

El espaldar de la silla saborea sus vértebras
acaricia sus costillas en cada movimiento

Bate las manos confundido
atrapado en las telarañas que los gritos tejen por los costados
Mientras arquea los hombros
seguro de vivir entre estos ruidos.

Un insecto cae en espiral
un insecto expulsado de su conciencia flota
posa en las paredes
copula sobre las mesas
y solo son moscas las que frecuentan sus días
coinciden a cada instante con su mirada
en cada banca
a toda hora
y es el tedio día a día

Se desplaza al baño y pronto a la mesa
todo se hace inaprensible
sus ojos se vuelcan y se mira en medio de un anfiteatro
sentado
automatizado sobre un sillón
con un control pegado a la mano y su dedo cambiando y cambiando
y pronto el zapping diario
y es Tele-Vida todos los días
efímeras escenas de felicidad
indigestiones de hambruna inmortalizada en spots de Herbalife
noticias rebosantes de fatalidad
y muertos, vidas, historias
una mancha
una suma de píxeles en la pantalla.

VICKY EN LA BARRA

“Nada más terrible para una especie
que recibir el miedo como herencia”
Una mosca

El último sorbo
la botella vacía

Se imagina durmiendo colgada de un árbol
en medio de la selva
bajo una roca que brilla

Tú eres así, tan frágil y salvaje

las imágenes se filtran en tu cabeza
y la médula espinada perfora tu encéfalo
te estresa
y tus rodillas se estrellan como platillos
tus manos enlazadas entre muslos que se abren
se cierran y se quiebran

Estallas
y la noche te talla un rostro a bofetadas.

COCINERA

Abanica las manos (No las puede atrapar)
pero la dejan resolver el crucigrama
acariciar la inmensidad
encerrar el instinto con los dientes
apagar la luz con los párpados
y volver a sentir la humead del suelo

Por su cabeza mil imágenes en transito tejen historias
Ficción que mueve sus labios
Articulación de palabras inexistentes que redefinen “desolación”

Sobre la hornilla una caldera rompe el silencio y en su estomago se desata la ebullición
Un silbido cruza la cocina
Y el vapor asemeja esos buenos años
Las moscas esos molestos personajes que quisiera tenerlos enfrente para aplastarlos
entre las manos
y los ojos
los ojos exorbitantes discurren obstinados la manija de la puerta.

Nadie llega
está sola
en la frívola estación de la realidad
donde solo puedes pescarse a si misma.

Preview
de Milenka Torrico.(Yerba Mala Cartonera, Bolivia, 2009)


PAUSA

Has abandonado a tu novio
a tus pop stars
a tu perfil en facebook.

No contestas llamadas
no respondes mensajes
no atiendes la puerta.

Húmeda de náuseas, con el camisón de hace semanas
bebes ron sobre la alfombra
mientras oyes un cassette de rancheras.

PRECAUCIONES

Quien de ti ha gozado
no gozará más

cambiarás la cerradura

te instalarás en la tina pasadísima en coca
para que no haya sangre en la escena

desmaquillada por completo

con el cabello recogido en una trenza

y totalmente vestida
para que el equipo forense no te encuentre desnuda
ni fotografíe las cicatrices de tu lipoaspiración.


COMPULSIÓN

Las lagrimitas de asco que te provocan
quinientos bocados de sándwich de queso
y un terrible tazón de chocolate
no bastan.

Vomitar no te funciona
y desmayarte tampoco

así que tu último sms dice:
“ya no puedo más ”

REGRESIÓN

Era la puta sólo para ejecutivos
o la señorita que atendía un call center de ocho a doce.

Ahora es la enfermera geriatra
adicta al tabaco
y a las aspirinas.

La que se desabrocha la bata para sus pacientes
esperando le pidan un baño de esponja
y le den propina.

2da semana de funciones en la Nueva sala de Arawa!!


"La ilustre desconocida"
7,8 y 9 de mayo

viernes y sábados 20h00
domingos 19h00
Entrada general $5,00 / estudiantes $4
Casa del ARAWA, Calle Chile y Av. Olmedo, parqueadero de la Casona Universitaria
"Una mujer soñó que un hombre soñaba que una mujer...
"Rosa -la mujer de la limpieza- ha leí¬do un cuento antes de irse a dormir. Y en su sueño ha tomado una decisión.
Dramaturgia y dirección: Martín Miguel Vaamonde, Actuación: Itzel Cuevas, Asistente general y técnico: Aníbal Páez