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2 dic 2008




Anoche, en el Salón de la Ciudad del Distrito Metropolitano de Quito, se dio la ceremonia de los premios Rumiñahui de Oro en su edición 2008. Entre las noticias literarias, están el Premio Joaquín Gallegos Lara para Diego Cornejo por Miércoles y estiércoles; y el Premio Jorge Carrera Andrade para Ernesto Carrión, por La muerte de Caín.


De La muerte de Caín:


MANUAL DE LOS ASESINOS
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las galaxias, partidarias como son de la masturbación, se hinchan desmelenadas cuando te duermes. La evolución del mundo –para ti- es este árbol rojo abierto sobre la vereda cuidando la nada. Odias al prójimo que sueña que le pertenece tu alcohol de paso. El equilibrio triste en los corredores donde clasifican las nuevas formas de asentar la cabeza. Odias la geometría de tus modales, que parecen sacrificarse, entre tanto bullicio flotando en las carnicerías del mundo. No hay descanso en tus manos que saludan grotescamente para entrar en la violencia de otros cuerpos. Hoy tantos cuerpos. Vuelves a dormirte; y un Big Bang retumba furiosamente sobre los campos de Asia. Desde hace algunos años. Entonces, amanece. La luz acude a la luz; y tus manos siguen trotando sobre planicies curtidas y frases mal trabajadas por temor a la belleza que te trae a flote. La luz acude a la luz; y descubres, decepcionado, que eres lo más parecido a un hombre que conoces. Aquello que necesita aún completarse con tu derrota.


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estás sucio y desmembrado todo el tiempo como formando un muro. Describiendo las armas. Participando como una máquina para la exploración de un nombre. Eres la boca dilatando su carcoma, negándose a volverse esta escritura. Negando en repararse. La alberca -con carteles- donde los sapos cavan tu infancia en un charco de luces. Las cuentas que no brinda tu madre. Tu propiedad privada. El Ávalon encerrado en este bloque de dedos que acaban por borrarse en un río de fósforo, innecesariamente. Un triángulo de tigres que amenaza la simetría de su lepra. La única ciudad que fue saqueada por la respiración de sus maderos, mas no por la venganza de sus habitantes. Las cuentas que no brinda tu padre. La ausencia de condena. Las aspas de los órganos tendidos sobre arenas industriales.