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1 dic 2006



Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) es un poeta trascendental en el escenario de las letras hispánicas. Un poeta que trabaja el lenguaje con la habilidad de un cirujano, un heraldo incansable y silencioso del íntimo rumor de la palabra.

Su verbo brillante -poco conocido hasta que obtiene el Premio Nacional de Literatura en 1988- se expresa como un verdadero canto a la existencia, incluso más allá de la vida, según las coordenadas de una obra repleta de simbolismos. Gamoneda es un defensor atrincherado de la “poesía pura”, como en su momento lo fueron Mallarmé y Valéry.
Por eso, ha sido una “isla” en un país donde impera la ya desgastada “poesía de la experiencia”. El Premio Cervantes para Gamoneda es el justo reconocimiento a una obra fraguada desde la madurez, el rigor y la exigencia.

Nos unimos, pues, a las voces de regocijo y satisfacción que se han levantado en el mundo hispano, a propósito de la consagración de este enorme maestro y poeta.


De Libro del frío (2003 –edición revisada y aumentada de la original, 1992-):

Pájaros. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los vientos, pájaros que volaban ente la ira y la luz.

Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.


***

Hablan los manantiales en la noche, hablan en los imanes del silencio.

Siento la suavidad de las palabras olvidadas.


***

Esta hora no existe, esta ciudad no existe, yo no veo estos álamos, su geometría en el rocío.

Sin embargo, éstos son los álamos extinguidos, vértigo de mi infancia.

Ah jardines, ah números.


***

Hay un anciano ante una senda vacía. Nadie regresa de la ciudad lejana; sólo el viento sobre las últimas huellas.

Yo soy la senda y el anciano, soy la ciudad y el viento.


***

Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el silencio de las últimas ramas.

Esto era el destino:

llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.


***

Hueles los lienzos húmedos, tus ácidos. Eso queda de ti, un espesor viviente.

Ves el espejo sin mercurio. Es sólo vidrio sumergido en sombra y dentro de él está tu rostro. Así

estás tú dentro de ti mismo.


***

Entra en tu cuerpo y tu cansancio se llena de pétalos. Laten en ti bestias felices: música al borde del abismo.

Es la agonía y la serenidad. Aún sientes como un perfume la existencia.

Este placer sin esperanza, ¿qué significa finalmente en ti?

¿Es que vas a cesar también la música?


***
Amé las desapariciones y ahora el último rostro ha salido de mí.

He atravesado las cortinas blancas:

ya sólo hay luz dentro de mis ojos.



“Así como la literatura reposa en la ficción, la poesía es una emanación de la propia vida. Son mi sufrimiento y mi gozo los que se manifiestan en mi poesía. Por tanto la poesía es una verdad en sí misma y no tiene que ver demasiado con la ficción y por tanto alguna vez he dicho que la poesía no es literatura”.

“La poesía es un arte de la memoria. Pero la memoria es siempre conciencia de pérdida (de lo que ya no está con nosotros... conciencia de progresivo acercamiento a la muerte)”.


Antonio Gamoneda