Estadísticas de Acceso
Con tecnología de Blogger.

Archivo del Blog

16 dic 2009

1500 KILOMETROS Y UN SOLO CLIMAX
(MUESTRA DE POESIA CHILENA)


por:Víctor Hugo Díaz

colaboracion especial desde Santiago de Chile

Chile es un país largo formado por distintos climas, lo constituyen fragmentos territoriales, una suma de trozos de países hermanos y zonas originarias arrebatadas, incorporados ambos a partir de guerras al servicio, como en todas las guerras, de los intereses imperiales y económicos, pero eso es “historia” y geopolítica.

La nacionalidad, sabemos, es un discurso de poder, del poder hegemónico, en cambio el discurso poético y su desarrollo es todo lo contrario, es la búsqueda y expresión individual y también tribal (la fiesta) de mundos y percepciones de realidad distintos y complementarios que expresan lo más concreto, lo que cabe en el puño: la experiencia de vivir aquí y ahora.

Por lo general nuestra poesía se ha apoyado en regionalismos, paisajes, distancias, tradiciones escriturales e imaginarios locales o importados en base a grandes figuras poéticas y cánones establecidos. Hoy en cambio existe una generación de poetas jóvenes chilenos que pasan por encima de estas continuidades y se despliegan sobre un ámbito expresivo más amplio, es decir, la puesta en escena de un discurso si bien es cierto personal, desplegado desde una mirada actual, urbana, corrosiva, social y crítica, me refiero a una poesía que se produce y sucede fuera del repertorio sólo literario y que se expande y convoca en la vida desde el enigma de lo cotidiano, no me refiero a la anécdota, hablemos de sensibilidad, de olfato y tacto poético, que además, está cruzada por un potente y ácido sentido político, no partidista sino ciudadano, es una poesía que reúne en un gesto de incredulidad lo escrito y lo vivido, no es esa poesía de y para escritores; textos imaginistas, barrocos y experimentales que finalmente terminan, cuando ponen el punto final, enfrentándose al terrible hecho de no tener nada que decir, limitándose a un ejercicio de lenguaje. Aquí la palabra no es lo más importante sino la mirada, no se trata de sólo hablar, sino de ver; aquí se siente el clima, se ve la temperatura y la brisa de la experiencia colectiva.

En los poetas que integran esta muestra parcial que viene a continuación, el lenguaje es un soporte y la literatura un pretexto, como afirma Patricia Espinosa ”me interesa un hablante=un texto”, digo yo “no me interesa un texto=un texto”.

Lo singular de este grupo de poetas diversos, o el detalle que quiero hacer notar, es que sus obras se desarrollan en lugares geográficos distantes: la capital Santiago y una provincia alejada, fronteriza, Iquique, a 1500 kms. de distancia. Sin embargo los argumentos que he propuesto los convoca e identifica, aquí el modo de vida y el paisaje que los diferencia los acerca, pero en actitud y uso de los elementos que sí significan: la ciudad, la violencia, el silencio. Materiales que fluyen con naturalidad desde esa materia prima simbólica que nos brinda nuestro real, maravilloso cotidiano.

Creo que frente a la ambigüedad, la figuración inmerecida y la falsa creencia de que la poesía se escribe con los dedos sobre el teclado, requiere tomar partido, defender a sangre aquello en que se cree, no sólo en lo poético, y respaldar a quienes sí son poetas y no tecleadores que lejos de seducir a primera vista, como hacerse amigos o enamorarse, prefieren las explicaciones y la producción tanto de “obras” como de “personajes”, alejando la poesía de aquella decisión racional o conveniente, esa tan adecuada a estos tiempos donde la apariencia y el espectáculo parecen brillar, por ahora. Por lo tanto entonces, la distancia no existe, ni el paisaje, ni los kilómetros, sólo un climax: la honestidad.

NOTA: Esta es una muestra parcial dispuesta por orden alfabético, y que quede claro que hay más poetas actuales que se mueven sobre las características antes señaladas, los que por espacio no incorporo, pero que convocaré en próximas oportunidades: Paredes, Aedo, López, Fritz, Saldaño, Ghigliotto, Ramírez, Saavedra, Barraza, etc.

Danitza Fuentelzar P.
Iquique

DE LOVESONG


Extraño a mí ex -amante;
amante porque tiene mujer que le repite "te quiero",
que le plancha las camisas y lava los calzoncillos amarillos
que yo le regalé,
los que le saque a mordiscos en el pasillo del doceavo piso.
Extraño a mi ex -amante;
que me amó, que amé y que le aman;
ex -amante mentiroso, amoroso, goloso
fantasioso de mi entrepierna,
pretencioso de su lengua pincel
............................ .. .. .. ..
(Jamás me dibujó)


Ha publicado: Inlambrica. Yerba Mala Cartonera, La Paz, Bolivia.

Enrique Winter
Santiago


ESTE CASETTE TOCA SU VIDA

Luego de cinco órdenes de arresto
mi mamá invita a mi papá a la casa
se pone linda, le cocina rico.
Con tres borgoñas y solos
mi papá me confiesa lo que eso indica: que lo ha hecho bien,
que las piernas que abre se mantienen abiertas.
Lo dice porque le conté del viernes:
cinco años sin verla y me tomo la mano.
Este cassette toca su vida
vida que rozo apenas
si con el dedo rebobino.
Mi papá y yo seguimos solos.

Ha publicado: Atar las naves de ED.del temple.Rascacielos, Colección Limón Partido, México

Gladys González
Santiago

NATURALEZA MUERTA


hubo noches
en las que buscaba
con un cuchillo de cocina
el origen de las voces
aterrorizada
con el rostro amoratado
y revuelto

hubo noches
en las que hacía barricadas
para que no me asesinara
con una cortadora de pasto
abriéndome lentamente

hubo noches
en las que me golpearon tanto
que caí al suelo
con un diente destrozado
y la cabeza rota
como una granada hirviendo

hubo noches
sin dinero
sin cortes profundos

caminando por la carretera
con la boca sangrando
los ojos perdidos

el rostro blanco
resplandeciente

entre los reflectores
de los automóviles

Ha publicado: Gran Avenida, Aire Quemado, Editorial Calabaza del Diablo, Chile

Jonathan Guillén
Iquique

DESPEDIDA


Vestirse de rojo;
caminar indiferente el tránsito
a la hora de los tacos en el centro.
La espalda mojada por el sudor
y el sol como quien abraza en una despedida.
Ver pasar la tarde de reojo
frente a una pileta que escupe en tus zapatos.
Divisar a un conocido en la acera de enfrente
cuando el semáforo está en rojo, ignorarlo.
Sicosear a esa mujer que tanto has seguido
después de tragar el último antidepresivo,
ir tras ella hasta la playa,
imaginarla;
y contemplar el mar por entre medio de sus piernas.

Ha publicado: Urbana siniestra, Yerba Mala Cartonera, La Paz, Bolivia

Juan Malebrán
Alto Hospicio


LA INTERNACIONAL

Ella es la bailarina que ganó cinco mil soles mensuales en Lima, a la que maquillaban como a una gran estrella, mientras le daban las últimas instrucciones antes de salir a escena.

La nena que frente a las cámaras sonreía y a quien los reflectores seguían en cada uno de sus movimientos.

Por ella gritaron entusiasmados los espectadores en el estudio y en sus casas cientos de niñas imitaron cada uno de los pasos de sus coreografías.

Ella es la misma que atravesando las luces de la capital, regresaba a llorar sola bajo su almohada, anhelando volver pronto a caminar, por las mismas calles de su triste barrio.

((Ahora, con varios kilos de más y con las tetas caídas, su único sustento es un aviso en el diario y el ring tone de su celular))

Ha publicado: Reproducción en curso, Yerba Mala Cartonera, La Paz, Bolivia.


Juan Carlos Urtaza
Santiago


El que viene detrás de mí
sabrá donde poner el pie

esquivar ese golpe
que me sigue desde niño

enterrar el hueso
que me astilla la mano

y poner fin a la cuenta
que sostiene mi tiempo

El que viene detrás de mí
contará hasta diez

en sus segundos correrá la vida
la sangre que perdí

será mi doble en la multitud
hasta desaparecer.

Ha publicado: K.O, autoedición, Chile

Juan José Podestá
Iquique


HAY ALGO QUE NO ESTA BIEN

Un declive en la mesa al fondo del corredor
Y un mantel a medio correr en la misma mesa
Cierto aire enrarecido en la pieza oscura
Una puerta descreída de las cerraduras
y una llave en otro lugar
En otro lugar la revista que dejaron sobre ese mueble
y el mueble ladeado en un ángulo infinitesimal
La gotera se multiplica y el que la quiere cerrar no puede
Hay una cierta mirada
Cierto desdén en los ojos
Un chasquido de labios
Una parada que algo quiere decir
Una respiración
Cierto dolor entre ambos

Hay algo que no está bien
Una pistola que brilla en el velador.

Ha publicado: Novela negra, Yerba Mala Cartonera, La Paz, Bolivia

Marcelo Ramos
Iquique

TARRO VACÍO.-


en tu cumpleaños

Es tarde y pronto pasará la basura
Se llevará los restos de la fiesta que terminó temprano
Mirar como se manipulan los desechos habla mal de mí
Peor sentarse a llorar o escribir una carta
-Hace tiempo que no duermo contigo, todo está mal-

El cuerpo tiende a la descomposición
cuando sin querer no se puede dormir

Hay tarifas que se pagan con sangre
Y otras que simplemente se olvidan
Cuentas que se arrojan a la basura, no por olvido si no por cortesía

Cuando acabó la fiesta encendimos la luz
Miramos los rostros de cada uno, los contamos
Calculamos los amigos son pocos
Tú partiste incluso antes
Cuando recogimos la mesa ya no estabas
Y los amigos me vieron llorar contra la puerta

Prefiero no volver a casa y tomar la flota en cuanto puedo
Reírme de lo ajeno que parece el cáncer que no se quita con una ducha
Lo otro si, el recuerdo de una playa que parece vacía
El juego de manteles para tu cumpleaños
Las llamadas telefónicas desde un país extranjero
Todo se olvida como nos enseñaron se debe olvidar lo verdadero

Ser al final lo ajeno
La astilla en el dedo índice –una molestia-
Recordar que para esto nacimos no me provoca gracia
Quizás un poco de risa

La película que lo explicaba no la vi

Nunca el viaje tuvo motivo
Solamente cuentas irregulares que no se pagan en cuotas
Cancelaciones pasadas de moda que te hacen salir arrugas
Cosas que no importan como el vicio o sentirse tan sólo

En la calle nadie devuelve la mirada al mendigo
Sólo monedas que caen para desviar la mirada de quien se permite estar
donde le corresponde.
Dentro de la casa es tarde

Celebración a oscuras donde nadie habla ni pregunta por qué


Ha publicado: Rayado de cancha, Yerba Mala Cartonera, La Paz, Bolivia.

