CONCURSOS
CRISTIAN AVECILLAS SIGÜENZA GANA LA SEXTA EDICIÓN DEL PREMIO NACIONAL DE POESÍA CÉSAR DÁVILA ANDRADE
El poeta Cristian Avecillas Sigüenza obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Poesía "César Dávila Andrade", en su VI edición. El fallo en favor de "Ecce Homo II" se dio en el marco del Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana Alfonso Carrasco Veintimilla, en la ciudad de Cuenca. El Jurado estuvo compuesto por Cecillia Vera de Gálvez, Raúl Pacheco y María Augusta Vintimilla. Avecillas fue, hace meses, finalista del Premio Casa de las Américas con "Todos los cadáveres soy yo", en La Habana; y ha publicado recientemente un concienzudo estudio sobre Edmundo Ribadeneira.
HOMO AMANS
I
Como un pámpano estancado en esas uvas de salmuera
Simplificas el caudal de tu mirada:
Derrotaste para siempre la extensión de tu follaje
Para verte frutecer sobre su lengua.
II
Como un trébol encogido ante los cúmulos del bosque
Disminuyes la labor de tu diafragma:
Todo el cuerpo se arrodilla en el gemido
Que resopla en el ramaje descendiente.
III
Y en alguno de sus glúteos
Te retuerces como hiedra sobre un suelo entrecortado,
Y en alguno, el más propicio,
Desparramas tu energía como un verso.
HOMO THEORICUSYa estás solo,
Ya no buscas las elongaciones de otro cuerpo para constatar tu cuerpo;
Ya estás solo,
Ya no necesitas de otra sombra para incrementar tu sombra.
Solo porque has sido saboreado en la avaricia de otro vientre,
Solo porque entiendes que cualquier demonio es mutuo,
Solo porque has visto sobre ti la permanencia:
Carne sobre carne para no pertenecer.
Ni siquiera te imaginas qué es la muerte
Y ya un verso te aproxima al exterminio;
Ni siquiera conseguiste hacer historia
Y ya el mundo te abandona en la escritura.
HOMO DELIRANSI
Y en tu piel preparas el vocablo porque la paciencia te traerá la entraña:
Ser artista es inventar la carne en donde no hay persona
Y mirar el hueso en donde todos ven futuro.
II
Y preparas la armonía de tu sangre con la herida del deseo eliminado,
La feroz fidelidad ante lo acústico,
La feroz epanortosis de lo acústico:
Y preparas la cordura de tus miembros en la elipsis de la ajena aparición,
La retórica es un grito en la distancia
Al que no darás socorro para no romper el ritmo.
III
Y preparas la elocuencia de tu sombra
Cuando arrojas tu linaje en el desierto:
Poblarás la nada
Hasta inventar la desnudez.
I
Como un pámpano estancado en esas uvas de salmuera
Simplificas el caudal de tu mirada:
Derrotaste para siempre la extensión de tu follaje
Para verte frutecer sobre su lengua.
II
Como un trébol encogido ante los cúmulos del bosque
Disminuyes la labor de tu diafragma:
Todo el cuerpo se arrodilla en el gemido
Que resopla en el ramaje descendiente.
III
Y en alguno de sus glúteos
Te retuerces como hiedra sobre un suelo entrecortado,
Y en alguno, el más propicio,
Desparramas tu energía como un verso.
Ya no buscas las elongaciones de otro cuerpo para constatar tu cuerpo;
Ya estás solo,
Ya no necesitas de otra sombra para incrementar tu sombra.
Solo porque has sido saboreado en la avaricia de otro vientre,
Solo porque entiendes que cualquier demonio es mutuo,
Solo porque has visto sobre ti la permanencia:
Carne sobre carne para no pertenecer.
Ni siquiera te imaginas qué es la muerte
Y ya un verso te aproxima al exterminio;
Ni siquiera conseguiste hacer historia
Y ya el mundo te abandona en la escritura.
Y en tu piel preparas el vocablo porque la paciencia te traerá la entraña:
Ser artista es inventar la carne en donde no hay persona
Y mirar el hueso en donde todos ven futuro.
II
Y preparas la armonía de tu sangre con la herida del deseo eliminado,
La feroz fidelidad ante lo acústico,
La feroz epanortosis de lo acústico:
Y preparas la cordura de tus miembros en la elipsis de la ajena aparición,
La retórica es un grito en la distancia
Al que no darás socorro para no romper el ritmo.
III
Y preparas la elocuencia de tu sombra
Cuando arrojas tu linaje en el desierto:
Poblarás la nada
Hasta inventar la desnudez.
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