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28 feb 2011

DEL CONOCIMIENTO A LA MERCANCÍA
Radiografía de un tejido que se deshilacha
Historial Desligado, Iquique, Chile
Víctor Hugo Díaz
Santiago, febrero de 2011

Textual: adj. Conforme con el texto o propio de él. Aplicado a palabras u otro género de expresión, exacto.
Textura: f, Disposición y orden de los hilos en una tela. Operación de tejer. fig. Estructura de una obra de ingenio. Disposición que tienen entre sí las partículas de un cuerpo.

En Historial desligado (Iquique, noviembre, 2010), instalación de la artista visual Milena Mollo, se busca y logra destejer, quiero decir “leer” hacia atrás, la “erradicación” o reemplazo (como los desaparecidos) de un conocimiento ancestral-social Aymara, representado sobre un lenguaje-soporte propio: la escritura tejida.
Esta es una acción visual y material, cuyo código temático o mejor dicho “alfabético” es lo textil. Es un pretexto-obra que rinde cuentas de un proceso violento de transformación cultural.
Nicolas Rupcich (Radiografías)
Volviendo atrás, destejer es identificar las fibras significativas que están en juego.
El tejido es descubierto aquí como una escritura que podía decir sin hablar, un tejido con voz., un cuerpo histórico.
La aguda lectura textil del desplazamiento de un saber y una cultura, hasta transformarse en una simple prenda o mercancía artesanal o “postal”, marca el Punctum de este discurso expuesto, es el ojo de gaviota puesto sobre el proceso de descomposición cultural que se ejecuta, acciona y ejerce de manera manifiesta y rotunda.
Esto está sin duda motivado por razones, perdón, intereses: políticos, económicos y etnocentristas, que han tomado forma a través de estrategias de reclutamiento hacia la sociedad global desde las primeras décadas del siglo XX; esto, tanto para chilenizar como para desperuanizar el territorio incorporado, generando así migración y la aparición de un nuevo signo definitivo: la ciudad.
Nicolas Rupcich (Espectadora)
Es fundamental señalar que la concepción Aymara del mundo, se asienta en conceptos duales opuestos: Pampa/chhuru (abierto/cerrado), naturaleza/cultura, sombra/luz, crudo/teñido, igual/distinto, ancho/angosto, continuo/discontinuo, etc,
que se complementan y articulan, imagino como lector subjetivo, en una especie de alfabeto que quizá se entreteja asemejando nuestra definición de “palabra”, no pronunciada pero legible. Una Textura-textual que se presenta en escritura, escritura que transmite y “dice” un saber ancestral y mágico, pero a la vez vivo. Esta dicotomía, Mollo la recoge, recicla y potencia al seleccionar como icono dual el elemento “radiografía”: apariencia/tensión interna. Imágenes limpias, intensas y austeras que soportan los Rayos X, es como sacarle la foto por dentro, al hueso y a la fibra de este proceso de desmoronamiento y su resistencia.
De manera paralela y complementaria, Mollo quiebra la linealidad y genera fractura pasando del formato visual al objetual; esto, anexando a la instalación un sobre a modo de Informe Clínico, con un timbre/membrete/institución:
Milena Mollo (Sobre sin luz)
CENTRO DE PROCEDIMIENTOS TERMINALES
SERVICIO DE IMAGENOLOGÍA
REGIÓN DE TARAPACÁ.
Es decir, mediante un instrumento (documento) técnico, se legitima y certifica el “diagnostico”: El desmantelamiento y estado terminal de una tradición.
Este sobre-informe-clínico, contiene postales clave, que sintetizan en imagen e información el “examen”, actual e intensivo, realizado a este deshilachamiento cultural (tecnología analítica, scanner).
La condición terminal y agonizante de un código (lectura) originario, escenificado en esta significativa obra construida desde la investigación, las referencias textiles y una mirada inquieta, estética y crítica (del conocimiento al utensilio) se constituye como una sólida metáfora, capaz de hacer visibles los métodos de absorción o arremetida de tácticas y transformaciones unilaterales, aplicadas sin ninguna visión de diversidad ni magia, las que sólo tienen como “tratamiento” y objetivo resultante: la amputación de una memoria.
Milena Mollo (Detalle deshilachado)