Priscilla Cajales
Santiago


PANORÁMICA III

No éramos los más bellos
si los felices y valientes

arrojados a lo intempestivo
de una muerte prematura
como la certeza del fin

en ese entonces poco importaban los años
la borrachera
la pobreza

buscábamos chequeras abandonadas
en el supermercado
cerca de la casa de tu amigo

por esos días recorríamos las calles haciendo el amor
en todas sus formas
nada
podría detenernos en ese tiempo

ni la vergüenza, ni la mentira, ni el sufrimiento más cruel

pero la poca belleza que poseíamos en ese entonces
no fue suficiente

la valentía se acabo con el tiempo y vino el miedo
el frío
y el más completo de los silencios.


Ha publicado: Termitas, Ed. Calabaza del Diablo. Chile

TALLER INTENSIVO dirigido por Huilo Ruales Hualca


Como se sabe el maestro Huilo Ruales regresa a su residencia de Paris el dia lunes 21 de diciembre, debido a esto se convoca el taller:

FIN DE SEMANA DE LECTURA Y ESCRITURA A FONDO
Que tratar sobre:

Orientación bibliográfica / Escritura lúdica / Aproximación a vida y obra de autores contemporáneos

/Debate crítico y autocrítico en base de textos de los participantes/

Apreciación de proyectos individuales de escritura/

y, por supuesto, humor, ingenio, camaradería.

Duración 12 horas : entre Sábado 19 y domingo 20 de diciembre
Costo general, 80 dólares. Estudiantes y desempleados, 50 dólares
Información e inscripción: 087325620

CREACIÓN
Cartografía del sueño (Capitulo III)
Espacio destinado a elaborar muestreos virtuales basados en trabajos foto-etnográficos de los diferentes aspectos de la vida cultural (tanto en las líneas de dialogo entre la ciudad y su periferia, así como en los imaginarios colectivos de los distintos hemisferios del planeta). Esta semana nuestro invitado es Jorge Alban con un extracto de su proyecto: Las ciudades y los días, que tiene como fin la creación de un diario de impresiones fotográficas sobre cada una de las ciudades que lo acogen, en este caso La Habana, que el artista visitó durante uno de sus viajes.

Las ciudades y los días 
Capitulo : La Habana












Jorge Albán - 1980 
Tiene estudios formales en jurisprudencia y artes plásticas. Sus inquietudes van desde la literatura y el arte contemporáneo hasta la cinematografía y las políticas culturales
Estudia en el ITAE de Guayaquil y su trabajo versa sobre observaciones urbanas .

8 dic 2009


Sobre la publicación de :Los poemas que vi por un telescopio (Ciudad de México: Tierra Adentro, 2009) de Yaxkin Melchy



por: Héctor Hernández Montecinos

La poesía siegue siendo uno de esos grandes secretos a voces, su inminente carácter entre subterráneo y arte mayor quizá sea una de las razones por lo cual el mercado no ha insistido en apropiarse de ella, por más que intente apaciguar estéticas y comprar silencios literarios incentivando al miedo de manera desesperada, o intentando poner un valor a lo que pueda ser la escritura, que sin más se seguirá moviendo entre el ocio, la desesperación y la rebeldía.

No es extraño que este continente sea el que más poetas haya visto pasar desde el siglo recién pasado hasta ahora, pero sí lo es la profunda radicalidad en muchas de sus propuestas y el intransigente delirio de las operaciones textuales de dichas obras. Varias serían las causas posibles para explicar tal grado de experimentalidad, pero éstas mismas serían nuevas preguntas, porque a pesar de poder dar luces sobre el fenómeno generarían más interesantes tensiones que nos ayudaría a deslindar las nociones de tradición y centro, nacional y extranjero, institucional y marginal.

Estos preámbulos se me vienen a la mente para de algún modo poder explicar la conmoción y el desconcierto ante Los poemas que vi por un telescopio de Yaxkin Melchy, que sin lugar a dudas inaugura una sensibilidad e imaginario no visto en la poesía mexicana reciente y que abre con fuerza y claridad un puente simbólico con los más destacados escritores latinoamericanos de su generación, es decir, pienso en poetas nacidos a mediados de los 80 como el guatemalteco Wingston González, el boliviano Osdmar Filipovich, el colombiano Alexander Ríos, el poeta peruano Willni Dávalos, la poeta argentina Valeria Meiller, el chileno Camilo Herrera, entre tantos otros.

La poesía de Yaxkin Melchy encuentra en la musicalidad de la lengua un soporte para descargar una voz potente, diáfana, delirante y sobretodo anclada en un porvenir espacial escrito desde la primera noche estrellada de la humanidad hasta la de hoy, pues en Los poemas que vi por un telescopio cada palabra es un cuerpo celeste, y cada poema una constelación que cambia de forma como los ojos que la contemplan. Una escritura sin miedo, libre y nómade entre la ternura como gesto político y un inconfundible tono que congrega los altibajos de una época, de una escena, de sí mismo.

Los poemas que vi por un telescopio está dividido en tres partes. La primera es “IEU Inscripciones”, donde el poeta inicia su mirada al cielo poniendo sus pies en el barro que él mismo contempla confrontado su mundo personal con el fracaso y el miedo de una generación que optó por callarse y dormirse en un nicho funerario en vez de salir a quemar los poemas a las calles llenas de deseo, vida y aventura. Es más que un manifiesto y menos que una proclama, pues es un llamado de atención y de algún modo una venganza en contra de la complicidad de la abulia que prefiere la comodidad en vez del desacato, que se siente cómoda en una sociedad del bienestar en vez de reconocer y ver la catástrofe. Cito:

Me avergonzaron ustedes Reversificadores Radios con cabeza Me convirtieron en un programa de computadora y estoy teletipeando un manifiesto resultado del trayecto de una bala por el cerebro (20).

La segunda parte del libro es “C Los poemas que vi por un telescopio”. Aquí se comienza a construir un observatorio que mira hacia sí mismo, hacia una profunda tristeza, hacia una rabia contenida, hacia una soledad que convierte al autor en parte de una constelación que sólo él ve en la propia noche de su vida. Desde esta posición contempla tanto los componentes del ADN como las partículas suspendidas en la galaxia, y es en ese campo de visibilidad que los textos adquieren una fuerza sobrenatural y una expresividad que conmueve. Andrómeda le dicta poemas, le muestra imágenes, sueños del futuro, del siglo 30, visiones de un sueño colectivo de la humanidad. Los signos lingüísticos son signos celestes, y en cada poema es una constelación metafórica mayor. Cito:

Yo sólo quiero servir a los niños del futuro que me roerán los huesos escribiendo en las computadoras Yo soy este tipo que se cree un piano que florece Este tipo que se cree cometa (87)

Por último, “D Los sueños, los viajes” es la aventura visual más intensa, pues se dan lugar en este cielo tanto poemas como imágenes de estos poemas que recuerdan las escrituras antes de la escritura y que son el secreto de la primera humanidad mirando el cielo. Son sueños, son constelaciones hablándole al poeta. Son flashes de otra dimensión que ni siquiera llegamos a imaginar, es otra lengua, una lengua muerta del futuro, una lengua muerta el castellano pareciera decirnos Yaxkin Melchy, que sin lugar a dudas, es el poeta joven que más lejos ha llegado en su vuelo poético, en su caminata espacial sobre las estrellas que veremos en millones de años. Nunca el cielo había estado tan a la mano de un poeta que sin quererlo nos devuelve una esperanza, un sueño, una utopía allá en esas estrellas que somos nosotros mismos vistos desde la muerte.

Tanto Los poemas que vi por un telescopio, como sus libros y plaquetes anteriores son parte de una obra mayor, portentosa, desbordada, que es El Nuevo Mundo, que sólo el autor conoce en su totalidad aunque aún no la haya terminado de escribir, y eso es la poesía ver o soñar lo que nadie más intentará imaginar, hacer presente lo que no existe todavía y que más encima ese fantasma que es futuro nos hable directamente a la cara mediante un libro de poemas de un chico mexicano de 24 años.

Si Yaxkin Melchy no es un espía del año 2312, en realidad no sé cómo pudo escribir este libro y no puedo ni imaginarme todo lo que nos brindará en los siglos que le quedan en este mundo. Sólo sé que al final de Los poemas que vi por un telescopio nos cuenta un gran secreto, quizá el secreto mejor guardado para la humanidad: 0110110111010001101111.

