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30 ago 2006

Federico García Lorca:
De Poeta en Nueva York a Romancero Gitano
(epidermis sobre la condición impresionista)



Por : Wladimir Zambrano

Varias veces en la historia de la civilización, se ha mermado el objetivo de una obra artística bajo el yunque de los intereses políticos o ideológicos de turno (o en el peor de los casos, debido a la inexactitud historiográfica). Ese es el caso del poemario Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, que ha sido malinterpretado como una protesta exacerbada contra el régimen capitalista así como al imperialismo norteamericano. Connotación de origen socialista que fue planteada por algunos revolucionarios de la República Española, debido a la inclusión de Lorca en la Generación del 27, mal llamada “Generación de la República”. Por ello, no es difícil encontrar publicaciones que lo erijan cono uno de los mártires del ya fracasado proceso revolucionario o su militancia clandestina. Hoy, después de muchas discusiones entre intelectuales apocalípticos y poetas integrados, rezagos biográficos y correspondencias extraviadas, sabemos que fueron razones de índole personal las que llevaron a concebir tan genial obra, al maestro de Granada.

Trataremos de aclarar esto respondiendo a dos preguntas: ¿Cuál fue el motivo real que agrupó a los escritores en torno a la llamada “Generación del 27”? y ¿cuáles fueron las razones que configuraron la atmósfera creacional de Poeta en Nueva York?

Primero
1927 es el año en que se cumple el tercer centenario de la muerte de Don Luis de Góngora y Argote, célebre poeta barroco y una de las figuras señeras de lo que la historia ha llamado el "Siglo de Oro Español", y para algunos tardo-renacimiento.

1927 es el año en que se realizan los homenajes a Góngora (recitales, conferencias, reediciones) y la creación de La Gaceta Literaria, que sería el pódium para todas las producciones del grupo, que nunca pasó de ser un grupo de amigos escritores, preocupados por la difusión de las artes y la cultura (cuyo equilibrio siempre hara malabares entre lo barroco y lo popular).


Los miembros de la llamada “Generación del 27” Aleixandre, Cernuda y el mismo Garcìa Lorca,jamás plantearon manifiestos o pretensiones extra-literarias(a excepción de Alberti, claro está,quien hizo de su vida y su poesia una militancia ejemplar). Lo que ellos tenían en común(en mayor o menor medida) era que todos admiraban a Góngora y el extraño destino de su criptografica escritura.Aprovechando en los homenajes la oportunidad para realizar un rescate literario y fundar un nuevo espacio de difusión y critica literaria.

Lo que en Lorca y sus compañeros fue admiración por la ampulosidad estética y el sensorialismo extravagante y musical de Góngora,estaba muy alejado del sentimiento de ruptura, pragmatismo y crítica política que caracterizó (entendido en un sentido amplio, si es que existe tal) a los socialistas de la República Española.

Segundo
Cuando García Lorca publicó en 1928 su Romancero gitano, pasó de ser un genio de las elites españolas a poeta de fama mundial. León Felipe lo llama en la prensa el “monstruo lírico del siglo XX", pero algunos círculos intelectuales señalaban que la repentina popularidad del Romancero era clímax y parte final de un discurso gitanesco, que había mostrado sus primeros pasos en el precoz Libro de poemas (1919-1921). Además, la etiqueta de poeta gitano -que tanto disgustaba a Lorca- se había expandido por todos los ambientes literarios y ya no había carta o comentario en que no se refirieran a él de esa manera. “La súbita popularidad terminó por deprimirle. Se veía con la etiqueta de poeta gitano, y la etiqueta le desagradaba…Conviene recordar que en los círculos madrileños se sufría por aquellos años una psicosis de preguerra. Temores y conversaciones de una futura conflagración mundial en la que gases y microbios acabarían con la civilización europea…Su estado de ánimo al salir de España choca con el mundo neoyorquino. Resultado: hipersensibilidad de todos los temas y subtemas, violenta deformación de los símbolos con ellos relacionados, de los recuerdos personales y la experiencia vivida". [1]

Así, el poeta se embarca -deprimido, hastiado- con destino a Nueva York para permanecer un año (de 1929 a 1930) en la residencia de estudiantes de la Universidad de Columbia. Se suponía que el viaje era para la distracción y el descanso, un escape a las disquisiciones intelectuales del ambiente madrileño; pero al llegar, Lorca se topó con una ciudad devastada. La "Gran Depresión" (poblada por fábricas grises, suicidios, prostitutas, desempleados y delincuentes) le enseñó a doblar su viaje de descanso en una maleta rabia:

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

La aurora. De Poemas de la soledad en Columbia University


Es muy importante valorar el hecho de que la aurora, que representa las primeras horas del sol, está cubierta o resguardada por “cuatro columnas de cieno”, que nos aluden directamente al humo de las fábricas en Nueva York y en un mayor sentido a la superficialidad hiperbólica en la que viven las grandes urbes. Porque cual es la función de las columnas sino sostener. Y ¿Cuál es este cieno entonces que puede aguantar al día?... Preguntado esto, Lorca nos afirma una suerte de condicionamiento impresionista en relación con el cielo que observa. Esto se une y da sentido a algunos versos del primer poema del libro:

Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.
(…)
Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero

Tropezando con mi rostro distinto cada día.
¡ Asesinado por el cielo !

Vuelta de Paseo. De Poemas de la soledad en Columbia University

Es el cielo gris el que lo asesina en el mundo onírico, remueve y obliga a bajar a través de las columnas de cieno hacia el otro, el desdichado… Pero este es un desdichado que no es asumido como un igual en su dimensión política, sino como alguien en quien la desdicha (la del poeta), personal, íntima, se expande y alarga para usarse como material de la precariedad humana. Y es por eso que los temas aquí se basan: en los mas marginal y oscuro de la vida neoyorquina. Todos los vicios cobran fuerza en él para desdoblarse en la imagen del egoísmo social, más no en el discurso economicista de la desigualdad de clases (como sí ocurre, por ejemplo, en Coplas a Juan el panadero de su contemporáneo Rafael Alberti). Marginados, prostitutas, niños y mendigos debieron causarle desolación como a cualquiera; pero en el fondo, son la excusa que utiliza Lorca para renombrar su tema central: El hombre parte de las babilonias para encontrarlas en si, mucho más organizadas, pulcras y puras que en el mundo externo:

Las tres ninfas del cáncer han estado bailando, hijo mío.
Trajeron unas montañas de lacre rojo
y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido

Paisaje con dos tumbas y un perro asirio. De Introducción a la muerte
(poemas de la soledad en Vermont)


y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

Ciudad sin sueño. De Calles y sueños 
Debemos caer en cuenta de que el trabajo de este genial artista nunca fue de índole política. Cuando el 18 de julio de 1936 comienza lo que sería la Guerra Civil Española, Lorca se va a Granada, no sin antes decirle a su amigo Rafael Martínez Nadal: “Me voy porque aquí me están complicando con la política, de la que no entiendo nada ni quiero saber nada .Soy amigo de todos y lo único que deseo es que todo el mundo trabaje. Me voy a mi pueblo para apartarme de la lucha de banderías y de las salvajadas”.
*
Definitivamente, todo análisis de esta obra y del poeta sería diminuto en relación con el universo creacional que este significa. Al cumplirse el septuagésimo aniversario de la muerte de Lorca (16 de agosto de 1936), escribo estas líneas pensando en que sirvan para subrayar en algo, lo que el poeta defendió en vida: la independencia del arte, que atraviesa la realidad para reencontrarse con la pureza. No en vano, Lorca nos dice

No preguntaré nada. He visto que las cosas
cuando buscan su curso encuentran su vacío.
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
y en mis ojos criaturas vestidas.

