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21 ene 2008

ENSAYO
LA POESÍA DE MARIO CAMPAÑA*

por Max Alhau**

Debo, en primer lugar, referirme a Días largos y otros poemas, el primer libro que leí de Mario Campaña. Fue publicado por la editorial española Plaza y Janés y estaba compuesto de una selección de dos poemarios: ‹‹Cuadernos de Godric››, su primer libro, y ‹‹Días largos››.
‹‹Cuadernos de Godric›› ofrece al lector una poesía épica que acerca, a la vez, una realidad más o menos imaginaria y un mito: el de la peste. En estos poemas no hay ni impulsos espontáneos ni lirismo; es una escritura que se clava en el corazón de lo trágico con pudor y sin efectismos. Con el tema de la peste, tema literario, se abre y desarrolla esta avanzada hacia el centro del mundo y, como es natural, se impone la idea de la muerte, omnipresente. Ése es el tono que Mario Campaña da al libro:

‹‹La muerte por el Este llegó con el verano / Yo la contemplé desde los altos terraplenes, / envuelto en la ventisca››

Este caminar avanza a través de una ciudad, quizás Bizancio, presa de la enfermedad, de la muerte; pero en realidad, de ese modo se evoca también cualquier otra ciudad de nuestro tiempo: como los otros habitantes de la ciudad, Godric, deambulando solo, se interroga a sí mismo sobre las causas del mal:

‹‹Pero yo sé que el mal llegó entre bultos / de peregrinos y mercaderes; / vi cuando invadía gigantescos bodegones / y se esparcía voraz por los rincones del poblado.››
Desde entonces, huyendo del mal, o rechazándolo, Godric evoca el pasado como un tiempo conocedor de la piedad. Este vagabundeo, esta tentativa de escapar de la muerte no doblega la voz de Mario Campaña, una voz fuerte que no cesa de interpelar a nuestra civilización. Godric, profeta lúcido, describe el retorno a un tiempo que ya no es, que no volverá a ser:

‹‹Dirán de este tiempo que fue tenaz / como el incesante remorderse de las aguas, / que el horizonte era un ave gigantesca / enterrada su cabeza en el mar.››

La segunda parte de ‹‹Cuadernos de Godric›› consagra la andanza del héroe en la ciudad en la que se encuentra prisionero del tiempo: Mario Campaña erige entonces un cuadro de sombras:

‹‹Desprecio la inútil heroicidad propuesta por los himnos / y el negro graznar de cuervos azuzados por la muerte / escucho ecos de ahogadas marionetas.››
En esta ciudad rodeada de demonios se fusionan pasado y futuro, como si Godric deseara la abolición del tiempo:

‹‹En la noche todo vuelve a comenzar y todo termina / El tiempo pierde su identidad y su diferencia / Impone quietud al movimiento, / oscuridad donde antes resplandecía el recuerdo››.
A lo largo de esta avanzada, de este paseo entre sombras, a Godric le invade de nuevo la idea de la muerte: no obstante, un sobresalto producido en sí mismo le permite salir de las tinieblas; no derrotar a la muerte sino hacer caso omiso de ella. Este itinerario, el de Godric o cualquier otro hombre en conflicto con el mal y la peste interior que nos roe, es el trazado por Mario Campaña, visionario de una época desprovista de toda humanidad, pero portadora todavía de los mitos más antiguos.

‹‹Días largos›› conlleva el mismo sentido de la historia que los poemas precedentes. Esta vez, el deambular del poeta se desarrolla a lo largo de la costa mediterránea, ya sea en Rosas, Barcelona o Almería. El tema del mito aún se entrecruza con el de la realidad del presente: al recuerdo de Jasón y sus Argonautas se une la visión de los magrebíes: ‹‹(…) sorpresivamente descubiertos / por las luces de una aplanadora, que enterraba, / como un perro, desperdicios de turistas››. Por eso la presencia de la muerte continúa planeando sobre estos lugares: ‹‹La sórdida estridencia de la muerte / caldea los cuerpos, que no distinguen ya / lo que nace de lo que desaparece››. En ocasiones, Mario Campaña hace referencia a símbolos tales como el de la casa que amenaza ruina, y ese símbolo le permite afirmar una esperanza que se sitúa a veces en los sueños pero que reconoce en el futuro su parte desconocida y quizás salvadora. Sin embargo, el ir y venir tanto físico como moral no deja de atormentar al poeta-viajero. Sucumbe así al tormento de la palabra y sus poderes: ‹‹Lo que se dice es lo que se puede perder››, escribe, constatando la debilidad de la memoria, al mismo tiempo que lamenta la sabiduría perdida: ‹‹¿Dónde está tu sabiduría, trenzada de piel y harapos?››, se interroga en conclusión.