Extracto de :LOS POEMAS QUE VI POR UN TELESCOPIO

¤
Bajo esta lámpara me apresuro a continuar viviendo
me apresuro a no terminar mi sueño
a nunca dormir sino a soñar despierto como un Arco Iris hacia el futuro

Y sólo tengo esperanza en que llegarán los campos nuevamente
para dar alimento a los hombres
Tengo esperanza como una ballena varada en la playa
en que los niños me arrastrarán al mar, porque soy ballena y hombre

Mañana me muero y aunque mi vida se extienda por años sobre los trigos
por amaneceres sobre las ventanas
o minutos dentro de los pájaros
tengo esperanza en cada impulso de mis nervios
en las escaleras tras cada sueño que olvido
en este manifiesto

Me siento tan mal de mis hábitos ya no quiero vivir en el amanecer La atmósfera ha cambiado como un reloj meteorológico en mi cabeza Me han quemado los rayos por n- vez y las imágenes de los tornados me fueron sacando de quicio Me sentí mal de mis hábitos Escuché los volcanes erupcionar y los cometas caer en picada enloquecidos por el pasto Ya no quiero vivir en el amanecer En la claridad deliré literatura La literatura era una cadena de recortes Destruyan el cielo La probabilidad del mundo se diluye La probabilidad del mundo atada a la cola de mil peces arco-iris Suben y hacen bóvedas celestes Bodegas de libros que se destruyen por la noche Arco iris violeta destrozado Arco iris naranja destrozado Arco iris verde destrozado Arco iris índigo destrozado Arco iris azul destrozado Arco iris amarillo destrozado Arco iris rojo destrozado Arco iris magenta destrozado Arco iris gris destrozado Arco iris blanco destrozado Arco iris negro destrozado Las escuelas silenciosas han guardado sus libros Ya no quiero vivir en el amanecer Sino quemar por las noches los poemas prestados porque al amanecer de las cenizas brotarán los gallos monocromos que cantan Arco iris En los ojos tengo unas telarañas que me iré sacando mientras destruyo este cielo Tan vasto Tan hermoso Tan inteligente Tan barroco Tan arena inasible Tan fan del vacío

Me avergonzaron ustedes Salí a pisar unos insectos Los encontré como sus pequeños corazones llenos de fanatismo Tan pequeño es su corazón como una polilla alrededor de un foco La música está cantando por ustedes Por la patria se comieron la ropa Por la patria se tragaron los zapatos y dejaron de salir a los caminos Me avergonzaron ustedes La probabilidad del mundo no es una patria editorial La probabilidad del mundo: Versos fierro Versos furia ¿Qué buscan? Deliré literatura y las torres de la Biblia se me aparecieron como estratos de verdades y mentiras que Imponían Cruzaban Esquivaban sus voces como máquinas armadas Y la noche trató de arroparme y mojarme la frente Entendí que el poema también nacería de ese modo Pero me avergonzaron ustedes y dejé detrás sus versiones definitivas y el charrismo de los sueños Me avergonzaron ustedes Reversificadores Radios con cabezas Me convirtieron en un programa de computadora y estoy teletipeando un manifiesto resultado del trayecto de una bala por el cerebro:

Una nueva forma del crimen alterar los nombres
Derivar las coordenadas
Proyectar lo real entre dos estrellas fugaces
Hacer cometa todo lo que ocurre en la mente
Cometas negros.

( Lenguaje de programación mental )


¤

Perdí el control, todos los cerros se fueron iluminando
ayer parecían ballenas negras
varadas en los lagos de la tranquilidad

Caminamos hacia las tres cordilleras
la tierra seca, el pasto chamuscado
una espina y una cruz de luces

Caímos en la sal
gritamos pensando en un canto
pero fue el canto del viento atómico y la propaganda

Rastrojos de hierba,
el tiempo había envejecido
creciendo sobre las ciudades

Un espíritu, una hermosa flor en una fotografía
un retablo con diez mil santos
todos con las manos cortadas

Signos matemáticos
estrellas de letras improbables
los santos de las estrellas brillan en nuestros hombros

Y grandes y pequeños
nos conocíamos por las estaturas y las voces
por llevar parte de la cara al Sol y a la sombra

Fumaron, los más viejos
hicieron círculos, levantaron polvo
yo pensé en los viejos motores con el corazón explotando

Me pidieron que fuese a una de las cordilleras
a traer las espinas del amor con púas
y una lámpara que está conectada en el escritorio

Me despedí del campo y de una placa oxidada
en la que mi madre llora con los ojos quemados
tal vez me cantó a los oídos, porque aún la recuerdo

Subí por el rayo de las culebras
a ratos el viento enfurecía contra mí
a ratos las casas iban pasando como en películas

Me crucé con algunos tipos
con algunos otros y otros
un rayo cayó sobre mis palmas

Ellos llegaron de una nave espacial
con espinas del amor de púas
con la cara roja y las manos heridas

Llegaron o aparecieron o están en este momento
porque las dimensiones se conectaron
y me dijeron que la lámpara del escritorio era un nuevo Sol

Me senté a mirarlos
tenían enormes garras, su mundo era monocromo
y me llamaban, sabía que me llamaban porque me conocían

Pero yo no pude cruzar entre las dimensiones
quizá porque había perdido el control de mi vida
y el mundo que es como mi vida y mi vida que es como el amor con púas

El lago era un enorme cristalino
del otro lado me mirarían los hombres de vidrio
y verían mi mundo como un caleidoscopio

Pero no pude cruzar entre las dimensiones
quizá porque había perdido el control de mi vida
y el mundo que es como mi vida y mi vida que es como el amor con púas

Entonces se abrieron las bocas del miedo
los paredones y los antiguos rifles
me dijeron: no temas de…

Y cantó el animal con plumas
el perro del diablo y el diablo de mi vientre.
Me llamaban. Me conocían. Comenzó la música en el cielo



POEMA DIBUJO FOTOCOPIA


Las estepas Los pequeños fideos del tiempo y los eclipses colgando en las orejas me tienen sitiado Parece que se abre en mi pecho un carro y de él salen gusanos En los ojos me entró la aurora y los pájaros se pegaron sobre los vidrios para picar y comerme los pulmones

Fotocopia de insectos Hormigas o pequeñas familias en enormes laberintos con las patas grises y la carne pringada Hierve la aurora en el Sol del Infierno Se queman las hormigas para alumbrarnos Santa Bandera del Sol se queman las hormigas para alumbrarnos

Obra de la vida con el poema de las fotocopias monstruosas de los viejos libros Obra de la furia de los colores Fotocopia-arcoiris Obra que se interpone entre mi vida y mi madre como un estanque sobre otro estanque sobre el cielo

En el aire y en la contaminación del cielo brilla una serpiente Las serpientes marinas que tienen los dientes de las estalactitas y viven en las cavernas Recuerdo dentro del mar una corriente en el corazón invisible

Reescribir algunas cosas: revolver escritura con: envidia rojo azul odio silencio mercadería por performance odio por cuchicheo trigales sutiles y círculos de aviaciones malignas

El odio de las parcelas de la historia Los retazos del dibujo fotocopia y obra En la contaminación del cielo brilla la piel de una serpiente Se queman sus escamas y nos llueven las chispas La serpiente se ha ido al porvenir


FILMAMOS UN VIDEO PARA EL AÑO DE 3330,
TITULADO: VIVIR SIN LUZ NUEVAMENTE
HASTA QUE SE ACABE ESTE ABECEDARIO DE
PÁJAROS EN EL HAMBRE


Vivir sin luz nuevamente
y no puedo escribir Luna detrás de las nubes
hasta que la Luna reaparece

los ríos alumbran violetas
los cerros se contornan como anuncios publicitarios pero casi no recuerdo los anuncios
porque la luz se ha ido de mis ojos y se ha ido de mi memoria

Vivir sin luz hasta que reaparezcan las estrellas una por una en el candelabro
Vivir sin luz hasta que reaparezcan las estrellas una por una y por palabra

Sólo la supervivencia alumbra mis brazos
trabajo la tierra en la noche y en el acalorado día negro
mojo los pies en el lodo
aún recuerdo a mis amigos cuando existía la ciudad
en ese entonces yo veía mi rostro

Ahora
soy un animal de cobre en el mundo sin continentes
sin costas sin penínsulas
soy un país cualquiera a oscuras
reposo mi imaginación y hago un mapa del mundo en este fango:

desbarato el continente Americano
desbarato África
desbarato Asia
desbarato Europa
desbarato Oceanía
Tierra que canta revolviéndose con el mar

Viejos mares azules existieron cuando ardía el Sol
Hoy, miro en una computadora al poema,
antes de que se apague
el color de las abejas
el color de los árboles
con los últimos segundos de energía

Entonces me dolerán los ojos
y miraré hacia las estrellas muertas imaginando los colores

Mi abuelo fue Meme Rocha escribiendo que antes de bailar tras las estrellas, la mitad del día era negro y la gente telecopiaba el cielo
Mi abuelo fue Meme Rocha escribiendo que antes de bailar tras las estrellas, la mitad del día era negro y la gente telecopiaba el cielo
Mi abuelo fue Meme Rocha escribiendo que antes de bailar tras las estrellas, la mitad del día era negro y la gente telecopiaba el cielo
Mi abuelo fue Meme Rocha escribiendo que antes de bailar tras las estrellas, la mitad del día era negro y la gente telecopiaba el cielo
Mi abuelo fue Meme Rocha escribiendo que antes de bailar tras las estrellas, la mitad del día era negro y la gente telecopiaba el cielo



Yaxkyn Melchy Ramos (ciudad de México, 1985) se graduó en Diseño Industrial y estudia actualmente Letras Hispánicas en la UNAM. A los 24 años tiene experiencia en la creación alternativa y experimental. También es autor de los libros Ciudades electrodomésticas, Nada en contra y El Nuevo Mundo. Poemas de su autoría aparecen en las antologías Paraíso en llamas, Tigres del porvenir y los Poemas hechos por chicos mexicanos para almas imaginarias. Es editor de la revista Santa Muerte Cartonera y pertenece a la Re d Los poetas salvajes. Su Ultimo trabajo : Los poemas que vi a través de un telescopio, gano el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino edición 35

Reseñas
Para un lector más astuto que yo

Por: Janina Suarez Pinzon
Tras una indagación online entré en contexto con El discurso vacío y los rasgos autobiográficos o autoficticios que Jorge Mario Varlotta Levrero (Montevideo, Uruguay 1940-2004) revela en esta novela (diario íntimo, si cabe clasificarlo por género). A medida que iba descubrimiento sus palabras fui empatizándome con su “realismo introspectivo” y su visión de que a través de la escritura se apreciara la realidad (no la exterior), y que la escritura salvara al espíritu puesto que aquel que se entrega a una actividad material se convierte en un canalla. Para Mario Levrero el auténtico escritor es quien escribe por necesidad de escribir, quien investiga alguna idea hasta que resulte en literatura.

La empatía se tornó simpatía, acepte crédulamente que el autor-narrador dijo solo la verdad puesto que es él mismo quien narra sus experiencias y vivencias. Su texto es irrefutable como todo pacto autobiográfico (noción de Philippe Lejeune que refiere por un lado a que el escritor/narrador será el mismo cada vez que se enuncia como el Yo, y por otra parte el lector ha pactado creer en la identidad propuesta en el texto). Aunque en estos tiempo modernos el acercamiento o distanciamiento con el escritor es variable. Cuando avanzaba en la lectura de la novela en cuestión tuve altibajos de atención por unos momentos parecía una fórmula que previo al cierre de las páginas del diario toda acción quedara en stand by por la presencia de la esposa del narrador.