[1] Rafael Martínez Nadal. Autógrafos, Federico García Lorca, Oxford, Dolphin Book Co.Ltd, 1975.
* Lorca en la Universidad de Columbia

28 ago 2006

Creacíon
DESDE CUENCA
Desde hace años, se han consolidado en Cuenca voces importantes de la lírica contemporánea del país. Si bien no todos son nacidos en esa ciudad del Austro y, en el caso de Roy Sigüenza, sea considerado por los cuencanos como perteneciente al ciclo Costa con un lapso de estudios en su ciudad, es innegable que estos cuatro proyectos de escritura giran alrededor de ese punto de nuestra geografía. Son ellos el citado Roy Sigüenza, Cristóbal Zapata, Galo Alfredo Torres y el lojano Franklin Ordóñez. Todos con formación académica en Letras, todos con algo que decir.

ROY SIGÜENZA
(Portovelo, 1958) Ha publicado Cabeza quemada (1985), Tabla de mareas (1998), Ocúpate de la noche (2001) y La hierba del cielo (2002).

PISTA DE BAILE

Aunque prefiera la danza cheyenne,
el vals le va bien a Mr. Whitman.

Baila confiado en los brazos de Jack,
su último camarada.

Sus pasos son naturales
sobre la brillante sala del bar.


CONSTANTINO KAVAFIS

Mi atrevimiento era conocido en toda Alejandría. Con mi arte anduve, libre, por sus calles –buscaba los placeres audaces-. Yo, un griego, partidario de hablar y escribir en demótico, alardeé de mis amantes en unos cuantos poemas anónimos, donde exalté la belleza de sus jóvenes cuerpos, la única verdad de mi tiempo –oscuro y confuso- a la que fue fiel mi vida solitaria.


LA INVITACIÓN

llega el Ángel del Señor
ven y búscame
no diré nada si afilas en mi cuerpo
tu espuela de esmeralda
con la que en la noche me herirás
dulcemente me herirás.


EN EL EMBARCADERO

tu tren llegó en la madrugada
las aves desembarcaban y seguían la calle
rumbo a las tabernas
una mujer había olvidado sus maletas
(dónde está mi amor, gritaba al mar)
yo era el corazón que te buscaba
entre los afilados peces de la bruma
hasta que comenzaron a caer
enceguecidos por el ácido de la mañana

nadie tuvo tu nombre ni tus huellas



GALO ALFREDO TORRES
(Cuenca, 1962) Ha publicado Cuadernos de Sonajería (1997), Sierra songs (2003) y trabajos de traducción de poetas franceses al castellano.


VISITAS ESPERADAS

a Guille y Lou,
que nunca se fueron.

Nadie se va.
Nuestros muertos se quedaron aquí.
Y si acaso partieron, regresan, siempre regresan.
Sonriendo saludan desde
la callada nave que nos visita al amanecer
y acodera en los silenciosos puertos del sueño.
Los míos, confundidos entre tanto pasajero, regresan.
O bajan por el hilo de agua que a veces cuelga de mis ojos.
Cuando camino a solas
estoy seguro de haberlos escuchado hablar por mi lengua.
Suelen llegar a la hora de la mesa
y se sientan a la izquierda de mi padre
y ríen como lo hicieron esa tarde de río crecido.
Alguna noche se acuestan a mi lado
y como operadores de cinematógrafo
me cuentan una película en blanco y negro
(voy en un viejo autobús
y me enamoro de una muchacha
que con sus tacones marca el compás del mundo).
Es como si el color de sus nombres
o la estela de sus gestos aún colgaran en el arco de mis cejas
y de tarde en tarde flamearan como lo hacen en el tendedero
las sábanas recién lavadas por mi madre.


TINTA SOBRE EL AGUA

Si me hubiese sido otorgada la gracia
para escribir un epitafio
-nada más uno-
sobre la extensa lápida de agua
que cubre el cadáver de los náufragos,
quizá podría escuchar sus voces
que desde el fondo del mar
recitan las cartas de amor
que el agua les quitó.
Pero mi escritura es tan frágil, temblorosa y esquiva
que apenas he logrado bracear hasta esta línea.
(Además, hace tanto que no voy al mar,
que cuando me vea, ¿me reconocerá?)


ÁLBUM FAMILIAR

a Sigüenza,
forever and a day

Los colores, rasgos y nombres;
el movimiento, los aromas y demás movimientos.
Los primeros rostros, quejas y gritos
de los que me aprovisioné para subir hasta estas montañas.
Los lactantes, escolares y cuadernos
que me habitaron o por cuyos ojos lloré.
Mis adolescentes cuerpos de los trece o catorce años
que me revelaron los dones del amor
y los borbotones del placer.
Los labios de mi juventud que tan poco o nada besaron.
Los adultos que abandoné como la serpiente su piel,
-aclaro que mi cuerpo carece de trazos especiales,
aunque se asemeja al de algunos hombres-.
Esta voz que se cree mi yo
y de la que obedezco lo que me dicta.
Los ancianos que me arrastrarán por salones vacíos
o en los que enfermaré de males conocidos.
Todos, todos, nos reuniremos en la última noche.


CRISTÓBAL ZAPATA
(Cuenca, 1968) Ha publicado Corona de cuerpos (1992), Te perderá la carne (1999), Baja noche (2000) y No hay naves para Lesbos (2004).

EL CINE FLORENCIA


Conocí a un hombre que una vez liquidó a una chica
cualquier hombre podría liquidar a una chica,
cualquier hombre tiene que, necesita, quiere
una vez en la vida, liquidar a una chica.
T.S. ELIOT

Cada tarde, cuando el ocaso se aproxima, me escabullo sigilosamente por el pasaje Florencia para volver a su antigua sala de cine. Hace algunos meses soy el único huésped de este asilo de espectros y de escombros. A nadie más parece interesarle esta película muda, a cuya única función asisto con puntualidad y estremecimiento: durante cuatro años una mujer es amada por un hombre que ignora. Un día él, incapaz de transmitirle su amor, incapaz de soportar su impotencia para decirle que la ama -solo por haberla visto, por haber sido el involuntario testigo de su belleza-, concibe matarla. Unas horas después, girando el revólver entre sus manos, recostado en su habitación, el hombre descubre espantado la inutilidad del crimen: comprende que no podrá olvidar a la muerta; que está condenado a recordar su imagen mientras vivió y la adoró en silencio; que ya no podrá olvidar su rostro que la agonía desfigura vertiginosamente, su boca borboteante de sangre.
A veces el organista -a quien sólo he visto de espaldas-, como si extraviara la partitura, como un dios protector e indulgente, improvisa un vals. Sé que busca distraerme, apaciguar mi aflicción y mi derrota, pero su gesto es tan impune como el del asesino. Como él, en la penumbra de la sala -yo pecador, yo inocente, yo culpable-, manoseo el revolver lleno de pavor y tentación.

PLATA QUEMADA
La muerte nos cerca
avanza a prisa por las escaleras y los corredores.
A trompicones militares, multitudinarios
La Ley nos dará caza antes del amanecer.

Sólo quedamos tú y yo
desnudos, invictos entre el fuego cruzado
y el agrio humo de los billetes
(trabajos de amor perdidos,
fugaz y fatua papelería bancaria).

Tu cuerpo y el mío
embadurnados de ceniza y de sangre
brillantes de Amor, eternos, invencibles.
Porque nuestra pasión es inmortal
amado Nene que ya duermes entre mis brazos
como un niño recién nacido de mi vientre.

¿Sabes?
Ya no escucho nada
las voces se han ido para siempre.
En la hora de nuestra muerte
el silencio es perfecto.

Universidad de Cuenca, enero 16, 2006.

DEL COMPORTAMIENTO ANIMAL

Con la misma inocencia de los peces
cuando se sumergen en los tesoros
de los naufragios centenarios,
así los hombres penetran los cuerpos
de otros hombres que ignoran.

FRANKLIN ORDÓÑEZ

(Loja, 1973) Ha publicado Mapa de sal (2001) y A la sombra del corsario (2004).
***
Con tu semen y tu sangre escribe en mi rostro la filosofía de Sade:
Mientras yo sea feliz, lo demás no importa

***Somos el rancio semen de Cristo, nada más.
Sólo las huellas muertas de un antiguo dios.

***
Déjame leer los versos de tu carne
(Como golpes o gotas de sangre
tu nombre
cae malherido en mis labios)
Déjame leer los versos de tu carne.

