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4 ago 2006

Presentación del libro de Marco Antonio Rodríguez y cierre de Expolibro con Antonio Skármeta.*

Por: Luis Carlos Mussó
Uno
La noche del jueves 27 de julio asistimos al lanzamiento de la reedición de “Historia de un intruso”, que tras treinta años demuestra seguir saludable. El negro Velasco nos dio felices noticias con respecto a la próxima aparición de la revista que dirige. Fernando Tinajero, en limpia palabra, lanzó el libro y nos hizo interesar y emocionar, como si nunca hubiéramos leído el libro - impecablemente graficado por Monsalve (uno de los grandes)-. Impresión grata a la vista fue un grupo de chiquillas y sus compañeros ataviados con trajes de diversas zonas del Ecuador. Como habíamos quedado por teléfono, esperamos a Marco Antonio, quien llegó con Fernando y con el viejo amigo Fabián Guerrero. Nunca terminaremos de agradecer del todo su deferencia hacia nuestros textos (como ya lo hiciera con Antonio Preciado, ha dejado en nuestras manos la elección para que nuestros poemas salgan publicados en “Poesía Junta” o “Palabra Viva”, colecciones ambas de la Casa de la Cultura). Tras el último abrazo, dejamos a Marco Antonio, siempre rodeado por la variopinta fauna de nuestra literatura. Por cierto, cada persona del público recibió un boleto pues se iba a rifar un grabado de Monsalve. Me fui antes de tiempo, pues debía encontrarme con el poeta Carrión. En mi bolsillo todavía tengo dos de esos boletos. 
Dos 
Quienes creían que Expolibro Internacional 2006 finalizaba con el levantamiento de los puestos de libros, estaban equivocados. Aunque los antibióticos lo tenían casi dopado, las jornadas de Antonio Skármeta en Guayaquil fueron atareadas y extenuantes. Firma de libros en La Librería; visita al Copol, recibido por Lucho Alvarado, la proyección de “Il postino”, y sus consiguientes palabras sobre cine. El sábado 29, durante el almuerzo con Aminta Buenaño, el citado Lucho y los generosos Ingrid y Ramiro Cepeda, se planeó la charla de la noche (MAAC, 19h00): sería sin guiones. Y al fin, los guayaquileños tuvimos la oportunidad de escuchar a uno de los narradores chilenos de mayor trayectoria. Guiones –ahora sí-, poesía, Neruda, novelas, confidencias, etc. Reflexiones, sonrisas y el espacio para la formalidad; cuando se lo nombró Huésped Ilustre de Guayaquil, Antonio le quitó a Ramiro su corbata y en dos segundos armó un nudo y se la puso. Todos aplaudimos ante la ocurrencia. Al día siguiente, se quedó Skármeta con las ganas de ver algún partido de Barcelona (la fecha futbolística del equipo ese domingo fue en Quito), así que sus planes lo dirigieron a la playa. Dijimos antes que si así se viene la tormenta, que no amaine. Es verdad. Nadie quiere guarecerse.
* Encabezando el post, Antonio Skármeta fotografiado a los 3 años de edad.