NO MÁS FAUNA MUERTA!
Concierto protesta en contra de todo tipo de ABUSO y MALTRATO hacia los animales así como de gente sin escrúpulos que los utiliza como objetos de experimentación
Hora
Viernes, 11 de marzo a las 8:00 - 12 de marzo a las 0:00
Lugar
Kruger Rock Bar (Zona Rosa)
Thomas Martinez entre Rocafuerte y Panamá
Guayaquil, Ecuador
Bandas:

Limite Social - Punk Protesta
Adictsonicos - Rock Fusion
Cacasonica - Grind
Giovanni y la Eskoria - Punk
Basofia - Punk Rock
Enfermos - Hardcore punk
Los Peores - Hardcore ska

ORGANIZAN:
Krueger Rock Bar
Basofia

Nuevas funciones de: Soliloquio épico coral


Debilitados en su fe por continuos naufragios, un grupo de hombres se reúne para un hecho sustancial: surcar los mares infinitos de su mediocridad ó morir en el (tercer) intento. Esta vez, su viaje tridimensional pende de un hilo, conductor, poeta olvidado, que emerge de entre el marasmo del pensil para socorrer al grupo. La intentona de rescate -basada en la edificación de un salvavidas infalible- es vencida por la constatación de que no hay tal posibilidad de salvarse; a lo sumo, intentar ser conscientes, que es lo mismo que mirarse todos los días a un espejo que tiene dientes.
LA ACCIÓN TRANSCURRE EN UNA CIUDAD PUERTO.
Dirección y dramaturgia: Aníbal Páez
Funciones:
Viernes y sábados 20h00
Domingos 18h30
Temporada:
11, 12, 13,
18, 19, 20,
25, 26, y 27 de MARZO
Entrada general: $5. Estudiantes $3. Tercera edad: $2.50
Casa Arawa de la Universidad de Guayaquil
Dirección: Chile y Av. Olmedo (junto a la Casona Universitaria)


ANTOLOGIA DE POESIA CARCELARIA (IDEAS RUIDOSAS)

El poeta Victor Hugo Diaz, habla para Semanario el buho,
sobre el proyecto de Canita Cartonera