***
Besé tus ojos, el mar espeso de tus labios.
Te susurré:
-Cabrón.
Con fuerza:
-Hijo de puta.
Deslicé mi lengua por tus piernas,
lamí tu trasero, las axilas con sabor a tierra fresca.
Bebí tu marea blanca y turbulenta.
Nico, aprisióname con la violencia de tus cielos.
A la sombra del corsario
“El único destino es seguir navegando
en paz y en calma hacia el siguiente naufragio”.
JOSE EMILIO PACHECO



Se retuerce la noche, animal en celo. Perfora la piel, los huesos donde escribo la historia. Sube el mar: espejo y pájaro de agua; siembro tulipanes en el vientre de gaviotas. Recorremos Goya, de las bocas del metro emergen relámpagos, delfines, toros que navegan sobre espadas. Pero abres las alas, desapareces. Enloquecido me lanzo a la ciudad, te busco. Azoto mi cabeza contra el muro. La marea me arroja al país de barro y espejismos, de gangrena y minerales. Torpes las montañas me consuelan con historias de amores quemados. Te retengo en pedazos de papel, en mi piel donde dibujaste ciudades muertas. Te retengo en historias de hormigas, en la balanza, la sal que bebí de tu espalda. Lanzo mis alaridos a la cordillera, al nudo lleno de paja y fantasmas. Qué lejano el invierno, sus noches, nuestro lecho de metal y marihuana. Qué cercana tu voz, tus palabras con piedras de sol… Tus manos que atraparon las mariposas de mi garganta.

Keanu Reeves
Sabes a mares del sur
ceniza de marihuana.
Llego a tus nalgas.
Qué importan los versos,
la música, Manhattan.
Qué importan las torres desplomadas,
el sur comiendo cieno,
el vacío de los desterrados.
Qué importa el mundo
soy pez de tu mar en llamas.

23 ago 2006

RUSTICATIO
Por: Maurizio Medo*
¿Qué tienen en común el verso Cara Parens, Dulcis Guatimala - Patria querida, dulce Guatemala - escrito por el poeta guatemalteco Rafael Landívar en 1731 con una revista virtual, gestada en el 2006, por su compatriota Alan Mills?
Ambos están unidos en la idea que encierra un nombre: Rusticatio -adjetivo que, como el mismo Landívar advierte, era utilizado por los europeos para referirse a todo el reino de Nueva España. Rusticatio puede entenderse como recorrido, viaje, ruta, etc. Si la Rusticatio Mexicana de Landívar, compuesta en el Siglo XVIII, comprendía territorios como los lagos de México, el Valle del Jarullo, en México, y las cataratas y Nicoya, en Guatemala, la Rusticatio, ésta otra virtual, de Mills, si bien se nos aparece desde Guatemala, no registra en su travesía un territorio geográfico, si es que es la de un territorio. Su articulación es opuesta a la geográfica pues supone en sí una ruptura con la ideología de aldea – limitada por sus fronteras – para intentar un mapeo no desde un lugar sino desde la abolición de este: la poesía. Es mejor oír a Mills:

La idea nació cuando visualicé (a través de charlas con amigos poetas latinoamericanos) la necesidad de crear un espacio donde pudiesen fluir las poéticas actuales de América Latina, desde una plataforma crítica y con una relación problemática frente a nuestra posible tradición común. Pasa que viajé a muchos festivales internacionales de poesía en los últimos dos años, y siempre al final de cada encuentro me quedaba la sensación de que Guatemala estaba desconectada de lo que sucedía en el ámbito poético en el continente.

Y ahora debo hablar en primera persona. Fue por esta idea que Jorge Solís, fino poeta y agudo crítico mexicano, y este peruano del Perú que ahora suscribe, fuimos convocados a integrarnos como editores del norte y del sur latinoamericanos a fin de contribuir a lo que consideramos esencialmente como un diálogo. Nuestros países tienden a desconocerse en cuanto lo que son sus “rutas poéticas”. Hay una suerte de cerrazón editorial, de cascarón ideológico que nos induce a curtir en ombliguismos sistemáticos en los cuales nuestros “hitos nacionales” son leídos a guisa de insustituibles.

Yo no creo que aún Rusticatio constituya una plataforma crítica, como es nuestro propósito, sí un medio de divulgación a través del cual el lector dominicano, argentino, paraguayo, etc., descubre que su originalidad en ser, y por tanto en escribir, asoma con una serie de vasos comunicantes con sus otros. Creo que Rusticatio se constituye en la posibilidad de reflejarse no sólo en nuestros Espejos de Narciso sino en verse dentro de otra mirada, mayor: la de una probable tradición que nos hermana. Y es desde esta tradición, donde asoman en simultáneo Diego Maquieira, Edmundo Wilson, Raúl Zurita, Jorge Kanese, etc., que asoman las firmas de Rodrigo Flores, de Julio Serrano, de Amalia Gieschen, de Ernesto Carrión o la de Héctor Hernández. La tradición de la poesía latinoamericana no puede supeditar su desarrollo a las orquestaciones canónicas. Va más allá. Rusticatio pretende convertirse en un espacio para esa renovación. No somos, ni Ud. ni yo, quienes también formamos parte de Rusticatio, un medio oficial. Por el contrario, representamos la idea de que la poesía latinoamericana persiste en su gestación no en un centro ni en una margen – instituida como bastión de resistencia a la oficialidad – sino desde un no-espacio.

Es el mismo lugar en el que se celebran encuentros como Poquita Fe, Estoy Afuera o el Novíssima Verba. Festivales organizados en Chile, en México, en Perú. Es cierto. Como también lo es que esos espacios son, más que geográficos, terriblemente humanos; que no existirían sino a través del encuentro de los poetas que los protagonizan.

En nuestro primer número participamos juntos en la poesía de La Novísima chilena; en este segundo hay un pequeño zoom a la que se viene escribiendo en el Perú – desistimos de continuar presentándola vía las parcelas. Así si en nuestra primera entrega – pronto en PDF recargable – Ud. podía acercarse a Raúl Zurita a través de la entrevista de Amalia Gieschen, en ésta el buen oficio de esta poeta y periodista argentina nos permite dialogar con Leonidas Lamborghini. Si en nuestra primera entrega leímos un adelanto del libro de Alan Mills, Síncopes, en esta segunda podremos compartir Sakra Boccata del poeta peruano José Antonio Mazzotti. Esto y más.

Creo que la mejor manera de informarse es asomar a: www.rusticatio.com/rusticatio

La cena está servida.
*Maurizio Medo, crítico y poeta ítaloperuano.

21 ago 2006

Opinión
LOS BLOGS: ÉTICA Y CONOCIMIENTO
Por: Ángel Emilio Hidalgo

Cada vez son mayores y más diversas las “comunidades de cybernautas", viajeros del mundo que atrapan la realidad y la ficción en la esfera virtual. El internet nos permite crear comunidades de personas que convergen por razones de gusto, profesión o intereses compartidos. El blog es uno de esos medios que posibilitan el cruce de información, experiencias, conocimientos y saberes diversos.

En nuestro medio, el fenómeno de los blogs recién está emergiendo. Su perfil es atractivo y accesible a todos, al mostrarse como una bitácora de viaje que en pleno siglo XXI, ha podido reemplazar a los viejos diarios personales. En los blogs se registran las opiniones, puntos de vista, reflexiones, comentarios y anotaciones más diversas sobre cualquier aspecto imaginable. Hay blogs de cocina oriental, de consulta veterinaria, de moda, de música africana, de físicoculturismo, de fútbol, de arte contemporáneo. El blog es un arma de doble filo: al mismo tiempo que puede servir para elaborar conocimiento, orientar la opinión de los ciudadanos de la aldea global o transmitir ideas constructivas, también se lo puede utilizar para generar incertidumbre y confundir.