En todo caso creí en la escurridiza memoria de M L, en su testimonio, en sus revelaciones y omisiones, más aún cuando el autor-narrador me previno que la novela que tuve en mis manos es fiel a los originales, excepto por pequeñas operaciones quirúrgicas dadas en el momento de la corrección. “Es un relato casi simultáneo con los hechos vividos que no tienen una sola palabra de invención1.”

No debía dar cabida a cuestionamientos, aunque ciertamente rondaba por mi cabeza si es que el autor-narrador sabría todo lo que quiere decir y diría todo lo que recuerda o cuánto de ficción hubo en su relato o qué enmascaro el yo de su texto. A continuación les contare como organizó su novela Levrero, publicada en el 2006.

Se trata de una selección arbitraria de episodios de la vida del escritor ocurridos entre el 22 de diciembre de 1989 y el 22 de septiembre de 1991. Aunque especificar las fechas no da garantía de una cronología de la inspiración como ejemplo está el epílogo donde se plantean dos fechas finales: noviembre de 1991 y mayo de 1993. En una de éstas quizá el discurso tomó otra forma, se mejoró la continuidad.

El propósito de M L es encontrar la alquimia, la verdad, para ello intercalo un grupo de textos caligráficos ordenados cronológicamente llamados Ejercicios, y un texto literario titulado El discurso vacío.

El primero detalla la puesta en marcha de una autoterapia grafológica con la pretensión de lograr cambios en la conducta y el nivel psíquico. Dependiendo del esmero con el que el autor-narrador realizara los trazos de las letras mejoraría su actitud y combatiría la dispersión. Ejercicios da cuenta del proceso fallido para cumplir los objetivos autoimpuestos por el autor-narrador en su afán de hacer más legible la escritura manual y con ello de alguna manera ir centrando su yo. Él confiesa que la terapia no frena ni el pensamiento ni los significados mucho menos las relaciones de ideas y de imágenes. “Tengo plena conciencia de que estos ejercicios caligráficos han ido derivando en ejercicios narrativos; hay un discurso –un estilo, una forma, más que un pensamiento- que se impone ansiosamente a mi voluntad2”.

Simultáneamente las partes de El discurso corresponden a la misión del autor-narrador por develar el fluir de contenidos que se enmascaran de vacío, de trivialidad, de falsedad. Existe una necesidad para escribir una idea que gira en torno a lo que sueña, pero como los sueños son un collage de imágenes se los debe estructurar coherentemente dentro de la historia autobiográfica para que tomen sentido; ese es el procedimiento del escritor para que se equilibre y articule la diversidad que se le ha revelado.

El discurso se construye de fragmentos psicóticos del autor-narrador que entremezcla las irrupciones de su esposa Alicia, su hijo Juan Ignacio y su perro Pongo, a quienes dedicó la obra; a su vez que informa el porqué cuando niño tuvo que “vivir en la mente” debido a la prescripción médica por el soplo al corazón que padecía; asimismo su telepatía, sus desplazamientos entre Colonia y Buenos Aires, sus trabajos eventuales como crucigramista, profesor de talleres literarios y colaborador de revistas; un narrador que se desdobla en su improductividad por falta de alicientes o motivaciones; que discute su identidad y su cuerpo. Su intimidad…

“En mi literatura no hay búsqueda de claves, sino de imágenes y situaciones; después —no como autor, sino como lector—, y a veces mucho después de escrito un texto, puedo tratar de interpretarlo con claves junguianas o freudianas o de mi propia cosecha para ver si puedo mejorar personalmente en algo; pero nunca en el acto de escribir, que debe ser lo más libre posible, aunque últimamente, que escribo a nivel más superficial, puedo jugar con interpretaciones simultáneas en el propio texto3” Se que Levrero me ofrece una escritura honesta de su mundo onírico, sin sofisterías. Seguí sus líneas confianzudamente. Me convenció lo cotidiano de su narración. Su relato me estimuló a perderme en otros de sus escritos, tratando de empaparme de más frases suyas, de más pautas sobre lo que él descubrió. Sentí fuerzas para despertar y avivar mi seso, muchas veces sospecho que vivo en un trance y que mi aislamiento es infructuoso y que me doblega la pereza, el baile y el ocio. Se me complica cultivar mi paciencia y dar con los recovecos para recordar las imágenes no las palabras. Me repito que la verdad se recibe de uno mismo, de investigar el inconsciente como lo leí en Proust: lo que muestra cada autor en sus obras (“Conclusiones”) no responderá a las inquietudes del ávido lector, solo excitará sus deseos (“Incitaciones”). Sin embargo no soy conformista, quiero aventurar, buscar una voz propia y personal, aún cuando fuera difícil de resistir a la tentación de aplicar fórmulas. Tomaré al tiempo por las astas para trascender a los disimulos... Ahora que he palpado el mundo del texto en el texto de Levrero me doy cuenta de las posibilidades abiertas para relacionar lo que el autor-narrador imaginó con mi mundo real.

¿Es posible escribir sin artificios literarios? ¿Mario Levrero encontró la verdad sobre sí? ¿Acaso las vivencias del autor-narrador no lo engañan puesto que al cristalizarse terminarían desnaturalizándose en el relato? Recuerdo que al respecto del acto de creación, Levrero dijo: “sería aquél en que un contenido (que tiene en sí mismo una estructura estética) es vertido desde una zona inconsciente del ser hacia la consciencia (…) que se completa con la intervención del yo consciente al transcribirlo sobre un soporte material4.” Tal intervención implica permitirle a las imágenes que generen asociaciones para comprender el “mensaje del inconsciente”.

Siguiendo el ejemplo levreriano la literatura no implicaría una disciplina diaria o un hábito frente a la hoja en blanco para explayarse con mucha atención en el texto que va surgiendo, en los contenidos y coherencia del discurso. Tampoco se trataría de escribir por placer dominado por la retórica y los sentimientos sino que “es necesario un estímulo a dos puntas: la necesidad de sacar algo a la luz, y la necesidad de comunicarlo a alguien5.”

Qué beneficio tiene para Levrero exponerme vivencias reales, destapar el ámbito privado y romper la máscara. El discurso vacío es un compilado de enseñanzas que no puede ser pasado por alto si se anhela ser auténtico. Quizá existe un poco de afán “evangelizador” útil para todo iniciado en las letras o para despabilar a aquellos escritores que no se sientan completos. Como si se tratara de un taller literario que dirige Levrero se induce a aprovechar las irrupciones, las triviales pulsiones y hasta los sueños dejando que la percepción varíe, que aparezca la inspiración y se de paso a la comunicación (“lo que no pienso, no lo vivo.”)

Apoyos bibliográficos:
•Cuestionario inédito a Mario Levrero. El País. Septiembre 2004
•Levrero, Mario. El discurso vacío. Editorial Interzona. 2006
•González, Marina. La metanarración en la autobiografía. Revista Signos. 1999
•Paniagua, Pablo ¿Qué es la literatura fractal? Junio 2007
•Revista La Idea Fija. Año 1. Número 2. Septiembre 2000. Sección Saurio: Espacios Libres.
•Revista Posdata. Número 176. Enero 1998.


Janina Suárez Pinzón (Guayaquil en 1981) comienza su formación en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, se recibe como Periodista Profesional en 2005. Paralelamente ingresa al staff de Revista Vistazo, dos años más tarde se traslada a Buenos Aires para iniciar un posgrado en Comunicación y Creación Cultural. Actualmente se desempeña como Asistente de Coordinación de la Revista Ahora Mamá, con residencia en Argentina.

CREACIÓN
Cartografía del sueño ( Capitulo II)





Espacio destinado a elaborar muestreos virtuales basados en trabajos foto-etnográficos de los diferentes aspectos de la vida cultural (tanto en las líneas de dialogo entre la ciudad y su periferia, así como en los imaginarios colectivos de los distintos hemisferios del planeta). Esta semana nuestro invitado es es Kathy García con un adelanto de su proyecto: Anatomía del efecto, que tiene como fin realizar un recorrido por las distintas representaciones culturales ( sus bifurcaciones y significados) del afecto en la vida humana. La cercanía, el tacto, la distancia, lo sugerente y lo instintivo forman parte de un escabullirse por la intimidad de las personas, un pasadizo a las escenas que creemos privadas, pero no…

ANATOMÍA DEL EFECTO
4 VARIACIONES DEL RECOGIMIENTO

CARTOGRAFÍA:

             I








            II







             III






Kathy García (Guayaquil 1986) tiene estudios formales en comunicación, pero sus intereses desbordan los mismos llevándola a experimentar las mas variada tendencias del arte. Poesía, teatro, cine y fotografía han convivido en ella desde que tiene uso y razón, preparando lentamente, entre el expresionismo alemán y el video arte, intervenciones artísticas de toda clase. Actualmente es productora general del colectivo MECANIMA PRODUCCIONES, que realiza actividades cinematográficas, tanto en la creación como producción de films a nivel local, su ultima intervención publica fue el 1er FESTIVAL DE VIDEO CLIPS: PROTESTA 2009

Eventos
Lanzamiento del Libro "Rimmel" de René Jurado R.


"...magnífico conjunto de cuentos llenos de intensidad,
poesía y personajes a punto de disolverse en el silencio y la tragedia..."

Huilo Ruales Hualca


Rene Jurado : Formó parte del grupo Tientos y diferencias antes de ingresar al taller de Miguel Donoso Pareja en Quito.
Fue fundador la revista Arte en la calle, con Pilar Bustos, y también de La pequeña Lulupa con Huilo Ruales,

Galo Galarza, Ramiro Arias etc. Corresponsal de Eskeletra en España desde 1986.
En Suiza trabajó con el grupo Solidaridad con Latinoamérica,
y en España en la Revista Literatura del Grupo Baroja de San Sebastián.
Hace un año retornó después de 25 años y creó la editorial Estación Sur, radicada en Quito.

Datos:
Viernes 11 de diciembre del 2009, a las 19h00
Sala Jorge Icaza,
Casa de la Cultura Ecuatoriana "Benjamín Carrión"
(6 de Diciembre N16-224 y Patria)
Quito - Ecuador

EL ENEMIGO EN CASA
(Aproximación a dos cuentos de Walter Jimbo)


Colaboración especial : Carlos Luis Ortiz M.

