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25 abr 2011

La Droga (Submarinismo-piedras-terciopelo)


Por Wladimir Zambrano

Hace algunos meses llego hasta mis manos este libro de acción y de revés (consecuencias e indiferencias de una especie de investigación submarinista hacia el letargo en todos nosotros).Una multiplicación del sueño en los espejos de bandas sonoras como "Right where it belongs" de Nine Inch Nails,"The package" de A Perfect Circle o "Lateralus" de TOOL.  

Variación de crónica del Paraíso Artificial  particular, durante cinco capítulos presenciamos  la  híper-explosión de los sentidos en contraste con la monotonía de la aventura decadente: colocados ambos en una balanza que no termina de definirse, que no termina de mostrar su peso o su realidad  tras la enfermedad, que no termina de mostrar su ligereza o la enfermedad tras su realidad. 

Mención especial refieren los pasajes: Aquí comienzan los reportajes de Rodrigo Díaz(1975-2009) y Bitácora del Encierro, donde el autor  a puesto hincapié  en las dinámicas de la opinión publica  y sus alianzas indirectas con la violencia social, así como las satisfacciones y por menores surrealistas en el proceso(compra-consumo-retorno) de todos y todo lo que conforma el mundo de las drogas en México, tanto desde el D.F  y su casco de hipocresia, hasta la conflicitiva  Tijuana en la frontera Norte,  donde actualmente reside el autor. 

Casa de la iguanas presenta una selección del  texto proporcionado por el poeta ,
editado por  La red de los Poetas Salvajes- 2010. 

Extracto:

Olvidos

―¿Cada cuándo se droga?

―Dos o tres veces al día.

―¿Y no le importa lo que le pase a su cuerpo?

―Lo he pesado detenidamente… y no, es mejor así. Mejor que la creciente inmovilidad de la existencia, mejor vivir como una flama a punto de apagarse. Creen que es malo porque da refugio a sus pesadillas. “La droga”, le llaman, con la esperanza de que ese término les ayude a comprender tanta violencia que carcome al país, tantas esperanzas depositadas en los niños.
Bola de incrédulos: este veneno me abrió tanto los poros de la piel que puedo sentir sus historias, conocer el nombre de cada uno y hasta sus apodos, puedo leer sus miedos y aspirar sus deseos, todo lo que pasa por su mente como un borrón lechoso al bostezar.
un desenterrador de huesos
entre la niebla de los ojos
pescando una pequeña certeza:
tocar fondo no es lo más abajo que se puede estar
No sé a dónde quiero llegar con esto, pero quiero llegar: que al menos de eso no haya duda. Y cuando finalmente lo logre, aplastaré estas palabras que me siguen como insectos en la piel.
Como el sexo, como la ambición, diario me levanto tranquilo hasta llegar al trabajo; es hasta después del primer café que comienzo a impacientarme, ya pronto pasará (me digo), todo esto pasará. Olvídalo.

―¿Y qué siente?

―Cuando recién comencé a fumar me sorprendía cómo pasaba el tiempo: veía mi reloj y eran las 10:45; conversaba con unos amigos, nos burlábamos de alguno de 
ellos, pasaban varias veces el toque, las pláticas eran más profundas y todos participábamos, abríamos una caguama y nos la terminábamos; cuando yo miraba de nuevo el reloj, eran apenas las 10:49. Ahora sé que en realidad no pasaba mucho tiempo sino que mi cerebro se dilataba como una marea grande y espesa: la lluvia esperada durante muchos años en el desierto.

Dicen que un poeta debe tener una excelente memoria. Creo entonces que nunca fui poeta, o eso recuerdo haber dicho una vez frente a un grupo de personas aplaudiendo como calacas, sonriendo como calacas y yo pensaba como calaca: “¿esto es todo lo que hay? ¿Esto es vivir, esto es la literatura, esto es vivir la literatura?” Y hoy tengo por fin el valor para decirlo, y lo digo: no, señor.


―¿Usted escribe?