El uso y manejo del blog, más allá de los estándares técnicos y el amparo legal del derecho privado internacional, debe estar subordinado al dominio de la ética y los valores individuales. Aquí reside su principal fortaleza, pues, las relaciones socioculturales que propicia, inventa y reproduce la globalización, obligan a un cambio de actitud para responder de manera ética y humana, a los desafíos, retos y obligaciones de la ciudadanía global.

Hay muchas razones para favorecer la existencia de los blogs en nuestras sociedades, a pesar de los riesgos anotados. Una de ellas es conocer y reconocer la diversidad humana: en la encrucijada de las prácticas hegemónicas y los discursos totalizadores que, uno a uno, se van desmoronando como castillos de naipes, se vislumbra por fin, la libertad de oír, escuchar, actuar, decir, escribir y pensar.

En ese sentido, los blogs favorecen la intervención y puesta en escena de una esfera pública cotidianizada, donde los actores son sencillos hombres y mujeres, oficinistas y amas de casa, jóvenes y ancianos que se dedican a “postear”; es decir, expresarse sin intermediarios, y sin sentirse agobiados por el control social que ejercen ciertos mecanismos de poder.

Los blogs son también medios alternativos de prensa que responden a la necesidad de extender y profundizar el acceso a la información, a la vez que resulta una importante herramienta para la diversificación del quehacer periodístico.

En nuestro país se vive un verdadero auge de los blogs dedicados a la literatura. Solo en Guayaquil se contabilizan más de una docena. También hay interesantes blogs emitidos en Quito, además de blogs “internacionales” que administran escritores ecuatorianos radicados en Suiza, España, Estados Unidos, etc.

Este fenómeno es explicable por la ausencia de los semanarios culturales de los periódicos, que hace una década entraron en franca retirada. Todos recordamos a esos viejos y venerables suplementos dominicales que nos traían las últimas novedades literarias, artículos, reportajes, entrevistas, poemas, cuentos, ensayos fotográficos y críticas de arte. Hoy, en cambio, la banalidad y la tontería son las pautas a seguir. En las páginas de la mayoría de los suplementos que se publican en la actualidad, se hace una apología del chisme, se fomenta el consumismo y se promueven antivalores.

Por eso, los blogs son una opción necesaria para favorecer la difusión de las prácticas culturales, sin depender de intermediarios o instancias burocráticas obsoletas. Pero la clave siempre estará en lo que un blog finalmente proponga: si estimular la chismografía y el narcisismo, o contribuir en algo, al desarrollo de una comunidad. La libertad personal es ilimitada, pero la ética es la clave para no confundirnos, si pensamos que esta herramienta debería favorecer a la formación de nuevos ciudadanos, informados y críticos, y socialmente responsables frente a los desafíos del mundo.

Reseñas  
SACRA, O LA LUCHA CONTRA LA VACUIDAD
Por: Luis Carlos Mussó
De Alexis Naranjo habíamos leído Profanaciones, Ontogonías, El oro de las ruinas, Interregnum y La piel del tiempo (Premio Jorge Carrera Andrade). Con Sacra (Libri Mundi, 2005) nos hace su última entrega a través de un discurso en el que asume una visión cósmica oriental. No es sorpresa: esta visión ya ha sido tomada como perspectiva en libros anteriores del autor; y le ha hecho posible expresarse con una exactitud impresionante. Así, el agón (lucha contra la vacuidad, lucha contra la muerte) mantiene una fuerte impronta en estos versos. Aquí está la contemplación de los cuerpos, el gozo y se permite un amplio espacio para la meditación. Se ha convertido la voz, o sea la palabra, en el referente casi único de los poemarios anteriores; pero en éste, los sujetos y objetos del deseo establecen puentes que no evaden el reflejo. Naranjo, lo hemos afirmado varias veces, se acerca al vacío como concepto y suele hacerlo desde una combinación críptica de las palabras. La meditación -propia de la visión oriental- y una alusión a la perfección del silencio se logran mediante la contemplación de la disgregación/ fusión de un cuerpo en otro. Palabra, como referente de la palabra. Se siente en estos textos un hálito de suspensión del pensamiento (quizá de la acción, también). Puentes entre los seres humanos, no escaleras.
(Alexis Naranjo)
I

3

te equivocabas al creer posible amansar
la mitad inferior de ti

ahora es aquella mitad
la que da belleza a los goces de tu espíritu


16

¡y cómo la traición dispensa
la justicia de las máscaras!

tú y él
como tú y yo
a merced de
juramentos
máculas
venenos

II


3

indolente
sinuosa en tu desidia
sepulta esta querella
pero respírame
jadéame
prohíja esta máscara, tu espejo


5

¿dices que tu silencio es transparente?

y ¿qué quemante opacidad
es entonces tu respuesta?

III
1

en tu refugio me hieres

con los mostos de la herida me unges

aunque zozobre

aunque miel y leche se pudran

aunque nuestras bocas limpien los sexos

en una Cópula de Hierro


6

¿tan frágil el mundo
que al despertarme
se acaba?

más fuerte tu ceniza
mi desvelo


9

no fuimos los amantes exiliados
sino el exilio del amor

y nada quedará de nosotros
ni el fervoroso misterio
ni tu nombre equívoco
ni el éxtasis de una revelación
ni el postrero ahogo
ni el desdén que ensombreció los ritos
ni los mutuos espejismos
de un más allá
más allá
más allá

18 ago 2006

PRÓLOGO A UNA ANTOLOGÍA DE POETAS HISPANOAMERICANAS *

Por: Mario Campaña

Nada puedo decir sobre estos poemas, nada debe decirse, nada que pueda o deba precederles, postergar su lectura, el acto inminente y eminente que merecen. “Frente al mar hondo/uno debe callar hondamente”[1]. Ante estos poemas es mejor callar, en efecto. Tal es la riqueza de su ofrenda y la urgencia de nuestra necesidad. Tal su acuciante encantamiento.
En la literatura contemporánea no conozco nada más esencial y por tanto más perentorio que la poesía que escriben las mujeres en Hispanoamérica.
Puede uno especular sobre cómo ha llegado esta poesía hasta su visible vocación de probidad y de verdad; imaginar, por ejemplo, que su propia condición ha obligado a la mujer hispanoamericana a situarse de espaldas a cuanto pudiera amenazarla, poner en peligro su supervivencia, por fascinante que fuera, señaladamente el nihilismo, que desde tiempos lejanos arrastra con una fuerza inelectuable hacia la angustia o el envilecimiento a la mayoría de los hombres. Se puede incluso llegar a decir que “aun sin estrategia,/ la mujer vive/ para la salvación”[2].
Y al hilo de ello podrîamos decir también que uno de los asuntos centrales de esta poesía es el alma, sea lo que sea que cada una de las poetas mencione con esa palabra, pues, aunque de modo diverso, constantemente vuelven la vista hacia esa presencia extraña que en otro tiempo convivía con nosotros, y hoy perece retirada, ensimismada, ajena, tal vez sin ojos y sin voz. Inesperadamente, a través del cristal que unas veces conduce la mirada hacia una intimidad impalpable, iridiscente, y otras hacia la superficie áspera de lo sensible, hacia los objetos y los sujetos, la quietud y el movimiento, la vida social, familiar, polîtica o sentimental, el combate, el juego, la burla y el escarnio, el pasado y la infancia o el futuro y la muerte, las poetas la evocan, convocan la memoria del alma o el alma de la memoria, negándose, creo, a aceptar la terrible conclusión de Artaud que cita Elvira Hernández: “el alma no ha sido más que un viejo refrán”[3].De la eternidad de ayer a la fugacidad de hoy, el alma ha atravesado, atraviesa aún, el tiempo humano, el tiempo de las poetas, como una visión que no cesa, como una fantasmagoría imborrable, desasosegante, y si ha sobrevivido lo habrá hecho más como misterio que como realidad admisible. Y ahora he aquí que estos poemas, en medio de los asuntos de la vida práctica, cotidiana, parecen invitarnos con una conmovedora amabilidad a pensar en nuestra existencia marcada por el desconcierto; a pensar pues en lo que ya no tenemos, en lo que ya no somos: “blancos horizontes éramos”, recuerda, así, un verso de María Auxiliadora Alvarez.
“Horizontes”: sûbitamente nos encontramos definidos así hoy por una mujer, una poeta hispanoamericana, sin alusión a cronología o época alguna. Lamentaría parecer enfático; no es necesario. La realidad es que el abandono del alma nos inquieta y no solo porque “si somos tierra solamente” habría que pedir “que se levante la sesión”, como anotaba con ecos cristianos Nicanor Parra, sino además porque ante los inapelables dictámenes del mundo exterior no podemos prescindir de aquello que puede hacer de nosotros seres más vivos, atentos a la flama de la vigilia, a los peligros de su extinción.
Se puede seguir diciendo, pero creo que nada añadira nada a la naturaleza de los sentimientos que pueden provocar estos poemas. Estamos ante una palabra que debe ser escuchada, ante palabras necesarias, palabras que encarnando, acaso por primera vez, lo mejor de nosotros, esa parte aún extinguida que podría salvarnos, nos invitan a volver a la vida, o a no salir de su reino, a escucharla, es decir, a dialogar e incluso a debatir con ella, con todos. Porque no hay palabra, por cotidiana que sea, por buenas intenciones que tengamos, que sirva para la renovación de la vida si no surge de una necesidad de escuchar, de la escucha misma, y de la urgencia por retribuir la palabra recibida, la palabra de todos.