EXTRACTOS


Una cierta sonrisa (Agustin Araneda)
Quédate aquí y no molestes, tengo que salir- me dijo.
Sentí los cerrojos de la puerta de la pequeña bodega al fondo de la cocina llamada pomposamente “despensa” donde se guardaban trastos viejos: cajas y botellas vacías, sillas desvencijadas, tablas, diarios y revistas ajadas, en fin, todos los desechos de un hogar.
Tiré del cordel que abría la alta claraboya para que entrara un poco de luz, se veía el cielo gris del invierno capitalino. Me senté en una pequeña silla de mimbre y me dispuse a esperar. De pronto apareció mi gato parado en el borde de la claraboya.
-Plomo- grité y de un salto estuvo en mis brazos, era de raza angora y casi tan grande como yo.
Fue y husmeó la puerta y me miró con sus grandes ojos felinos. -Sí, estamos encerrados- le dije.
Volvió a mis brazos y me ronroneo en el cuello como consolándome. Hacía mucho frío y nos acurrucamos para pasar la tarde, debo haberme quedado dormido cuando me sobresaltó sentir unos pasos que venían de la escalera que daba a nuestro piso.
-Aló, aló, hay alguien en casa- era la voz de mi padre que por alguna razón había llegado temprano.
-Aquí, aquí!- grité golpeando la puerta con un palo, sentí que se acercaba y corría los cerrojos abriendo la puerta.
Se arrodilló para quedar a mi altura. -¿Pero qué haces encerrado, donde está tu mamá?
-Tenía que hacer- Le expliqué.
-Tomemos once- me dijo y me acarició el pelo con profunda tristeza.
Puse tazas, platos, saqué la mantequilla, el azúcar y el pan, mientras sacaba las cucharillas y mi padre
ponía la tetera sentimos que abrían la mampara y un taconeo en la entrada.
- Quédate tranquilo y no salgas – dijo y salió cerrando la puerta de la cocina.
El gato apareció de un salto de no sé donde, se había escondido porque no era santo de la devoción de mi padre. Se subió a la mesa de la cocina y nuestras caras quedaron muy juntas.
- Alguien lo está pasando muy mal allá afuera le murmuré al oído, entonces muy en lo profundo de sus ojos gatunos creí percibir una cierta sonrisa.
La jauría
El concierto en el Parque Forestal había terminado, la gente se retiraba a sus casas, era casi media noche. Un grupo de muchachos conversaban con dos chicas en el paradero, reían y se hacían bromas, el colectivo paró, una de las chica subió y la otra fue retenida violentamente por el grupo cuando el vehículo cerro sus puertas y se alejó, la niña fue llevada en andas al interior del parque casi en vilo mientras una mano cubría su boca.
-Déjenmela a mí- dijo al que le conocían por el “Conde” y le acertó un tremendo puñetazo en la mandíbula. La chica calló desmayada. Los muchachos se le fueron encima, le destrozaron la ropa y ya desnuda la violaron por turnos.
El más joven miraba despavorido y estaba paralizado por el terror.
-Ahora te toca a ti cabrito- le dijeron, pero él no se movió.
-Vámonos de aquí- decidieron y comenzaron a alejarse, entonces el “Conde” volvió sobre sus pasos y clavo profundamente su cortaplumas bajo el seno izquierdo de la desventurada.
A los pocos días el joven leyó en el diario que una niña había sido encontrada muerta, desnuda y violada. No había pistas y los vecinos dijeron que no vieron ni oyeron nada. Un almacenero declaró que “se lo andaban buscando, con las minifaldas que usan ahora”.
Como diría el poeta tras la paletada nadie dijo nada, ni el vecino Pedro, ni el vecino Pinto.
Nadie dijo nada, nadie dijo nada
Todo está pasando (David Pérez Romero)
Chiquillo estúpido tienes razón, no soy
más que una loca estúpida, una vieja
necia que se embaucó por la cortesía
y el texto amable de un mocoso, quizás
por amabilidad o agradecimiento por
haber prestado mi tiempo a este revoltoso
sin corazón.
Lloré acurrucado en mi cama,
como tantas veces en mi perra vida,
mostrándome el espejo del desengaño,
ya todo está pasando.
Me alzaré con toda altivez
y majestuoso, sólo tú serás arrastrado
desvalido y humillado.
Que la gloria resplandezca en mi frente
y vibre mi nombre en estas tierras
pero no será a tu lado, hombre ignorante
que no sólo me fastidiaste, sino que no
comprendiste la grandeza de mi alma.
Vivirás infeliz, lejos de la adulación
lo cual forma el vicio de tu vivir.


Soñando cada día lo mismo
(David Norambuena)
Un hombre
bajo el arado
del silencio
pesca una pistola
y camina a la calle del olvido
se apunta a la sien
derramando todo su amor
en el suelo.
Entonces llega la gente, me rodea
y cuando siento a alguien llorar
despierto de mis sueños
y todo vuelve a ser lo mismo.
Cuando una tragedia
nos reconoce se acerca
la indiferencia a llorarnos
sin poder abrazarnos
en el ultimo día
de nuestra vida.


21 feb 2011

Entrevista a Renato Sandoval, sobre el Premio Nobel de Literatura, realizada por la revista Babylon
1.¿Cree que, en general, en Latinoamérica se peca de un excesivo provincianismo a la hora de valorar el Premio Nobel, que en algunos casos se convierte en una cuestión de Estado y se celebra o se critica con gran vehemencia?

Yo creo que eso pasa no solo aquí sino en otras partes del mundo, tanto en lo literario como en cualquier otra actividad. Sin ir más lejos, ahí están las innumerables críticas en España contra la reciente concesión a Lionel Messi del premio al mejor jugador del mundo, un jugador como no lo hay en este planeta. Sin embargo, muchos españoles -que sin duda adoran a Messi- han puesto el grito en el cielo porque no se lo dieron a Xavi o Iniesta, compatriotas suyos. ¿No es eso también “provincialismo”?
2.¿En qué medida ha podido influir la ausencia de traducciones o buenas traducciones de algunos autores latinoamericanos a la hora de lograr el Premio Nobel de Literatura? ¿Puede ser éste el caso de César Vallejo o Juan Carlos Onetti? ¿Conoce más ejemplos de este tipo? ¿Cree que hay autores latinoamericanos cuyo valor y calidad literaria sólo se puede valorar leyéndolos en español?