―¿Escribir? Cuando no tengo dónde escribir uso
mi celular: se me ha vuelto un cuaderno
líquido, de tres o cuatro dimensiones.
¿Ya le dije que la muerte de la escritura será mi propia muerte? Y ninguna fuerza me librará de ése, el olvido mayor.
Recuerdo que cuando era chico tuve una predilección por los dinosaurios porque me parecía increíble reconstruir con la mente un mundo ya perdido: medir las proporciones, suponer su dieta por los yacimientos geológicos, calcular su peso y altura. La primera vez que fumé sentí que el viento se llevaba una parte de mí, y cuando volvía a ajustar la mirada todo se hallaba fuera de perspectiva, más allá de donde yo pudiera distinguir y más alto que cualquier nube, una luz más vieja que cualquier fósil.
Tengo un don y un castigo:
una parte de la noche me la pasaré pensando en
todo lo que sucedió durante la otra parte
y aún así estoy sumido en un sueño que en vez de terminar se complica cada vez más. Desde entonces ya no he intentado creer.


―¿Creer en quién?


―En los dioses de pesadilla a quienes acompaña esta tristeza: seres grises, opacos, sumidos en una rutina que los rebasó desde hace mucho:“como la flama que antes de extinguirse brilla con toda su fuerza”. ¿Eso dónde lo escuché? ¿En un capítulo de Los caballeros del Zodiaco? Pero ya había dicho eso, ¿verdad? Lo sé por su cara, siempre percibo el hastío de la gente cuando olvido lo que cuento. Un día me hundiré en una atmósfera tan inesperada que ni si quiera podré explicársela a nadie más. Ese día me llamarán loco. Pero ya he visto demasiado: lo que viene no será fácil para los que nada esperan, los que viven una cotidianidad sin miedos ni peligros, y piensan que al final todo estará bien. Todo esto me lo dijeron unos seres que me alteraron el cerebro para siempre.
Usted me cree, ¿verdad?
Por favor, crea en lo que acabo de decir... Mire:
me tomaron de la mano y me invitaron
me mostraron algo que...
ya no sé por dónde empezar...
−Le creo, le creo…


−Estaba tan abrumado como cualquiera lo habría estado en mi lugar.
Una carga tan pesada, ser
el nacido para portar y transmitir todos los detalles de nuestra destrucción
para escribirlo y que todos lo vean…
Pero olvidé mi pluma…


Rápido, tengo que anotarlo todo antes que mi recuerdo se disuelva. Usted tiene que ayudarme.


―Lo, siento, no puedo hacerlo. Tendré que llamar a la policía.


―Necesito una pluma,


Necesito una notación desarrollada
que surja fluida como un ataque al corazón
una posesión o algo pero ya
un desenterrador de huesos entre la niebla de…
un desenterrador de huesos…
un des…
un…

Día 14 del encierro

No se puede considerar que el foetus in foetu esté vivo,
en tanto que recibe toda la energía que necesita de su
huésped, como si fuera un tumor o, más aún, un parásito.
dime si mi sangre te ha hecho daño
si sueñas conmigo o soy simplemente
una historia de terror que te cuentas
por la noche antes de dormir
mientras interpretas el papel estelar
en mi vida de embrión deforme
sólo percibes mi voz como una agrura
soy el eco de las decisiones
que retuercen tus entrañas soy
la basura de tu carnaval de secretos no
soy nada fuera de ti pero no me importa:
daré un abrupto fin al paseo de tu monstruosa alma
sin que sospeches siquiera que
desde el vientre mismo de tu madre
(nunca la mía)
ya engendraste el sello de tu desgracia

Día 23 del encierro [Instrucciones]

• Todo el asunto, desde que sales de tu casa hasta que regresas con la carga, debe durar menos de media hora. Cualquier actividad fuera de ese rango comienza a ser sospechosa.
• Procura llevar la menor cantidad de objetos de valor (celulares, reproductores, relojes etc.), así como cartera e identificaciones. Si te capturan, probablemente tendrás que soltar dinero, pero no se recomienda que lleves demasiado.
• Nunca entres y salgas por el mismo lugar. Si lo haces corres el peligro de ser identificado por las patrullas del perímetro.
• Si el dealer tiene un punto fijo, visítalo preferentemente desde la mañana hasta la hora del crepúsculo. Mientras más noche sea, más vulnerable te vuelves.
• Lleva una chamarra o sudadera, póntela de ida y quítatela de regreso. También funciona con gorras, sombreros, etc.
• Siempre busca las calles más estrechas, de tal manera que sea más fácil correr que conducir un automóvil (p. ej., una patrulla).
• Si ves más de dos patrullas cerca, ni te aproximes. Es mejor para ti y tu dealer.
• Si no pudiste comprar, no te desesperes y recuerda este proverbio: el punto siempre estará ahí. Sobre todo si tu dealer es confiable, no debes temer a los operativos ni a las declaraciones de los políticos, solamente dobla precauciones.
• Debido a que la intuición juega un papel primordial en este asunto, interrumpe la operación si percibes algo extraño en el ambiente: mucho silencio, pocos compradores, etc. Al fin y al cabo, el punto siempre estará ahí.
• Si por cualquier razón algo sale mal y la patrulla te intercepta, recuerda: lo que se penaliza no es el estado en que te encuentres, sino la posesión de sustancias ilegales. No te dejes intimidar hasta que sea imposible evadir las acusaciones.
• Si tu dealer cuenta con servicio de entrega a domicilio, revisa que el número telefónico desde el cual marques no esté inervenido ni registrado.