[1] Verso de Irene Gruss.
[2] Versos de Susana Villalba, en ‘Señas particulares ninguna ‘, del libro Matar un animal.
[3] En ‘Letras & letrinas’, del libro Santiago Waria.  *antologia que aparecerá por la editorial Bruguera de Barcelona, en noviembre de este año.

15 ago 2006


Reseñas
ATLAS ANA ISABEL CONEJO
EDICIONES HIPERIÓN, 2005


Por: José Arturo Castro
Ana Isabel Conejo (Tarrasa, Barcelona, 1970) fue la ganadora del XX Premio de Poesía Hiperión con su poemario Atlas, el cual aporta al panorama poético hispanohablante una propuesta lírica con una voz que explora en los avatares de la contemporaneidad y construye imágenes a través de la geografía, el mito, la historia y el sujeto de nuestros días.

El Hiperión, considerado un importante “termómetro” de la poesía joven, reconoce en esta ocasión el trabajo de una autora que para nada es una debutante en el quehacer literario (a su haber tiene una prolífica trayectoria de cinco poemarios, una novela, algunos cuentos y varias traducciones de clásicos británicos y americanos), y que a su edad, bordea ya la frontera promedio de lo que se considera como joven dentro del ámbito de los concursos literarios.Atlas constituye un viaje que comienza con la evocación de lugares que se ubican entre la geografía, las ruinas y la quimera, para acabar luego al interior del sujeto poético donde cotidianeidad y existencia, vida y muerte, se comunican entrelazándose de manera constante. Es en este momento del poemario cuando las palabras intentan un mayor alcance para no quedarse solamente en el paisaje y el coloreo, sino para tratar de hablar, por ejemplo, del origen, de la vejez, de la conciencia, de la dificultad de ser. De esta manera, tierra, mito y trascendencia buscan hilvanarse en un recorrido trazado a partir de experiencias donde Conejo asume una reflexión que, sin llegar a profundizar, va y viene entre ficción e historia, una meditación en la que están presentes las preocupaciones que de tantas formas se ha planteado el ser humano: el amor, la muerte, el tiempo, los sueños, etc.

Con ciertos contrastes de intensidad y alcance, gran parte de los poemas del libro exhalan una cadencia despejada y sutil, susceptibles de provocar una lectura más cercana a lo llevadero que a lo pedregoso. Un sucederse de los textos en el que la voz poética busca revisar la vida a través del tránsito por los lugares simbólicos y físicos por donde ésta opta transcurrir; a través también del tiempo, que como un gran eco está presente en el conjunto del poemario. Hay asimismo un notable trabajo en lo formal, una consecución de imágenes mediante un lenguaje evidentemente labrado, que consigue construir un registro metafórico estable en su seducción y a veces ligereza.

También, las realidades que vivimos en los comienzos de este siglo son coordenadas de fondo que la autora traza en su Atlas, la atmósfera que habita en muchos de sus textos. Las relaciones y contraposiciones entre modernidad y tradición, entre lo propio y lo ajeno; el deterioro de la naturaleza y sus consecuencias; la sociedad de consumo con su banalización e incidencia en la vida cotidiana; las paradojas de un mundo contemporáneo donde el sujeto es lugar de flujos (otro sitio dentro de los sitios del mapa lírico) donde se hibridan los cambios socioculturales que trae consigo la época, donde desencanto y escepticismo encuentran asidero y matizan el talante del ser humano de nuestros días.

Estos son los territorios que principalmente en prosa poética explora el libro de Ana Isabel Conejo, el itinerario de un tanteo telúrico-existencial que vale la pena recorrer. Una jornada que en definitiva nos pone ante una poeta afianzada y desconocida en nuestro medio.
SÓLO VÍCTIMAS
Déjame que te cuente las ofensas del mundo: las altas cordilleras oponiendo sus siluetas frágiles contra un humo incesante de rapiña y de muertos, los glaciares azules profanados de restos de basura; déjame que te hable de la estela aceitosa de los barcos mercantes, de las sucias espumas de las aguas fecales en las que se alimentan los flamencos. Yo los he visto. Aves rosadas, tan hermosas que te lloran los ojos al mirarlas, como al mirar un cielo de poniente. Ponen huevos enfermos. Y esos niños de África con su triste ropaje de huesos prominentes, hijos de nuestro miedo. Mientras desde muy lejos nos exhortan a rodar silenciosos en grandes coches de motor alemán, a borrar nuestro olor con aerosoles que dejarían ciega a una gaviota. Cifras. Nos suministran datos comparativos de las últimas décadas. Como si así pudieran explicarnos por qué hace ya dos años que no anida en mi casa la sírice gigante, por qué el viento de marzo no huele como siempre. Y lo peor es que ya no hay verdugos: sólo víctimas. Sólo aterradas víctimas culpables. Animales enfermos que intentan protegerse refugiándose en un hipermercado, yendo a clases de bailes de salón…
MASHKAN-SHAPIR
Mesopotamia es sólo un arañazo de oro en la superficie del desierto, un nombre griego, llaga de agua y palmeras entre el polvo y la sed,

pero ese nombre esconde multitud de Venecias muertas entre las dunas.

Sabemos de una de ellas: Mashkan-Shapir. Tres puertas. Los canales hundían su esqueleto de lluvia en los blandos aluviones del Tigris. Había un templo al dios de la muerte y otro al sol. Extraño culto doble a la ardiente evidencia del ser y su reverso.

Quién sabe si en sus casas se oirían los pájaros. O qué reptiles casi transparentes dormitaban inmóviles al calor de sus muros, qué insectos atraídos por la oscura promesa de la sangre se agazapaban en sus lechos, cuántas veces se echaron a perder en las cestas los frutos corrompidos por el verde polvoriento del moho,

Quién iba por las tardes al jardín de palmeras junto al muro del norte, o qué palabras sonarían más dulces en sus labios, cómo se sonreía un poco el pescador más joven al clavar sus arpones en el cuerpo de plata de los peces fluviales, qué refrán repetían las abuelas acerca de la sed