Lo de poder leer a un autor en el original es, obviamente, lo ideal. Pero, aparte de los que escriben en las lenguas mayoritarias, ¿cuántos de ellos están traducidos al sueco o, en todo caso al inglés, francés, italiano o alemán, que son los idiomas que maneja el 90% de los que conforman el Comité Nobel. Ha tenido que pasar casi un siglo para que por fin se premiara a un autor en portugués (Saramago) o en árabe (Mahfuz). ¿Y para cuándo los de las dos mil otras lenguas que tienen escritura? Más realista es decir que el Nobel es un premio “local” con pretensiones de universalidad.
3.¿Cree que la literatura latinoamericana, en general, tiene una vocación universal, o está demasiado encerrada en sus circunstancias temáticas o lingüísticas? ¿En qué medida puede influir la universalidad de un autor o una obra a la hora de obtener un galardón como el Nobel?
En principio, no hay una sino muchas literaturas latinoamericanas, casi tantas como escritores existen. Su mayor o menor universalidad, más allá de los temas o de las formas, dependerá de su indagación en lo humano, de su capacidad para dar cuenta de su entorno, de explorar con urgencia y con imaginación las pulsiones de la vida, de ampliar la visión que se tiene de la existencia, de sacudir nuestras conciencias embotadas por egocentrismo, la indiferencia o la pusilanimidad. En América Latina, para suerte de todos, tenemos autores de altísima talla, a los que anualmente muy bien se les podría conceder un Nobel, y sin tener que rotar de continente.
4.Observando, en general, la trayectoria de los Premios Nobel de Literatura, ¿puede decirse que los galardonados son en cierto modo ‘populares’, sencillos? ¿los escritores difíciles, oscuros, suelen quedarse fuera? ¿Cree que existe algún escritor latinoamericano que por esta causa, por su dificultad o introspección, no haya obtenido el Nobel?

Me parece que en la historia del Nobel ha habido de todo un poco: los populares (García Márquez, Neruda, Vargas Llosa), los herméticos (Eliot, Montale, Quasimodo), los filosóficos (Sartre, Russell), los aventureros (Kipling, Hemingway), los políticos (Pinter, Fo, Kertesz), los “desconocidos” (Szymborska, Gao Xingjian), los líricos (Elytis, Seferis, Sain-John Perse), entre otros. Pero lo cierto es que no abundan premiados de, por ejemplo, estilo barroco, acaso por su gran dificultad para ser traducidos. Los ejemplos más saltantes son los cubanos José Lezama Lima y Alejo Carpentier, y, en el caso de la lengua portuguesa, el del brasileño João Guimarães Rosa, con su maravillosa novela Grande sertão: Veredas, que para mí es a la vez el Quijote y el Fausto del siglo XX.
5.¿Cree que en la literatura latinoamericana ha habido la suficiente diversidad literaria, más allá de los diferentes grupos y corrientes (como el ‘boom’), como para que varios escritores más hubieran ganado el Premio Nobel de forma autónoma?
De hecho que ha habido y que aún hay dicha diversidad, por cierto aún no debidamente conocida ni reconocida. Quedarían aún tantos autores por considerar, como por ejemplo Ernesto Sábato (que el próximo junio cumple ¡100 años!, y que de alguna manera es nuestro Dostoievski), si bien en Argentina, su país natal, hay muchos que no lo favorecen. De los que ya se fueron, inevitable pensar en Rulfo (pese a su enorme discreción y timidez), Onetti, Cortázar, Mujica Láynez, los ya mencionados Lezama Lima y Carpentier, Bioy Casares y, por cierto, Borges, quien solía decir que siempre vivía a la víspera de ganar el Nobel.
6.¿Se ha zanjado, desde el punto de vista del propio galardón, una época de la literatura latinoamericana con el Premio Nobel a Vargas Llosa? ¿La candidatura de Carlos Fuentes perderá importancia a partir de ahora?