Día 47 del encierro [Diamante]

I
la piedra es dura y rugosa
pero no resiste el peso limpio del diamante
fruto que encierra su doctrina
en la densidad de su transparencia
nosotros somos sus aristas y en ellas
se reflejan formas imprecisas
donde el curioso puede ver
quién sería de no ser sí mismo
adelante
mirar no cuesta nada:

II Mona
Cuando Abraham le entraba a la mona se le ponían los ojos de camaleón: uno miraba hacia el futuro y el otro hacia la locura. A veces me decía: ¿no escuchaste eso? Y yo le tenía envidia porque en su rostro se dibujaba el mundo que había encontrado; le respondía con otras preguntas: ¿tú qué haces aquí, donde el cuerpo no te sirve de nada y los ojos se te queman con el sol? Hombre-camaleón: ¿dónde estás y qué hiciste con Abraham?

III Mota
cuéntamelo todo
como si fuera la primera vez que nos conocemos
y no tuviéramos tiempo de contarnos nada nunca más
el olvido es privilegio de los recién nacidos
las moscas viven una tarde sin sospechar
que el mundo sigue su curso cuando el sol se oculta
amor cómo sería nuestra propia historia si se esfumara
como el segundo que tarda en morir el atardecer

así
yo olvidando y tú contando
nos conoceremos por vez primera
una y otra vez

IV Pisto
Llevábamos como milquinientosetentaydosdías allí adentro mi carnalito y yo. Él fue por las chelas y las trajo bien calientes. Cuando las abrimos estaban quemadas. “Bien erizo”, le dije y él que me responde: “yo no soy cacique”, y yo que le digo: “pues serán manzanas pero esta madre yo no me la chupo”. Y nomás por pura maldá que le sigo diciendo: “¿sabes qué? Chinga tu madre, carnalito; no te kiero volver a ver la pinche jeta en toda mi vida”, y él sólo por seguirme la corriente que se para y rompe los muebles, me arroja objetos a la cabeza pero no me atina, y yo que le digo: “no mames karnalito, estamos por la verga pero ¿quién lo va a saber si tú no sales vivo?”

V Hashish (Piedra negra)
Háblame
di lo que sea
sé que hay algo en ti
que no quieres ocultar
tan cerca de mí
y yo sin alcanzarte

VI Acitrones, ajos, aceites, etc.… (Blanca Varela/Tool Remix)
…y alguien vuelve

alguien vuelve desvelado y sin prisa
con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos:

VII Piedra
Piedra, déjame piedra…
Caifanes

No recuerdo por qué estoy durmiendo pero me levanto del sillón. Dos amigos se ríen de mi. Les pregunto por qué y uno dice:
―No manches carnal, si los que le raspan por primera vez sólo se meten dos o tres, ya luego se malviajan, pero tú… jijo de la chingada… No, pus, ¿pa qué te cuento, verdad? Ja ja ja ja.
Volteé hacia mi otro amigo y le pregunté:
―¿De veras me metí piedra?
―Güey, te atascaste.
Fue así que me convertí por un momento en tí: la nariz no paraba de molestarme, aspiraba y aspiraba como un tic nervioso, una necesidad, sé que me puse en tus pies por un segundo, y ni así pude percibir lo que estabas pensando.
Cuando te lo conté, me dijiste que la piedra no se aspira, sino se fuma.



Aurelio Meza (ciudad de México, 1985). Poesía: “Sakura” (en Paraíso en llamas, México, Literal, 2008) y La droga (Red de los poetas salvajes, 2010). Estudió literatura inglesa en la UNAM y cursa la maestría en Estudios Culturales en el Colegio de la Frontera Norte. Colabora en Kodama Cartonera de Tijuana.