Nunca los muertos estuvieron tan muertos

tan a merced del viento

tan perdidos…

11 ago 2006

Reseñas
EDUARDO HARO IBARS
Unos lo recordarán como columnista de la emblemática revista Triunfo, otros como letrista de la Orquesta Mondragón; los más jóvenes lo mitificaron como uno de los pioneros de la movida madrileña, la que según las crónicas ahora cumple veinticinco años. Eduardo Haro Ibars (Madrid, 1948-1988), hijo del controvertido periodista Eduardo Haro Tecglen –adulado y reprobado–, fue ante todo un freak. Quizá de los primeros freaks que hubo en España. Haro Ibars rompió la dicotomía progre-facha, tan en boga en los años setenta. Novelista, poeta, ensayista, el biografiado ha dejado su huella en generaciones posteriores que ven en él y en su obra a un autor de culto. Precursor del movimiento gay en España, la vida de este poeta de lo menudo está jalonada por las drogas y el rock and roll. Muchos jóvenes de su generación se quedaron en el camino, como él.
Eduardo Haro coincidió en la cárcel de Zamora con Leopoldo María Panero y tuvieron una relación contradictoria en la que el seducido fue Leopoldo. Será Haro Ibars, junto con Leopoldo María Panero, el primer autor español que escriba poemas sobre la heroína. El llamado "caballo de la muerte" ocupará asimismo un buen número de páginas en "¿De qué van las drogas?", texto de divulgación publicado en 1978. Muere de una atrofia cerebral, producto del sida*
Página 51
al autor anónimo
los camiones de juguete. Una mariposa se helaba jugando entre focos de alto voltaje y triste intensidad, perseguida por sonidos/fénix; en la torre decapitada, vivienda de dos espantajos -"rey" y "reina", les llamaban con sorna los lugareños-, huidos de los horrores del incendio y la Rabia, se fraguaba un murmullo irradiado de teléfonos. En el parque, callaba la orquestina. Una puerta se abrió entre los dos ojos del Viejo Mono (elegante traje gris, tres piezas). De allí salían arañas azules, harapientos siameses, gemelos y mellizos nacidos bajo la misma estrella, pulpos elegantísimos con corbatas de seda, viejas glorias, restaurantes sin número ni nombre... todo aquel pueblo de réprobos, habitantes de ruinas malditas, hacía ruido... Monstruos portadores de estandartes, gritaban slogans blandos como las horas pasadas a tu lado en un huevo. El soldadito rojo no sabía qué hacer; presa de un ataque de nervios, se comía las paredes de su garita de chocolate. Se daba cuenta de la invasión, seguía por TV su desarrollo; comprendía que había que detener de algún modo a las esponjas goteantes de vinagre que surcaban el cielo; pero cuando trataba de encontrar una solución, un arma o un refugio, el cine empezaba a funcionar y las cajas de sorpresa disparaban de golpe sus fantoches peludos. Hongos enormes y viejos tigres en llamas distorsionaban por completo el panorama, antes tan apacible. Su novia, multicolor y turbulenta (ella era de nombre Torbellina), pretendía ayudarle; pero las fuerzas del mal la habían encerrado en un huevo de pascua, y no podía hacer nada más que sacar la mano derecha por ventana pintada de trompe-l'oeil y agitar blanco pañuelo, sobre cuya superficie brillante venían a posarse de inmediato las pesadas terrazas del verano. "Es angustioso", decía el Intendente de Palacio, "pensar que el azúcar ha bajado de precio, en forma tal que somos incapaces de hacer frente a los aires, de congelar la lluvia en sus aceites, de

El poder

recordamos viva selva y en el centro

algo como palabra un cuerpo joven

-y el sudor que emanaba era verano

y la sangre tan dulce y esos pies

hechos para volar (sin alas casi)

y caderas estrechas que acogían

niebla y calor en su camino angosto

(pasadizo de incendios lo llamaban)

recordamos el poder y en la caricia

bestias de un solo cuerno se alejaban

a lomos de centauro (era tremenda

su carrera y su embestida blanca)

en un paisaje quieto de tapiz

la dama nuestra madre había previsto

fuegos artificiales en el molino viejo

(morada abierta a los que nunca viven

pero duermen sin sueños

dejando para otros el sol y sus costumbres)

jolgorios y milagros en los setos

para la confusión de los amigos

en el jardín pequeño en su regazo

la dama nuestra madre

no había apagado sus espejos

(morir en ellos respirando algalia)

esperaba el poder entre las piernas

de aquel niño sin alas

sus muslos (acogedoras piedras fina lluvia)

se cerraban en torno a un nombre húmedo

y entre espadas volaban sierpes de alegría

sus manos blancas palcos parecían

de un teatro de lluvias

el poder se decía es un paisaje

en los nudos sangrientos de la higuera

y era tigre o caballo

o vendedor de cuerpos hibernados

por las esquinas blandas de la tierra

aquel dios que yo tuve o que me tuvo

más allá de las nueve de la noche

atrapado en las rocas de su espalda

en su humilde trabajo cotidiano.

*tomado de casa del libro

7 ago 2006

Ensayo
Fernando Pessoa:       la heteronimia y el oxímoron como recursos literarios para lidiar con el agujero (fragmentos)*

Por: Mayra de Hanze
Lacan dedicó un año de su seminario a Joyce, y lo hace no como un intento en la crítica literaria, tampoco para beneficio del psicoanálisis aplicado, menos aún para un proyecto de psicobiografía. Lo hace para decir qué fue para el sujeto Joyce, la función específica de su obra y el modelo que esta construye.

Como poeta, Pessoa no es un caso, es un fenómeno. Como escritor da luz a varios autores, cada uno con su obra bien diferenciada, su propia inspiración y también su retrato y su biografía singular: los famosos poetas heterónimos, camaradas y compañeros de diálogo del escritor.

El ego desfalleciente de Joyce encuentra con toda seguridad su pareja en Pessoa. En la mencionada despersonalización. Si Joyce-el síntoma, se convierte en el único por su arte, se construye un ego de suplencia, qué decir de la multiplicación del yo en Pessoa. La colección de personalidades que inventó y con las cuales convive, plantea continuamente al lector, como a los críticos, una cuestión acuciante.

Los heterónimos tienen un estatuto diferente, lo dijo y lo repitió: sus heterónimos existen, como personas verdaderas. Más que una poética y un manejo diferenciado de la lengua tienen una imagen. Los veo, dice Pessoa, que nos los describe efectivamente. Una historia, una biografía precisa, una visión del mundo -digamos una ética- y un modo de goce propios. Lo más importante entre ellos, verdaderos nudos borromeos, es que disponen de lo que a Pessoa parece faltarle: una consistencia unitaria.

No se puede hacer un pronunciamiento sobre Pessoa el pensador, sin hacer una doctrina del fenómeno de la heteronimia, porque este cuestiona el decir. La puesta en plural heteronímica, que hizo de Pessoa una de las personalidades literarias más monstruosas del siglo XX, como se lo ha denominado, porque desmultiplica las voces, engendra un curioso efecto de suspenso del aserto. Está justificado hablar de voz aquí, porque los textos de Pessoa hablan, (…) hay tantas voces en Pessoa que no se sabe cuál es la suya. Si es justo decir “el estilo es el hombre”, a falta de un estilo, el Hombre-Pessoa, no es.

Esta heteronimia del verbo, semejante al fenómeno impuesto, manifiesta una prioridad de lo simbólico habitualmente enmascarada y revela, según la expresión de Lacan, a un sujeto que es poema más que poeta. En la mayoría de los casos, la heteronimia no pone en causa la atribución subjetiva, y el signo inspirado. La particularidad de Pessoa conlleva eso: el texto, o mejor los textos, se le imponen con sus criaturas.

Visionario de personalidades ficticias, Pessoa confiesa haberlo sido siempre desde que tenía seis años. Un cierto Chavalier de Pas fue su primer compañero heterónimo, aparecido extrañamente un año después de la muerte de su padre, cuando el autor tenía cinco, y el mismo año de la muerte de su hermano menor. Pero esa compañía mental no es hija de lo imaginario únicamente. Pessoa no es mitómano: creó obras para las que inventó personas a continuación, y todas son criaturas de la palabra, según la expresión que Lacan utiliza respecto del presidente Schreber.(…) En Pessoa, el caso tiene prioridad porque al condicionar las formas en las cuales se realiza, eleva la obra al rango de caso. Pessoa no es el mismo en el interior de su prosa y tampoco en el de su poesía. Y no obstante, hay una unidad en él, pero esta no es la de un yo. Hay un fuerte contraste entre lo que dice de sí mismo, por un lado, y lo que se percibe en sus producciones de crítica literaria, política o filosófica, por otro. Los textos confidenciales son las cartas y algunos escritos autobiográficos. En ellos el que habla es un hombre enfermo, un solitario atormentado por la locura, sumido en la depresión, que espera la catástrofe nerviosa, que dice estar totalmente dominado por la vacilación, la duda, desprovisto del poder de querer, lleno de incertezas, de pasividad y de sueños, que asegura vivir en la tortura y el desasosiego, que flota en la duda, cautivo de la desesperanza y el horror.