Una narración surge de la necesidad de testimoniar un episodio de nuestras vidas que, posteriormente se ha visto alimentado y hasta cierto punto amortiguado por el amplio paraíso de la ficción. Se escribe y se cuenta a partir de las bondades de la memoria, tomando elementos de cada uno de los imperios que ella levanta. Se la bifurca, se la hibridiza, se la habita desde un presente en el cual adoptamos la noción de fragmentos.

El escritor está dividido, lima los barrotes del pasado. Sale de él, retorna en espiral sin captar la diferencia entre los puntos cardinales, a cuestas con la edad que decrece hacia la inocencia, lugar al que deberíamos acudir todos, a pesar de haber perdido el camino de regreso. Me aproximo a dos relatos de un breve, pero intenso libro de Walter Jimbo (Macará – 1973), titulado El enemigo en casa, perteneciente a la colección Premio Nacional de Literatura 2008 del Ministerio de Cultura del Ecuador, no sin antes citar a Francisco Umbral, donde parece condensar la intensión de una misiva, de la que ya se encargará de responder el silencio: “El escritor, el amigo. La sangre del escritor es tiempo” .

El enemigo en casa tiene la suerte de tríptico: Ecos de la trampa, Paraíso enfermo y Tambores del silencio, conformando un total de 15 relatos, en los cuales escasean los diálogos formales, dejando al lector elaborar una conversación con él mismo, un intercambio de palabras que trascienden más allá de los personajes, que aparecen como una evocación del narrador, quien habla detrás de una malla, con la acertada distorsión de un lirismo que acompaña a la composición de principio a fin.

El libro elabora un constante juego de ausencias, extiende un letargo donde se compactan los seres queridos, las cosas perdidas, la infancia plagiada. Cuentos desarrollados con la sutileza de la poesía, de la que parece no desprenderse el autor, sin perder en ningún momento la noción del cuento, como género exacto y difícil. Walter Jimbo no resiente de la tensión ni de la intensidad del género. No se estanca en la mera anécdota, sino que revierte sentimientos universales, que los circunscriben dentro de la condición humana, dicho sea de paso, los relatos del autor son de carácter simbólico y metafórico. ¿Acaso maneras de hacer frente a la soledad?.


En Después del mañana, el narrador no nos sugiere una ciudad con nombre, la historia puede desarrollarse en la sierra como en el trópico. El sentir del relato supera las condiciones climáticas, para ahondar en el vocabulario de lo mudo, del mortal que aprendió a hablarle a las cosas, a encontrarle significado a las otredades. Cito a continuación parte del texto:

Mi padre pasó de largo por el frente de la casa. Yo contaba los pasos que le faltaban para llegar y abrir la puerta, conozco muy bien sus pisadas y por más distancia a la que esté siempre sabré a que hora llega a tal o cual lugar. Soy el único que lo espera. El único que sabe en que momento terminan sus visitas. Solamente los dos vivimos en esta casa oscura y empolvada. Casi no nos vemos las caras, pero por los sonidos que hacemos sabemos muy bien de nuestros movimientos y hasta de nuestros pensamientos


Si bien los textos de Jimbo circundan por el recuerdo, cabe la posibilidad de apartarlos de la noción del hombre posmoderno, del que no quiere ver más allá de lo enmendado por el día a día, de quien reniega del ayer porque lo desconoce y se implanta futuros inexistentes. El narrador, en este caso, es un bohío donde se desmoronan los maderos. Es un cuerpo consciente que muda de piel, o a su vez, que aprendió a vivir entre cortezas, pero cuenta, testimonia, hace flama. Al final, nuevamente los personajes como ánimas.

Mi padre pasó de largo. Fue olfateando el rastro invisible de mi madre. No la va a encontrar. Mi padre la dejó marcharse alguna vez, cuando la vio pasar por el frente de la casa. No la va a encontrar, mi madre es un invento de mi padre. Un pretexto para dejarme solo, con el café servido.

La sutileza de cada una de los textos narrativos, va acompañada del misterio que supone el lenguaje de las cosas. Los objetos adquieren forma a partir de la fuerza con que son nombrados y con la intensidad que el narrador, mediante su estilo, caracterizado por la fusión relato y poesía hacen de la lectura una poética de enajenamiento, de no saber en dónde estamos situados, salvo la persistencia de la memoria, dentro de su connotación universal como el recuerdo, hilvana el conflicto y el desencuentro del escritor.


La confrontación de subjetividades surgen de la intensión de hacer visibles los hechos del pasado, de querer emular respuestas, incluso a la presencia de la ausencia. El libro de Walter Jimbo adquiere universalidad al momento en que los sentimientos se hermanan dentro de una colectividad. Nos sugiere esa desesperación de volver a poblar los lugares intocables por el cuerpo: la casa de la infancia, las paredes con manchas, los juguetes extraviados. Palpable en la obra literaria es el binomio resistencia y nostalgia, que no piden explicación, más allá de lo que se pueda intuir.
En Agua, la voz narrativa nos habla otra vez desde un universo de arraigo, desde una raíz que se extiende hacia personajes remontados muy lejos del olvido: la madre, el hermano. Las palabras que entre ellos solo la literatura ha podido rescatar, con el más decorado de los lenguajes. Va de cuento:
Regresábamos con dos baldes cada uno, descansando cada cinco pasos. Él se adelantó a pesar de que era más pequeño. Era más fuerte y yo lo admiraba. Iba con sus pantalones cortos y su ternura amarilla, era algo delgado y tenía el pelo claro. Mamá en casa preparaba el almuerzo. Antes de ir a ver el agua, estábamos en el patio de tierra, que no termina, sino en la colina del frente que estaba lejos, muy lejos. Mamá adentro cantaba desde el lugar de su infancia, desde la mañana que jugaba en el río con sus hermanos, o desde la llovizna tibia que la cobijo en casa de los abuelos.
Es palpable la atmósfera construida mediante una simbología encarnada en el lenguaje: la mañana, la llovizna, la infancia, un patio interminable y los otros, ahora en un mundo inexistente. La huella como una totalización para seguir viviendo. Citando a Derrida: “El otro en nosotros, la irreductible precedencia del otro en nosotros; en otras palabras, simplemente la huella, que es siempre la huella del otro, la finitud de la memoria, y así el abordaje o remembranza del futuro. Si hay una finitud de la memoria, es porque hay algo del otro, y de la memoria como memoria del otro, que viene desde el otro y retorna al otro” .

Walter remata el cuento con la muerte como espejismo, que contribuye a la estructuración de una historia. Cito el final:

Ignacio no volvió. Se quedó tirado en el piso, sangrando, palpitando aún, con el corazón fresco y caliente, como el de un gorrión agónico. No alcancé a pintarle alas. Le di un beso y los labios me quedaron manchados de su último gemido.

En Alas Viejas, el narrador sufre un desdoblamiento, la voz muta de masculino a femenino. Los demás cuentos que componen el tríptico muy bien se relacionan con los títulos tales como: El enemigo en casa, Dibujos, Últimas huellas, Telegrama, El fin, La piedad de los otros, El presagio, Insomnio, entre otros. Leer a Jimbo constituye una experiencia en lo más profundo del ser, sus textos logran una combinación de tristeza y ternura. Escribe el poeta desde su averno, aliado a sus demonios. Adentrarse en sus cuentos es rendirle homenaje a una obra que, como muchas otras, dentro del Ecuador, no pueden pasar desapercibidas. Este corto ensayo es a la vez, como anoté al inicio, una especie de misiva al poeta que imagino, debe seguir escribiendo desde la isla donde habita, o en su revés, desde la isla donde se siente habitado.


Carlos Luis Ortiz M. (1979) Poeta, catedrático universitario y comunicador social. Realizó una maestría en estudios de la cultura con mención en literatura hispanoamericana en la Universidad Andina Simón Bolivar con sede en Quito. En el 2005 obtuvo la primera y única mención de honor en el concurso nacional de poesía Jorge Enrique Adoum con el libro Zigzag del solitario, publicado por el sello Machete Rabioso editores. En junio del 2009 forma parte de los finalistas en el concurso internacional de poesía el verso digital en Andalucía - España con el poema Un lugar sin estaciones. Actualmente prepara la publicación de otros poemarios.

2 dic 2009

Eventos
Charly en Guayaquil:Una crónica muy personal.
Colaboracion especial: Daniel Ampuero Velasquez 
Y sí, dirán que está viejo, dirán que está gordo, que está poco lúcido, muy tranquilo para ser él. Y sí, dirán que extrañan sus arrebatos, sus amplificadores destrozados, su pene afuera, sus desplantes, su incoherencia. Pero lo cierto es que el Charly García que se presentó la noche del jueves 26 de septiembre del 2009 en el estadio Alberto Spencer de Guayaquil, demolió todos estos prejuicios ya no con el martillo de su locura sino con el de su genialidad. Lástima que el Puerto Principal no le respondió y demostró una vez más que no es esa “ciudad del rock” que muchos desearíamos y que sí es Quito, donde fueron cinco veces, seis veces más la cantidad de público a ver al mítico argentino. “¡Guayaquil vale verga!”, gritaba un fanático al mirar las tribunas vacías y los amplios espacios sin ocupar en la zona de cancha. “Ojalá no se decepcione y le dé algún arrebato, y no toque”, decía otra asistente. Pero yo confiaba en Charly, sobre todo porque conozco que la medicación que toma para suprimir sus deseos de droga lo ponen en un dato “todo bien” (viendo caritas felices en todos lados como Lisa Simpson), y que no le importaría tocar ante 2, 3 o 100 guayacos. La emoción se sentía en el ambiente, por todos lados caras de ansiedad como quien espera la llegada de un viejo amigo en el aeropuerto. “¿Estás tan excitado como yo?”. Yo sí.
Abrazado de un vaso de ron y amigos nuevos, gente hermanada por el vicio de Charly, esperamos su salida. Y ahí estaba, alto, robusto, sonriente y el bigote bicolor: de inmediato mi mente se fue a todas aquellas reuniones, guitarreadas y chupas en las que cantamos su música, la de Sui, la de Serú, la de Charly, nuevas y viejas canciones que estaban por venir. Euforia total. Saludó gentilmente y se sentó en su negro piano de cola. “¿Empezamos?”, dijo, y arrancaron los acordes frenéticos de El amor espera, que llevaron a la gente al delirio. “Yo hago el muerto para ver quién me llora, para ver quién me ha usado. Yo me hago el diablo porque sabe más por viejo que lo que aprende por diablo”. Acá Charly demuestra cómo sus canciones nos han contado más de su propia vida que la mejor autobiografía: pensábamos que moriría tras su desequilibrio del año pasado y miles, millones de fans estábamos pendientes de su destino. Y lo de diablo, bue… Un guiño es sufi.
El sonido no estuvo impecable como a él le gustaría, pero pareció no importarle. Mejor que no le importó, porque a un oído absoluto como el de Charly no se le escapa un acorde malo, una cuerda floja, y antes era capaz de mandar a 40 mil fanáticos a la mierda desde el primer guitarrazo (recuerden Quito). Ahora no, se adaptó todo bien y superó con buen genio el mal audio. Siguieron Cerca de la revolución, Chipi Chipi, Fanky… las gargantas empezaban a enronquecer: “No voy a parar, yo no tengo dudas. No voy a bajar, déjalo que suba”. Y nadie quería parar, hijueputa, ni para tomarse un respiro entre rola y rola. De pronto la gente que estaba en cancha apareció en Charly Box, los que estaban en tribuna aparecieron en cancha y se armó un grupo considerable para escuchar al maestro (esto, debido a la rebaja impresionante de las entradas ante la poca asistencia; Charly Box, de $140 a $10 unos minutos antes del show).

