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4 jun 2012


Por Luis Jorge Boone 


Un premio literario es un reto no sólo para quienes participan, sino sobre todo para los miembros del jurado. Una vez que la mesa está servida con propuestas de toda índole, diversas temáticas y formalmente, su tarea de leer es la de un detective que va tras la pista que le genere más expectativas; o la de un inspector de aduanas que sopesa y hurga en cada embarque para dar a conocer contenido y destino; o bien el de un lector que espera ser sorprendido, quizás una y otra vez, para finalmente poner en balanza sumatorias y paisajes, urdimbres y dispersiones, y decidirse. 

En el poemario ganador del Premio de Poesía Luis Cardoza y Aragón 2010, Ciego murmullo de ciudades portuarias, el preciosismo de sus imágenes se anuncia ya desde el título. El poeta teje sus visiones con largueza y detenimiento, detallando la escena y dotándola de una vida que quizás sólo se verifica en la imaginación, en la evocación de las referencias y cargas que posee el paisaje. Los personajes humanos conviven con fuerzas de la naturaleza (la marea, la niebla, las tormentas), y conforman un universo lírico suspendido en la contemplación de sus potencias. El agua es el elemento base del poemario. La historia de la poesía universal se podría trazara a partir de de los mitos y las encarnaciones en el agua. El mar es un monstruo y es un dios, la lluvia que es nostalgia, el vaso de agua de José Gorostiza que resume la vida del hombre en su cautiva plenitud. Dice el poeta: 


Digamos por ejemplo que este mundo 
está comunicado por partículas de agua, 
por sonidos y pausas que a mansalva demolieron Babel, 
incluso aquellos faros, 
esos puentes que apenas se distinguen 
cuando se viaja en tren, en autobús, y vamos paralelos 
a la ribera de las despedidas, 
entonces el invierno sopla en las ventanillas, 
empaña los cristales del pasado, 
del presente y futuro de este andar a deshoras, 
sólo por inventar nuevos caminos 
en las rutas de siempre 
y a su paso, deja una tolvanera 
que engaña a los sensores 
de los cinco sentidos que igual son escondrijo 
de la imaginación. 


En todo el libro está presente la voluntad de recrear el lenguaje propio, de agitarlo para alcanzar otras cosas con otras palabras. Hay historias, islas imaginarias, personajes que habitan las playas y encuentran en ellas eso que llamamos destino o plenitud. Se trata, entonces, de acuñar una nueva visión de la realidad. Y esa voluntad es lo que me llamó de este libro. Voluntad que tiene su cumplimiento en la unidad y coherencia de las series y los poemas sueltos que lo componen. Pero no quiero adelantar más. Que sea el lector futuro quien descubra sus intensidades y remansos. Que para eso tiene siempre la última palabra.
  
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*Texto leído en la ceremonia de entrega del Premio Mesoamericano de Poesía Luis Cardoza y Aragón, Centro Cultural homónimo, en calidad de miembro del jurado calificador. El libro salió publicado por Editorial Cultura, del Ministerio de Cultura de Guatemala en 2011.





Luis Jorge Boone (Monclova, Coahuila 1977) es autor, entre otros, de los libros Legión (2003), Galería de armas rotas (CNCA, México 2004) y Material de ciegos (2005), Traducción a lengua extraña (Tierra Adentro, 2007), La noche caníbal (Fondo de Cultura Económica, 2008), entre otros. Textos suyos aparecen en antologías de México y España. Ha publicado cuentos, ensayos, poemas y reseñas en revistas como Letras libres, Luvina, Cuaderno Salmón, Replicante. Fue becario del FONCA, en Jóvenes Creadores, generación 2004-2005; y de la Fundación para las Letras Mexicanas, generaciones 2005-2006 y 2006-2007. Obtuvo los premios nacionales de poesía Elías Nandino 2007, Francisco Cervantes 2008, Ramón López Velarde 2009, Inés Arredondo de Cuento 2005, entre otros.