Pero quien lee sus estudios estéticos y políticos descubre algo muy diferente, en primer lugar un hombre de raciocinio, incluso un razonador prendado de la lógica y de la demostración hasta lo absurdo a veces. La obra del pensador y del crítico tiene una acuñación completamente diferente a la del poeta, aunque no sea homogénea, pero está entre los polos de la ironía que destruye y del mesianismo que anuncia.

Pessoa siente una fuerza enorme en su interior pero no es la fuerza de un yo. Ese yo, que los demás parecen saber construir con toda solvencia, como una osamenta o caparazón mental, no llega en él a configurarse. Su propia conciencia hace que se considere una morada inacabada, sin suelo que lo sostenga, ni muros, (…) y acaba sintiéndose atraído por el vacío o habitado por presencias desconocidas:

"Estoy sentado en mi mesa, con mi papel y mis plumas, y de pronto me asalta el misterio del universo, me detengo, tiemblo, siento miedo, y me gustaría dejar de sentir, ocultarme, golpear la cabeza contra la pared. Feliz aquel que es capaz de pensar profundamente, pero sentir esa profundidad es una maldición…el misterio del mundo se apodera no sólo de mi pensamiento sino también de mi sensibilidad". Estas notas escritas a los 17 años son los prolegómenos de El libro del desasosiego, en el que Bernardo Soarez enunciará su cógito inverso: pienso, luego no existo.

(…)
La primera función de la heteronimia consistirá en vaciar la conciencia de ese vacío. Se trata de poblar ese desierto, de consumar esta creación de sí que el sujeto siente incompleta, de escribir la novela de la que es apenas el esbozo. Se trata nada menos que de refundar su ser, de celebrar un nuevo pacto. Lo contrario de no ser nada ni nadie no es ser alguien, hacer de sí mismo el más irresponsable de los seres, sino ser muchos, todo el mundo, ser el actor, la actriz, el lector, Pessoa, Reis, Campos. La lista de las personalidades adventicias que han participado en la elaboración de la obra es interminable y abierta como la propia obra. En realidad se reconocen tres grandes heterónimos además de Soarez, que es un semiheterónimo: Caeiro, Reis y Campos, a los que hay que añadir un número indeterminado de pequeños heterónimos o personalidades literarias, como Antonio Mora, Rafael Baldana, Vicente Guedes, etc. En 1978, Armand Guibert aseguró haber descubierto hasta 14 heterónimos. Teresa Rita Lopes, elaboró en 1990 una lista de 72. Estas cifras no tienen importancia, algunos de estos semiheterónimos sólo han escrito unas cuantas frases o un proyecto de libro.

(…)
Por otro lado, ¿que función cumple el recurso del oxímoron? Habría que decir que el oxímoron es la figura de la retórica antigua que une dos expresiones de sentido contrario. El ejemplo más famoso de la literatura francesa aparece en el Cid, de Corneille: “Esta oscura claridad que cae de las estrellas”. Bien, la obra de Pessoa en su conjunto está sostenida por este recurso literario que se expresa en esa escritura continua, infinita, sin posibilidad de abrochamiento, que padece el escritor. Es de lo que se duele, por ejemplo, en su Libro del desasosiego. Por donde uno lo abra, el autor plantea mediante esa oposición la imposibilidad de concluir, de cerrar, diría de abrochar. El uso de tal recurso literario le permite lidiar con el vacío.

Roman Jakobson y Luciana Stegogno Picchio, los dos eminentes lingüistas, al hacer hincapié en el papel capital que en el pensamiento y en el estilo de Pessoa desempeña este procedimiento retórico, lanzan una idea que, según Lourenzo, hizo más por la reputación del escritor portugués que todas las exégesis que le precedieron. En lo sucesivo, se tenderá a considerar la obra de Pessoa, como un campo de minas en el que la posición latente de la negación puede hacer estallar el discurso en cualquier momento.

En 1974, la revista Tel Quel, que dirige Philippe Soler, publica un estudio llamado ¿Pessoa persona? La autora del artículo, escrito en francés, es una joven brasilera, Lyla Perrone Moisés. Su formación es estructuralista, y aunque cita a Lacan, Barthes o Julia Kristeva, lo hace sin dogmatismos. El interés de su análisis radica en la respuesta a la pregunta fundamental: el mal del que se lamenta el escritor portugués, ¿proviene de un exceso o de una falta de ser? Y su respuesta es en nada ambigua, al contestar que la poética de Pessoa es la poética del vacío absoluto.

 
*Leído en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, en el marco de los carteles sobre literatura y psicoanálisis, convocados por la Nueva Escuela Lacaniana de Guayaquil a finales del 2005. Edición de Fabián Darío Mosquera

4 ago 2006

Presentación del libro de Marco Antonio Rodríguez y cierre de Expolibro con Antonio Skármeta.*

Por: Luis Carlos Mussó
Uno
La noche del jueves 27 de julio asistimos al lanzamiento de la reedición de “Historia de un intruso”, que tras treinta años demuestra seguir saludable. El negro Velasco nos dio felices noticias con respecto a la próxima aparición de la revista que dirige. Fernando Tinajero, en limpia palabra, lanzó el libro y nos hizo interesar y emocionar, como si nunca hubiéramos leído el libro - impecablemente graficado por Monsalve (uno de los grandes)-. Impresión grata a la vista fue un grupo de chiquillas y sus compañeros ataviados con trajes de diversas zonas del Ecuador. Como habíamos quedado por teléfono, esperamos a Marco Antonio, quien llegó con Fernando y con el viejo amigo Fabián Guerrero. Nunca terminaremos de agradecer del todo su deferencia hacia nuestros textos (como ya lo hiciera con Antonio Preciado, ha dejado en nuestras manos la elección para que nuestros poemas salgan publicados en “Poesía Junta” o “Palabra Viva”, colecciones ambas de la Casa de la Cultura). Tras el último abrazo, dejamos a Marco Antonio, siempre rodeado por la variopinta fauna de nuestra literatura. Por cierto, cada persona del público recibió un boleto pues se iba a rifar un grabado de Monsalve. Me fui antes de tiempo, pues debía encontrarme con el poeta Carrión. En mi bolsillo todavía tengo dos de esos boletos. 
Dos 
Quienes creían que Expolibro Internacional 2006 finalizaba con el levantamiento de los puestos de libros, estaban equivocados. Aunque los antibióticos lo tenían casi dopado, las jornadas de Antonio Skármeta en Guayaquil fueron atareadas y extenuantes. Firma de libros en La Librería; visita al Copol, recibido por Lucho Alvarado, la proyección de “Il postino”, y sus consiguientes palabras sobre cine. El sábado 29, durante el almuerzo con Aminta Buenaño, el citado Lucho y los generosos Ingrid y Ramiro Cepeda, se planeó la charla de la noche (MAAC, 19h00): sería sin guiones. Y al fin, los guayaquileños tuvimos la oportunidad de escuchar a uno de los narradores chilenos de mayor trayectoria. Guiones –ahora sí-, poesía, Neruda, novelas, confidencias, etc. Reflexiones, sonrisas y el espacio para la formalidad; cuando se lo nombró Huésped Ilustre de Guayaquil, Antonio le quitó a Ramiro su corbata y en dos segundos armó un nudo y se la puso. Todos aplaudimos ante la ocurrencia. Al día siguiente, se quedó Skármeta con las ganas de ver algún partido de Barcelona (la fecha futbolística del equipo ese domingo fue en Quito), así que sus planes lo dirigieron a la playa. Dijimos antes que si así se viene la tormenta, que no amaine. Es verdad. Nadie quiere guarecerse.
* Encabezando el post, Antonio Skármeta fotografiado a los 3 años de edad.