El viejo estuvo adorable, completamente. Pasó de ser ese energúmeno terrible que puteaba a diestra y siniestra a ser un señor en todo el sentido de la palabra, impecablemente vestido, peinado, pegándose unos pasitos de baile cómicos, gesticulando con las manos (una amiga querida dice que parecía cantante de boleros). Pero daban ganas de abrazarlo como a un abuelo chocho, a ese que te regala canciones inmortales en lugar de caramelos los domingos. Y estaba la familia completa: Hilda Lizarazu, grande en los coros, más de una vez le robó el show a Charly y se apropió de sus tonadas con su voz inspirada; el ‘Zorrito’ Quinteros, su tocayo Carlos García, el ‘Negro’, más los tres chilenos que acompañan a Charly en esta gira, todos, simplemente grandes, dignos.
Ya para Hija de la lágrima me encontraba en un estado de trance, extrañamente no ocasionado por ninguna sustancia química (bueh…), y todo empezó a moverse en cámara lenta: los sudorosos fans agitando sus camisas por los aires, las chicas en los hombros de sus chicos gritando a todo pulmón, los vasos de licor corriendo de mano en mano, y Charly. En una ocasión onírica, estaba yo saltando con todas mis fuerzas, apretujado contra la baranda de seguridad, y gritándole “Charly, maestro”. Me miró de reojo, sonrió y se tocó la sien como diciendo “pero vos estás loco, che”; ahí, en ese breve momento, sentí que toda mi vida había valido la pena, y caí sumido en un trance del que sólo me sacaron las canciones siguientes.
Demoliendo hoteles, Promesas sobre el bidet, Adela en el carrousel (Ten piedad, no seas así, no le des patadas a los locos. Ten piedad no seas así, voy desvaneciendo sin tu amor) como para descansar, y luego se incorporó el gigante para entonar Rezo por Vos, quizás la más cantada, la más gritada, la más sentida de la noche. Luego, la bellísima Canción de dos por tres (Las pálidas figuras se acercaron hasta mí. Mi mente tuvo dudas y fingí que ya las vi), el himno Demoliendo hoteles, y de ahí pensábamos todos que se iría. No así, pues viejo, no con una pica que llenaba cada asiento, cada centímetro vacío del estadio Modelo.
“Olé, olé, olé, Charly, Charly”. Las poco más de 2500 voces se hicieron una en este cántico, y al ratito volvió a escena. No me dejan salir, Buscando un símbolo de paz (N. del A.: Perfecta en un momento perfecto), Llorando en el espejo, Me siento mucho mejor y Raros peinados nuevos, un trip fantástico hacia el pasado, para dar paso luego a lo más nuevo, lo de Influencia, también cantado con locura. “Puedo ver y decir, puedo ver y decir y sentir, algo ha cambiado… para mí no es extraño”, dice el tema homónimo del disco, al que siguió Tu vicio: “Y cuando estés masturbando a la nena en un hotel en Pinamar, no te hagas problemas, no vale la pena, alguien en el mundo nunca te va a dejar”. Qué se puede decir de esto… tenías que haber estado ahí, nada más.

Charly estaba cansado, pobre, se le notaba en la mirada y en cómo fue perdiendo la energía con el paso de las canciones. Por eso decidió cerrar, anunciando su canción más nueva Deberías saber porqué, que no fue tan coreada pero igualmente disfrutada con orgullo por ser su tema post-drogas (“parece que no le fue como a Clapton, que dejó la coca y la heroína, y su música valió verga”, decía un pana entre risas). Ahora sí, parecía el final al darnos la espalda. Pero no, “una más y no jodemos más”, “quince más y no jodemos más”… “mil más, y no jodemos más”. Pero sólo hizo caso a la primera arenga, y con Rock and Roll Yo, cerró este impresionante show con sus músicos y él abrazados en uno sólo, haciéndole una merecida venia al escaso pero intenso público que los seguimos esa noche. ¡Aguante, Charly!
P.D.: Crónica de la tocada post en Diva Nicotina no me pidan, porque no me enteré a tiempo y pelotudamente no fui. Lástima…

Ensayo
LA MÁQUINA DE HACER MUERTE
A proposito de la Presentación de Demonia Factory en su nueva edicion mexicana
(Ciudad de México: Literal, 2009)


Por: Héctor Hernández Montecinos

Una de las cosas envidiables de los libros es que pueden reencarnar antes de morirse, preguntándome a la vez cuándo un libro se muere. ¿Cuándo deja de ser leído por un lector anónimo? ¿Cuándo deja de ser leído por un lector pagado por una revista o un periódico? ¿Cuándo sus páginas se hacen parte del otoño? ¿Acaso un libro no es ya un cementerio donde la vida de los poemas es un recuerdo lejano?. Tal vez sí, tal vez no. O quizá cuando un libro de poesía empieza a ser leído como una novela, o cuando una novela se lee como un ensayo. De ser así, la muerte sería la salud de la literatura, su pharmak, su desautorización, y desde esas ruinas o miembros o párrafos dispersos una nueva forma de leer podría ser la primera luz de esta larga noche del sentido.

Hablaba de la reencarnación de los libros, a veces kármica como creo en este caso, pensando en este Demonia Factory que como tercera edición después de las de Perú y Ecuador se manifiesta como una nueva aparición boreal en esta constelación de publicaciones de poetas latinoamericanos acá en México, de algún modo comprimiendo una fractura y a la vez invitando a una especulación, de espejo digo, sobre la identidad de lo propio y la propiedad de lo extranjero. Demonia Factory es un excelente ejemplo, no sólo por lo insinuado antes, sino por lo que ustedes escucharán de la propia voz del autor.

El libro primero, “La casa en el fin del mundo”, es un escenario móvil en el cual las figuras de ese triángulo edípico, amante-amada-hijo, no sólo se configuran como espectros de una historia, sino que son la propia historia de un deseo que busca una interioridad en la intemperie que significa el recuerdo. Crónica de un viejo lobo de mar, del mar de dudas cuando se es la bestia para sí mismo en esta casa nómade del padre muerto, metáfora de una isla del caribe flotando entre los mares, que es a la vez esa subjetividad que se inscribe en La Habana como víctima de un tiempo encadenado, que no deja de presentarse una y otra vez, dándose la mano por debajo de una mesa en la cual la que escribe ha perdido toda su fatalidad.

De allí que en el libro segundo, “Diario de la esposa infiel”, la novela familiar termine en otro asesinato del deseo y sea la voz de la madre, la del mar, la que como una letanía avance y retroceda en este racconto que en su delirio progresivo va hallando su más profunda luminosidad. La aparición del tatuaje no sólo refuerza y comprueba que el cuerpo es un accidente histórico, sino que además esa marca distintiva va dando autoridad a los órganos que poco a poco se van desmembrando, como la cabeza y la mano, culpables de todo proyecto de escritura, que es un eufemismo para decir necesidad.

“Más grande que Jesús” es el tercer libro y es allí donde la voz del hijo paródico de una tragedia conviene en exhibir, ya una vez muertos o asesinados el tótem y la matriz, su propia posibilidad de límite, desde la cual construye la imagen de la mujer entendida desde el pliegue de un discurso que trastoca la sustitución por la inmanencia y que lo lleva a reconocer su propia desmaterialización. Ya no hay nada, sólo cadáveres que hablan toda la noche y esa noche se llama eternidad de una ficción, enfermedad de la historia, muerte de un sí mismo.