Este libro se confirma la voz de Mario Campaña como la de un poeta cuya expresión se orienta hacia la historia y el mito, pero que, a la luz de aquellos, se convierte en portavoz atento de nuestra civilización y sus imperfecciones. Sin recurrir para ello, jamás, ni al tono de protesta ni a la vehemencia. El lector verá su poesía como un testimonio: el de un hombre y el de un poeta.

El más reciente libro de Mario Campaña ha sido traducido del español (de Ecuador) por Michel Alvés y publicado por la editorial L’Oreille du loup. Lamentamos que el título inicial Aires de Ellicott City haya sido abandonado por el de Demeure lointaine, porque el nombre Ellicott City subrayaba la noción de misterio que impregna la totalidad del libro. En efecto, en el curso de la azarosa aventura vivida por el narrador-poeta, el enigma es siempre lo esencial, es lo que interpela al lector. ¿Cuál es ese país que el viajero recorre y que reconduce al poeta su punto inicial? Es imposible saberlo pero, de golpe, se adivina en esta poesía de tono épico en que mito y realidad se confunden, que la muerte, al menos la idea, no deja de asediar al poeta: ‹‹La muerte con sus abanicos de paja y colorete / Bate furiosamente el aire, inofensiva guerra de frontera.››. Y es asimismo un viaje iniciático lo que emprende el narrador, dividido entre su sueño y la realidad que él percibe, pensando ya en un retorno del que tiene ya la certeza: ‹‹Volveré dejando atrás / Las ciudades con sus retorcidos brazos de oro.››, escribe Mario Campaña.

La larga errancia impuesta al viajero, la travesía por un mundo de apariencia a veces fantástica son evocados en todo momento mientras el pasado vuelve a la superficie: ‹‹En esta montaña / Desaparecida, en este resplandor / Que ahora nos calcina, construí mis casas / Que fueron con el tiempo derrumbadas.››. El tiempo, en efecto, representa el punto central sobre el cual converge el pensamientno del narrador: pasado y futuro desaparecen, e incluso el sueño vuelve al sueño, ‹‹Salgo del sueño. Sueño el sueño››, y el poeta se interroga sobre su identidad y los lugares que ha recorrido. Búsqueda metafísica: así se presenta este viaje de retorno donde todo permanece sujeto a interrogación. ‹‹Persigo esta ilusión, y así me engancho.››. Así, en estas fulguraciones, en el curso de ese retorno al puerto inicial, la muerte, como al comienzo, se convierte en la realidad que se ha prometido a sí misma, en su propia muerte: ‹‹También la muerte celebra sus exequias››, declara Mario Campaña. Sin duda, es de nuestro destino que hablan estas páginas, de nuestro recorrido por países desconocidos en los que somos víctimas de fuerzas irracionales. Los viejos temores resurgen y a lo largo del recorrido por caminos laberínticos, el poeta llama a la lucidez para no perder pie, para regresar incólumes al punto de salida. ‹‹Pero nada me espanta, ahora / Que hacia atrás el sol camina / Con sus tupidos pasos breves.››. En este mundo inquietante, quizás nacido de la imaginación del viajero, Mario Campaña se arriesga y triunfa sobre las fuerzas maléficas: a la noche le sigue el reencuentro del alba, que el viajero descubre a su regreso y que le permitirá, quizás, reconciliarse con el mundo.

(Traducción de Raquel Tellosa)

*Texto leído la noche del 18 de diciembre de 2007 en la Maison de l’Amerique Latine, de París, en acto convocado por el Penn Club de esa ciudad.**Max Alhau es poeta y crítico literario de las revistas Nouvelle Revue Française (NRF) y Europe.
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