1 ago 2006

Creación

El último deseo

Por: María Gabriela Borja*

Dé de Nadie es un hombre triste. Uno de esos ejemplares que pasan inadvertidos por todos lados. Su presencia es ignorada, ni siquiera repudiada, simplemente es como si no existiera. Siempre viste de negro, pero ni eso contribuye a atraer la atención de los otros. Sale de su casa temprano, camina durante una hora, regresa, se prepara su desayuno y toma una ducha. Luego va a su oficina en el periódico menos leído de la ciudad y se queda trabajando hasta muy entrada la noche.

Luego, Dé de Nadie escribe cuentos en el Mayo del 68. Se sienta en un rincón cerca del baño y otea la pista, la euforia, las parejas, esas viejas circunferencias mágicas que cuelgan del techo y el retrato de Marilyn Monroe sonriendo eternamente. Dé no acostumbra frecuentar otros sitios. Persigue obsesivamente el abstruso lugar que acoge su esqueleto noche a noche, a la espera de escribir en su libreta las ansiadas palabras que lo llevarán a la fama. El cuarentón ya no tiene otro sueño. A todos los fue asesinando entre borracheras y entrepiernas de alquiler.

Su esposa lo dejó una mañana de abril sin más explicación que el tedio. Recogió sus escasos haberes y se fue llorando, seguramente por lástima hacia aquel hombre derrotado, infeliz, lleno de complejos y promesas incumplidas. Desde entonces, Dé no abandona su libreta. Se refugia en ella como un asceta en el templo para acariciar el opio de la redención. Dé no tiene amigos, nadie lo soporta. Existen personas que nacieron para pasar desapercibidas entre las demás. Son como el patito feo pero sin hada madrina. Dé pertenece a ese grupo.

Dé de Nadie salta inesperadamente a bailar frente al cuadro de Marilyn. La gente ríe, lo creen ebrio. El negro de la consola programa ritmos frenéticos para avivar la sangre del hombre que se desnuda mientras mueve mal su cuerpo avejentado, simulando pasos seductores. Todos rodean a Dé y hasta la sonrisa de Marilyn parece más ancha. El dueño del bar se aproxima y susurra algo en su oído. De pronto, el viejo escritor desconocido se detiene, vuelve a tomar su libreta y apunta dos o tres líneas más. Bebe la última copa de aguardiente, se dirige al baño y tira varias veces de la manija.

La fiesta continúa en el Mayo del 68. A nadie le preocupa la ausencia de Dé. Ninguna persona se sorprende al no encontrarlo en el lugar habitual. Nadie intenta ir hasta el baño para saber si le ocurre algo. Nadie lo extraña y nadie lo hará porque Dé siempre ha estado solo. La música sigue resonando en el local, las parejas bailan, se besan, los ebrios gritan putamadrazos, los mirones se deleitan con los traseros de las mulatas que colman la pista. Todo sigue su curso hasta que un grito suspende el jolgorio. Cansado de esperar, un hombre ha forzado la cerradura del baño y encuentra a Dé, que yace muerto, ahogado en su mierda, con la libreta hecha ciscos y la foto de su exesposa pegada en el espejo.

* María Gabriela Borja es una joven narradora ecuatoriana.

Reseña
MACHETE RABIOSO Y SU PROYECTO EDITORIAL

Machete Rabioso Editores, con su colección “Mano Armada” aparece como una propuesta interesante en la ciudad de Quito; ciudad de por sí atiborrada de publicaciones “oficiales” e inaccesibles para el bolsillo del lector. La asfixia en nuestros países latinoamericanos de un mercado editorial mexicano y español ha obligado a jóvenes poetas a buscar salidas alternativas.

Muchos de estos jóvenes, la mayoría quiteños, son ex-talleristas de Edwin Madrid; y aunque algunos de ellos constan en antologías realizadas en el Ecuador, el conocimiento de sus obras es casi nulo. Aprovechando el marco del I Encuentro Latinoamericano de Poesía “Garganta Profunda”, con recitales celebrados en variopintos lugares de Quito (Parada de trolebús Villaflora, Cine porno "Hollywood" y en el Bar cultural "La Mulata de tal") por los Machete Rabioso, Látigo Red y Fe de Erratas, pudimos conocer el proceso editorial por el que están atravesando. Está de más decir que la colección “Mano Armada” es de una edición manejable, bastante barata y agradable al lector. Han publicado hasta el momento autores como Christian Arteaga, Fernando Escobar, Carlos Luis Ortiz, Walter Jimbo, Enver Carrillo, Samuel Tituaña, Marcelo Villa Navarrete; y de próxima aparición sabemos habrá una reedición del libro “Celebriedad” de Edwin Madrid. Festejamos esta iniciativa, esta propuesta editorial, que irrumpe en un medio donde cada uno tiene que abrirse camino a “machete” para lograr publicar, o a veces acceder a premios que contemplan la publicación. Estas iniciativas son fundamentales para el enriquecimiento del futuro de la poesía nacional. Las riñas personales e injustificadas, las mafias editoriales, al igual que la autogestión solamente encaminada a privilegiar a grupúsculos, han dejado casi empantanado este camino necesario para conocer nuestra poesía nacional y la de los países hermanos.

WALTER JIMBO, de la Voz del Impostor

UNO (fragmento)

Cómo hablarles de ella y de la esponja rosada que le bailaba en la boca, de la tumba de manzanas que guardaba en el armario de su pecho. De un solo manotazo me azotó el demonio de la lujuria para esta y otras vidas, para este y otros horizontes. Yo detrás de ella, cruzando el umbral, reventando las burbujas que nos estorbaban el paso, cerrando la puerta, resguardándola con leones, evitando que las estrellas y sus melodramas naveguen por las cicatrices de nuestro río. Los dos en un túnel de espuma, rezando a los dioses de cuatro patas, a los paisajes que luego quedaron cortos, rezando con movimientos tibios, abrigándolos en las chimeneas de nuestros pechos. Ella y yo, yo y la vía láctea deslizándonos en su cintura, en el extremo opuesto de su risa, en el lado derecho de sus peces de colores. Mi monte nublado, mis líneas de la mano mudas, arrimándome a la culpa por seguir lamiendo su sombra, la ola que se regaba desde sus axilas tiernas…

CHRISTIAN ARTEAGA, Y el Destierro nunca será el mismo

QUITO

La asfixia me arropa, ciudad desentiéndeme

de tu cansancio.

Estuve mirando desde un salón como

se pudre el mediodía por tu caravana

de hormigas públicas.

Aunque el resquemor de perderte me

hinque en tus calles, lengua de brea.

Cuando alumbra el sol, tu hocico

es una ventana por donde se observa

las huellas del colibrí

somos un matrimonio pasado por el azogue,

vivimos para hacernos felices a la fuerza.

FERNANDO ESCOBAR PÁEZ, Los ganadores y Yo

SOLO ESO

Se trata de no escuchar

el ruido de mi propia cabeza,

nada más.

Reducir obsesiones y fracasos

a simple caligrafía,

palabras inofensivas

de las que me puedo burlar.

No hay profundidad

No hay estética

-si lo hay es solo por accidente-

solo un tipo cansado

de escucharse a sí mismo.

Solo eso.

MARCELO VILLA NAVARRETE, Brújula de polvo

cuando tenga un hijo/ habrá un sol ocultándose de mi ventana/ y quizás porque ya no seré/ la única sangre derramada por el mundo/ cada día se alternarán/ la dicha y la agonía/ qué podré decirle a mi hijo/ sobre la guillotina del tiempo/ la miel silvestre de las caricias/ o los verdugos que acechan nuestras espaldas/ tendré que dejarle caer/ sobre una almohada de agujas/ o sobre un abismo de pétalos/ será otro jinete embistiendo la noche/ y no tendrá más alternativa/ que deambular con su brújula de polvo