El último libro es “La máscara del empalador”, máscaras delante de otras máscaras que esconden otras máscaras. Ya no hay cuerpo, no hay deseo, no hay historia. La novela misma se terminó consumiendo bajo la forma de un poema sin cuerpo que exige morir. Demonia Factory del poeta ecuatoriano Ernesto Carrión en todo su delirio escritural, su proliferación imaginativa, su avasalladora enunciación, no hace más que esconder un secreto, un pequeño secreto: todo demonio intenta hacer de su vida el paraíso que nunca soñó.
Ciudad de México, 23 de septiembre de 2009

Extracto de Demonia Factory

Dementia Praecox (I)

en el principio las aguas oscuras de la angustia -que aún no se separaban de las aguas del cielo- se movían sobre la faz del espejo como intentado empuñar un ligamento en la rugosidad de mi cara Era temprano entonces y una voz que había llamado tierra a la sequedad de mi cuerpo a esa parte firme de mí que sí lograba plantarse Ordenó: Acaba con tu padre Échale yeso a su rostro y llena de formol los ósculos de sus orejas Pues el no puede darte nada en este sitio que no consigas tú mismo y todo lo que te enseñe será usado en tu contra Desde ese día mi padre no seria mi padre y quedaría propenso a olvidar todas las noches que el sol volvía montado en la joroba de los bueyes Tendría que improvisar el firmamento Quemar todos mis libros Buscarme

PRESENTACIÓN DE LAS MAÑANAS SIN IMPORTANCIA

sitio donde mujeres y hombres pedalean a toda fuerza sus máquinas escuálidas Ellos pedalean sus fords y ellas pedalean sus singers como si la vida misma dependiera de ello Sitio donde olfatea la memoria debajo de los vestidos y ternos almidonados por artesanos tristes que distribuyen su desesperación en los laboratorios de la sangre Cobrizas palmas de asfalto entre una humareda de casas y de hombres recortados por el trueno de Dios

sitio donde libero al gorrión sepultado por mi padre entre mis trenzas de infancia Donde las miradas de los hombres siguen ahogándose firmes en un cielo lleno de ramas donde un caballo fantasmal hunde a su amo Sitio donde mujeres cansadas protegen sus muebles blancos con abrazaderas oscuras para empollar a niños ingratos que se agitan con sus risas como castañuelas Donde ese vino volteado de los menstruos sigue escurriéndose a diario en una sala veraniega cuando fugan todos Oyendo el largo copular de las palomas sobre los tejados donde antes se agitaba el cuero

sitio donde sigo amordazada –hecha añicos- entrando en cada escena con muchísimo esfuerzo Oprimiendo neciamente el hilo de las cosas Durmiendo bajo la plena pelusa de mi manta que construye túneles Despacio Sin lograr sonido Mientras un sol orina temblando otro arco iris hermoso contra las praderas

UN HOMBRE ES ESA LENGUA ADVERSA QUE TODOS RESPETAMOS// TÚ QUE ACASO HAS COMULGADO CON MI CARNE, BEBIDO HASTA SACIARTE EN MIS ESTRÍAS, APIÁDATE DE MÍ

Ernesto Carrión / Foto:Diana Coca

Creación
Cartografía del sueño (capitulo I)


Espacio destinado a elaborar muestreos virtuales basados en trabajos foto-etnográficos de los diferentes aspectos de la vida cultural (tanto en las líneas de dialogo entre la ciudad y su periferia, así como en los imaginarios colectivos de los distintos hemisferios del planeta). Esta semana nuestro invitado es  Pedro Villegas con un adelanto de su proyecto: El camino de los demonios

El Camino de los Demonios

Proyecto documental académico que registra la reactivación del G&Q Railway, el ferrocarril transecuatoriano que fue construido hace casi más de 100 años para unir al país.

El objetivo es documentar de forma cronológica la organización de las Hermandades de Jubilados Ferroviarios asentadas a lo largo de la línea férrea, contada a través de estos y de la gente de los pueblos que se nutria con el paso de la locomotora. La esperanza que estos personajes tienen para ver resurgir de los fierros oxidados al tren y la posible rehabilitación que el actual régimen ha ofrecido.

La Hermandad de ex ferroviarios es un grupo de ancianos jubilados del casi desaparecido ferrocarril ecuatoriano que se unen para exigir el reconocimiento de sus derechos olvidados durante años por el Estado. En La Hermandad ellos encuentran un sitio de apoyo, reviven sus años dorados en el tren y añoran verlo otra vez en los rieles.

Camino de los demonios( bakstage)

PUENTE NEGRO DE ALAUSI( PROVINCIA DEL CHIMBORAZO)




REHABILITACION DE LOCOMOTORAS




LA HERMANDA DE JUBILADOS ( MEDIO SIGLO EN ESPERA)



LUIS SANCHEZ Y EL GRUPO:TRADICIÓN ( CREADORES DEL HIMNO FERROVIARIO)




Pedro Manuel Villegas Arcos  (Guayaquil 1978)
Es periodista en Ciencias de la comunicación por la Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Además de desempeñarse como docente y documentalista (tanto en el área de edición y dirección como en el área de sonido y pietaje) colabora permanentemente con el Movimiento Documentalista “MEMORIA CIUDADANA”
Su primer documental “Haciéndose Aire” exhibido durante El festival de Cine Chiro de La UCSG, recibió un galardón en La Alianza Francesa a propósito del homenaje al critico de cine Gerard Raad.
Actualmente trabaja en su segundo documental “El camino de los demonios” proyecto Pre-seleccionado en pasada convocatoria del Consejo Nacional de cine.

Ensayo
La estética de la corrosión y el discurso posutópico en falta
de Víctor Hugo Díaz



Colaboracion especial:Patricia Espinosa H.
Instituto de Estética
Pontificia Universidad Católica de Chile

A mediados de la década de los ´80, la dictadura chilena ni siquiera pensaba en bajar sus estrategias devastadoras; las esperanzas de cambio para cientos de aquellos que vivieron el exilio interno (que no salieron del país) parecían cada vez más desgastadas. Los ´80 son años de devastación, tristeza, desesperanza ante un territorio cercado por una política que -en lo cultural- se orientó al exterminio de cualquier proyecto crítico, denominado por la voz del dictador como el apagón cultural o cáncer generado por los “marxistas-leninistas” a los que obviamente había que descabezar, desaparecer.

La poesía en tal contexto, se alinea en el territorio de las discursividades antimilitaristas, muchas veces con un discurso cifrado, otras veces más literal, sin embargo desarticulados respecto a la generación de manifiestos, proclamas o poéticas, específicamente los autores que en ese entonces pertenecían al segmento de la poesía joven. Es en medio de los ´80 cuando surgen las escrituras de un pequeño grupo de poetas nacidos a comienzos de 1960, una suerte de generación perdida en términos historiográficos que anuncia con rudeza lo que hoy podemos denominar una poesía postutópica atravesada por el desencanto, prefigurando lo que hoy día sabemos: que el reencantamiento no vendría con la llegada de la democracia; una democracia negociada, pactada con la dictadura, ligada con fervor al neoliberalismo cuyo proyecto principal es convertir a Chile en una gran empresa, donde se oculten bajo la alfombra concertacionista las cada vez más abismantes desigualdades sociales.

El nombre de Víctor Hugo Díaz aparece inscrito en aquella promoción de autores de mediados de la década del ´80. Díaz nace en 1965 y publica su primer libro, La comarca de senos caídos en 1987; luego vendrán Doble vida en 1989, Lugares de uso el año 2000 y No tocar el 2003. Un conjunto de textos en los que el autor logra instalar una poesía que consolida una estética del desacuerdo, en la cual la construcción de la subjetividad, cada vez más dañada, opera como un acto de resistencia, una escritura plagada de imágenes urbanas, de personajes desechados por el sistema, de habitantes, entre los cuales -por supuesto- se encuentra el hablante, que cargan una sensibilidad rabiosa pero, a la vez, tremendamente corrosiva.

falta(1) es su última publicación, un volumen que se abre con los siguientes versos: “Lo único terrible sucede a plena luz/ a ojos de todos”. Un verso que prefigura el contenido de los 25 poemas de este libro: no hay lugar para el secreto. Lo terrible desde un punto de vista postmetafísico: está aquí. Solo literalidad. Eso. No más secreto, misterio, a cambio: nada más que presencia y la neutralización del misterio. Hay en esta escritura una urgencia de la puesta en el texto en tanto dispositivo que permitirá la sobrevivencia: “en el momento en que hay huella”(2) . Ya no más la necesidad del poeta vigoroso, deseoso de trascendentalidad, de eternidad, de abordar épicamente la realidad por medio de la obra de arte. Leo y asumo el síntoma en la letra de Díaz. Un síntoma que devela la falta, la carencia, lo que no se tiene. Porque sin deseo no hay falta; es decir, solo puedo reconocer la falta porque hay deseo en esta escritura que elude el goce, que opera desde un registro de constatación crítica del entorno, de la vida, pequeña, fracturada, desviada, dolida pero, fundamentalmente, ligada a una férrea voluntad de evitar, a pesar de todo, la desaparición del sujeto.



En el poema “Los allegados”, se dice: “Tú eres culpable del contagio/ Deja que muera tranquila la víctima” (11). Hay un victimario, el sujeto que contagia, el culpable, el enfermo y su víctima: “dentro del infectado nada se mueve” (11). La escena remite a la pasividad del contagiado. ¿Estamos contagiados? ¿Contagiados de indeferencia, contagiados de una odiosidad que ha perdido el foco? contagiados sí, por un sistema de corrupción que arremete desde lo más precario y con lo más precario. Y el enfermo o se mueve o está quieto, mientras el agresor sigue la cadena del contagio. El texto así continúa: “¿Conoces el olor de una huelga de hambre; / golpes de martillo dos pisos más arriba/ o el latir de un corazón apoyado en la mesa/ hacen vibrar el único recipiente con líquido” (11). Michel Pecheux y John Beverley, nos dicen que las "ideologías no están hechas de ideas sino de prácticas” y que “la literatura constituye una práctica ideológica específica”(3). Cómo no entender entonces, que la escritura de Díaz es una práctica ideológica destinada a exponer más que la culpabilidad la pasividad que nos circunda. La acción o subversión se instala así como la gran falta, la carencia, el objeto deseado y permanentemente cautelado por la miseria de la pasividad, del juego cómplice, de la negociación “lauchera”. El burgués ya no como gentil hombre como señaló alguna vez Moliére, sino el burgués como amenaza, un burgués que no conoce el “olor de una huelga de hambre” ni “el latir de un corazón apoyado en la mesa”. Contaminados de acomodo, asistimos a la clausura del desgarro social pero no escritural. Un desgarro desasido de su condición vociferante; un desgarro ahora susurrado pero no menos rabioso: “Un paso sigue al otro/ brota el pasto/ champas de pendejos verdes entre las grietas/ Sólo querían inaugurar su nueva casa” (13). Un texto -un sujeto- un poeta sin discurso no vale nada. La escritura sin rabia o crítica poco me importa; lo digo hoy, ante la politicidad de esta escritura, una escritura del desacomodo, de la fractura: “Sí, tú eres el culpable del contagio/ Ave de caza esquizo que propaga la enfermedad/ Víctima y verdugo que abrió la puerta a los roedores/ permitiendo que se reproduzcan” (12). Díaz aborda la condición de culpabilidad en tanto virulencia que vuelve al victimario también víctima de un otro, ambivalencia que abre la condición de univocidad al culpable y constata así la reproducción incesante del contagio.