Si con saldar una época de la literatura latinoamericana se refiere a haber cumplido ya con el Boom (al que pertenecieron Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, Donoso), es posible que la importancia de Fuentes en función de ese Premio se relativice. Para mí lo que sería especialmente interesante es que, si seguimos siempre con el Nobel, es que se abriera una subcategoría para premiar a los grandes autores ya fallecidos. Con ello, no solo se haría justicia póstuma con los verdaderos grandes (Tolstoi, Proust, Kafka…), sino que además se apaciguarían las aguas (aunque no sé para qué). En ese mismo rubro, en el Perú, sin vacilación alguna, el premio iría para los poetas César Vallejo y Martín Adán, y para el novelista José María Arguedas, cuyo centenario se celebra este 2011,
7.¿Quiénes son los “antiguos” escritores y poetas latinoamericanos que aún quedan con opciones de ganar el Nobel? ¿quiénes serán los candidatos del futuro, los renovadores?
De los “nobelables”, siguen en cartelera el mexicano Carlos Fuentes, el nicaragüense Ernesto Cardenal, los chilenos Nicanor Parra y Gonzalo Rojas, y algunos más. Yo, sin embargo, entre los menos conocidos, se lo concedería sin ninguna duda al argentino Héctor Tizón, natural de la andina Jujuy, quien tiene cuentos y novelas magistrales como por ejemplo Fuego en Casabindo, que está a la altura de Pedro Páramo de Juan Rulfo, lo que no es poco decir.
¿Cuál es su visión general y opinión personal sobre el Premio Nobel de Literatura en su relación con América Latina?
Si bien el Premio Nobel es el galardón más importante y prestigioso de la humanidad, no me parece, en parte por las razones ya mencionadas, que sea ni infalible ni representativo; de ahí que encuentre inútil, chocante y hasta de mal gusto hacer anticampañas contra los que lo han recibido (ahora mismo hay una muy fuerte contra Vargas Llosa) o campañas a muerte a favor de otros, sobre todo en razón de la lengua o la nacionalidad. A mí lo que me importa es que el ganador -siempre hablando del Nobel- sea en verdad el dueño de una obra estupenda, de gran calidad y que tenga visos de durar en el curso del tiempo por causa de sus cualidades artísticas. Todo lo demás (idioma, opción política, lugar y fecha de nacimiento), no tienen la menor importancia.
Renato Sandoval Bacigalupo
Poeta y traductor peruano
Lima, enero 2011

14 feb 2011

Edwin Lluco, el director de talleres de Matapalo Cartonera, presento su obra en la ciudad de Guayaquil




COMENTARIOS SOBRE LA OBRA

Fractales, actual raund que libra Lluco versus el olvido, lo ha llevado al ejercicio que anunciaban los dos momentos anteriores: le ha sido necesario abstraerse, (re) simbolizarse para destruir su figura, no desde la deformación, propia de su primera instancia, sino desde lo explicito y tangible, desde la perfección, casi milimétrica, con que trabaja la figura de su rostro, elemento principal de significado en esta etapa. Lluco no ha olvidado que en el desplazamiento el cuerpo también es un territorio: el más desconocido o menos explorado, el terreno del Yo, de la intimidad, de las regiones más oscuras, de los deseos, de la miseria y de la soledad, del terror y de la muerte, de la violencia y del sexo, de las identidades, del feminismo y de la homosexualidad, de las minorías, de la religión y del racismo.

Lo logra al adoptar la imagen de Payaso que ubica de forma directa a su obra como elemento principal de discusión. Se pone en pie y se lanza a boxear contra sí mismo. El recurso técnico ha sido utilizado de forma cuidadosa para que logre sobrepasar el límite del lienzo y se estacione en la memoria del observador/lector, quien se verá desnudo ante la reflexión que dispara el artista. El dibujo aquí es determinante para este regreso a la figura, y el posterior circuito semántico que desde ella se propaga. Lluco ha logrado en esta práctica, un abanico de lecturas, en las que el individuo se ve estremecido por aquello que habita en su sicología. Se ha vuelto a desplazar.

Es indudable que el trabajo de Edwin Lluco, disciplinado y comprometido, es uno de los más representativos generados desde la localidad. Pero es más indudable todavía que esa trascendencia se magnifica fuera las fronteras, obedeciendo a la coherencia de su desplazamiento territorial. El artista ha sabido lidiar con el muro de la identidad, palabra que pareciera estar maldita y por lo tanto excluida de la crítica actual y de los discursos museales y de los curadores. Lluco asume su condición de creador desde la periferia, en ningún caso desde la clandestinidad o la sumisión. Acepta pelear una y otra vez contra el olvido de sí mismo, convencido de que de la contienda solo saldrá muerto o victorioso. Y hacia allá va, creyendo eternamente en el arte.

Victor Vimos Vimos