La falta es definitivamente el concepto central en la poesía de Víctor Hugo Díaz. Una carencia que no teme asumir -como en el poema “La mujer que teje”- la soledad, el cuerpo desgastado mientras “el espejo te informa, él te pone al día.” (15). Para luego señalar: “¿Sabes leer las piedras?/ Yo las he pateado como envases y letras vacías/ camino mirando al suelo./ De vez en cuando, una pausa/ el cigarrillo que espera los labios/ humeante en el cenicero.” (15). Patear piedras, habitar el lugar de la sobrantes, venir de vuelta, mirar al suelo y luego la pausa. La gran pausa que atenúa la posible derrota., la huella que permite la sobrevivencia. “Nunca es tarde para perder algo” dice el verso que a modo de epígrafe aparece en el poema “El que pasó bajo la escalera” (18). La vida como pérdida, la vida de un perdedor, la pérdida como eje de la existencia se reitera en estos poemas. Pero es un asumir la pérdida o la falta, porque se pierde lo que se deseó, como una mala racha que pasa, porque la existencia se asume como flujo, como cadena de faltas y deseos y pausas. Hay un enunciado analítico que alguna vez he usado y que hoy me produce conflictos: “la estética del perdedor”. Creo que identificar al perdedor o su estética, deriva de una posición que necesariamente implica distancia, jerarquización, diferencialidad negativa. Es perdedor entonces, será el que fracasa, el que se desvía, el que paga un costo a veces demasiado grande por mantener un discurso no triunfalista o por optar por desautorizar las reglas del juego de la victoria. Los rasgos que configuran la estética del perdedor tienden a estigmatizar el lugar de la ruptura, al sujeto de la crisis y a mitificar un estereotipo a veces delirante en su miseria.

“Venir de vuelta”, otro título de un poema, implica un más allá o más acá del estereotipo estetizado del fracaso convertido en ética o tal vez en moral. En la escritura de Díaz, veo un devenir discursivo que reconoce pero se niega a la fatalidad de la existencia. Es más bien, una poesía del devenir de la falta, del escurrir de aquello que se nos escapa, escamoteando la caída total. Díaz escribe pegado a la realidad de seres solitarios, pequeños, aquellos que –a pesar de todo y tomando una cita de Peter Sloterdijk- “mean contra el viento”(4) en espera de la oportunidad como sucede a los chicos que consumen tolueno bajo un puente “víctimas del asco” (35). La voz poética se mueve entre la mirada del hablante y la focalización íntima en los sujetos que habitan una ciudad que resuena incólume, que no zozobra ni se hunde. “Pero ahora / estás ahí.” (35) cierra el poema “Pronóstico del tiempo” confirmando la presencia, el estar, la sobrevivencia dura frente al asco que genera la diferencia para ese otro anclado al orden. Los años de inundación son continuos como señala el poema "Cruce peatonal", sin embargo: “A un año de la despedida/ regatea el costo de una misa por primera vez/ Los envases tintinean en la bolsa/ al momento de negociar.” (37). Todo se puede negociar, hasta el duelo, en su capa superficial, el giro que le da Díaz al texto es la aparición de los envases que tintinean en la bolsa. La rudeza de la imagen pequeña se sobrepone al dolor negociado, tal vez ya calmo en el afuera pero intenso en la miniatura del gesto, quizás de una mano que tiembla y aguarda por sus íntimos rituales de sanación que le permitirán el aguante.

El aguante ligado a la falta, arman una nueva zona de entrada a esta escritura. Aguantar por lo que tengo y por lo que carezco, puedo leer entrelíneas. Constato en estos poemas una discursividad ligada a la dignidad clarificadora respecto al lugar donde se está, la vieja “conciencia de clase” vuelve a escena. Instalar así la falta: las añosas palabras ética, principios, valores, consecuencia, dignidad, menos silencio, menos paciencia, no dejarse llamar idiota o pasar por idiota, porque el poder no se desgasta. Así “Día de celebración” dice: “Caerá la lluvia, el spray/ y desechos de paloma/ hasta el siguiente aniversario/ No como esta respiración seca e insuficiente/ que se gasta de año en año/ sin la promesa de volver a brillar/ de celebrar algo/ pero igual de incorruptible” (38) o en “Argentina safari”: “Cuando ve pornografía en la red o en la calle/ busca cuerpos y caras que se parezcan a su juventud.” (39). El paso del tiempo deja huellas en el cuerpo que se desgasta, que se deshilacha “que se seca al viento como el ahorcado” (42) pero se mantiene incólume la dignidad “jalándose la soledad/ la lluvia, los caminos”(5) (43) y aunque “la cuerda de seguridad [esté] a punto de cortarse” (47). En diversos momentos de este poemario se reitera “Sólo falta el cuerpo/ eso falta” (45). Falta el cuerpo que se agota pero no la resistencia. La resistencia está acá, en este volumen intenso, amargo, a ratos ácido, y triste. Una escritura que no asume la posible derrota, que se desentiende del valor de cambio y toda su vaciedad.

La escritura de Víctor Hugo Díaz, ocupa hoy un lugar central en la poesía chilena de este nuevo siglo. Una afirmación que necesariamente debemos a la deslegitimación de qué es lo que en definitiva entendemos por "poesía joven". Su escritura dialoga con la prosa sin despreocupar por ello una retoricidad que elude el rebuscamiento; hay un continuo énfasis en el ritmo, en la marcación de los acentos que enfatizan términos/conceptos o versos que flexibilizan el desgarro de su poesía. De esta forma, el libro se establece como un artefacto psicopolítico en el que trasgresión, error y ausencia son los ejes dinámicos que hacen funcionar una maquinaria de resistencia, donde se construye como fluir incesante, la práctica de una inadecuación radical. Un desgarro ulcerado, con pausas y breves silencios que van configurando sin respiro una versificación desafiante, biliosa y corrosiva ante la indiferencia como hegemonía.
* * *

NOTAS
(1) Con minúscula en el original.
(2) Derrida, Jacques. Caque fois unique, la fin du monde. Galilée, 2003.
(3) Ortiz, Nubia. http://www.ucm.es/info/especulo/numero15/manuela.html
(4) Cf. Crítica de la razón cínica. Madrid: Siruela, 2003.
(5) La cursiva aparece en el original.

EXTRACTO DE:falta
Los Allegados

Tu eres culpable del contagio
Deja que muera tranquila la victima
cojo del pecho, cuando la ex prótesis
descansa en las vitrinas de la multitud
a pesar de la advertencias.

El día cae encima cuando se piensa rápido
como las estaciones sin saber de donde vino
sin moverse, donde la viste

dentro del infectado nada se mueve.

¿Conoces el olor de una huelga de hambre;
golpes de martillo dos pisos mas arriba
o el latir de un corazón apoyado en la mesa
hacen vibrar el único recipiente liquido.

Vejez y juventud se clasifican por olor
no por frescura. Se reconoce en las nauseas:
abuela torturada saliendo del baño
olor que deja el cáncer o la electricidad
entre las piernas

Los síntomas dejaron marcas
en el barro afuera del edificio en construcción
Huellas de neumáticos que se entrecruzan
borrándose unas a otras
dando cuanta de lo que fue trabajo
y un día de ganancias

Solo recibe llamadas y espera la sentencia
Guarda fotos de perros, no de hombres ni lugares
Llena la garganta de palpitaciones
casi invisible como el rastro
que dejan los pájaros en su paso por el aire
sin humedad, frutos secos, piel que cubre nudillos
a la velocidad del sudor cayendo por la frente
durante el miedo

Sí, tú eres el culpable del contagio
Ave de caza esquizo que propaga la enfermedad
Victima y verdugo que abrió la puerta de los roedores
permitiendo que se reproduzcan
El que mato a su familia
o la abandono en el desierto de la pobreza

un mensaje cifrado en goteras de tormenta
Lágrimas irregulares y tartamudas

Reparte los naipes
-tecnología de baja obsesión
Coronas o plantas de invernadero
que evitan marchitarse bebiendo la herida
y envidiando longevidad a las flores de plástico

Solo recibe llamadas o se gasta las monedas
igual no hay nadie; amor anal, labios heridos
de fabrica o de suelas gastadas
de una canción antigua italiana
al otro lado de la pista de baile

La bolsa de basura les habla. Ella les cuenta su historia
por el tajo donde los jirones de papel
agitan sus lenguas viento

Un paso sigue al otro
brota del pasto
champas de pendejos verdes entre las grietas
Sólo querían inaugurar una nueva casa


La mujer que teje
I

Cuando miro a través de la ventana
No veo el paisaje,sino el vidrio
Está sentada al centro cruel
del final de una historia domestica
y teje el estandarte de su propia barra brava

Todo el día recuerda escenas del cuerpo
-no puede ser lo que es, parece que es
parece esos cuentos de horror
que leemos en los otros
(evita la ultima línea, el chiste, la venganza)

El secreto es no mostrar hilachas ni nudos
Aunque se laven siguen escritos

es mejor destejer de noche
cada movimiento de los palillos
colmados de paciencia, frialdad y música.

El calor húmedo del tejido se trasmite lejos

debe trabajar rápido
no se puede jugar con la mala memoria.

II

Lado B, después de horas volverse a encontrar
es tejer mirando la ventana cerrar
sin cortinas.

Afuera es suave al piel del paisaje
Pero hay algo raro y nuevo;
dulzura
caramelo cristalizado
y el mismo libreto por años

turista que por un buen precio
vuelve de visita al asiento enumerado

al paradero de micros y al diseño de caratula
que ahora están sin afeitar
cubiertos de maleza
-el tipo de la no entiende nada
está demasiado duro
pero el espejo te informa el te pone al día

¿Sabes leer las piedras?
Yo las he pateado como envases y letras vacías
camino mirando el suelo.

De vez en cuando, una pausa

el cigarrillo que espera los labios
humeante en el cenicero


Víctor Hugo Díaz (Santiago de Chile, 1965). Ha publicado: La comarca de senos caídos (1987), Doble vida (1989), Lugares de uso (2000), No tocar (2003) y la mini antología Segundas intenciones y falta (2007) . Fue antologado en Antología Fundación Pablo Neruda (1990) y en Ciudad poética post, Diez poetas jóvenes chilenos (1992). En 1988, la Beca de Creación Taller Pablo Neruda, en 2002 la Beca de Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura y en 2004 recibe el Premio Fundación Pablo Neruda a la trayectoria. Sus textos han aparecido en diversas revistas y muestras poéticas, además cuenta con varios artículos críticos acerca de su obra.