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28 jun 2007

TRES POETAS NORTEAMERICANOS
Traducción y textos: Juan José Rodríguez


THEODOR ROETHKE



Nació en Saginaw, Michigan, en 1908. Asistió a la Universidad de Michigan y tomó clases en Harvard, pero siempre fue infeliz en los estudios. Su primer libro, Casa Abierta (1941), fue aclamado desde su publicación. Su prestigio creció con cada nuevo poemario, incluyendo The Waking que fue premiado con el premio Pulitzer en 1954. Enseñó en la Universidad de Washington, donde David Wagoner, Carolyn Kizer, y Richard Hugo fueron sus alumnos. Theodore Roethke murió en 1963.


Conocí una mujer

Conocí una mujer, amorosa hasta los huesos,
cuando los pajarillos cantaban, les devolvía el canto;
ah, cuando se movía, se movía a muchos lados:
¡las formas pueden ser un brilloso recipiente!
Sólo dioses bien dirían sus virtudes electas
o poetas ingleses que vivieron en Grecia.
(Los he tenido a ellos, coreando, chica a chica).

¡Buenos fueron sus deseos! Tocó mi mentón,
me enseño a girar, y a girar mostrando, y a estar de pie;
me enseño a tocar, esa ondeada piel blanca;
que, de su mano venida, yo, dócil, mordisqueaba;
ella, la hoz; yo, pobre yo, el rastrillo,
marchando tras ella por su gracia tendida.
(Pero qué siega prodigiosa hicimos juntos).

Ama como un ganso, y adora una gansa:
sus torvos labios llenos, nota en fuga por asirse;
que ella tocó rápidamente, tocó ligera y suelta;
mis ojos deslumbrados en sus rodillas leves;
sus varios elementos pudieron ser reposo,
o un temblor de cadera con la móvil nariz.
(Ella giraba en círculos, y giraban los círculos).

Deja ser hierba a la semilla y, a la hierba, heno:
soy mártir por un ritmo que no me pertenece;
¿para qué libertad? Para saber lo eterno.
Juro que hizo ella, cual piedra, una figura.
Pero ¿quién suma acaso la eternidad en días?
Están los viejos huesos para saber sus sendas.
(Mido el tiempo que pasa en un cuerpo mecido).


(De Poemas Reunidos)


Casa abierta

Mis secretos lloran en voz alta
no requiero lengua alguna.
Mi corazón es casa abierta.
Sus puertas se mecen ampliamente.
Es épica surgida de los ojos,
este amor mío, sin disfraz.

Mi verdad es toda conocida,
la angustia viva y revelada.
Desnudo voy hasta los huesos
en desnudez como de escudo.
Yo mismo soy lo que yo visto:
a salvo tengo mi espíritu.

La cólera se inclina a perdurar
el acto dirá la verdad recta
en lenguaje estricto y puro.
Pauso la boca que falsea:
la furia tuerce a mi llanto limpio
hacia la noche de agonía.


(De Poemas Reunidos)


Lo Mínimo

Estudio las vidas de una hoja: los pequeños
dormilones, ateridos cavadores en dimensiones frías,
escarabajos en cuevas, tritones, peces de piedra sorda,
piojos sujetos entre largas, rengas hierbas subterráneas,
reptantes de la ciénaga, y
trepadoras con bordes bacterianos
que oscilan a través de heridas
como elfos en charcas,
besando con sus bocas tristes las cálidas suturas,
limpiando y cuidando,
reptando y curando.


(De Poemas Reunidos)


WALLACE STEVENS


Wallace Stevens nació en Reading, Pennsylvania, en Octubre de 1879. Asistió a Harvard y se graduó en la escuela de Derecho de Nueva York. Admitido al sistema de abogados norteamericano, Stevens encontró empleo en la compañía de seguros Hartford, de la que llegó a ser vicepresidente en 1934. En 1914, Harriet Monroe incluyó poemas suyos en la revista Poetry. Su Primer Libro de versos, Harmonium, fue publicado en 1923, bajo la influencia de los románticos ingleses y el simbolismo francés. Así, continuó escribiendo poemas en la oficina y en los días feriados. Actualmente considerado uno de los mayores poetas norteamericanos del siglo XX (si no el mayor), no recibió ninguna condecoración especial, sino hasta la publicación de sus Poemas Reunidos, un año antes de su muerte. Sus obras más importantes son Ideas de Orden (1935), El Hombre Con La Guitarra Azul (1937), Notas Hacia una Ficción Suprema (1942), y una colección de ensayos sobre poesía, El Ángel Necesario (1951). Wallace Stevens murió en Hartford en 1955.


Anécdota de una jarra


Coloqué una jarra en Tennessee,
y era redonda, sobre una colina.
Ella inventó el devastado erial
que circunda esa colina.

El erial ascendió hacia ella, y
derramóse en torno, ya no salvaje.
La jarra fue redonda sobre la tierra
y alta y de una puerta en el aire.

Ella tomó dominio en todas partes.
La jarra era gris y desnuda.
No se dio ella de pájaro o arbusto.
Como nada más en Tennessee.


Fabliau de Florida


Barca de fósforo
sobre la playa de palmas,

parte hacia al cielo,
entre los alabastros
y azules nocturnos.

Espuma y nube son uno.
Lunares, voluptuosos monstruos
se disuelven.

Llena tu negro casco
con blanca luz de luna.

Nunca habrá un final
a este zumbido del oleaje.


El emperador del helado

Llamen al que envuelve cigarros grandes,
al musculado, y dénle a batir
en las tazas de cocina, cuajadas concupiscentes.
Dejen haraganear a las chicas en su traje tal
como lo usan al vestirse, y dejen a los chicos
traer flores en los periódicos del mes pasado.
Dejen que sea completo el parecer.
El único emperador es el emperador del helado.

Tomen del vestidor de caoba,
y que así falten las tres borlas de vidrio, esa tela
sobre la cual ella bordó una vez tocados
y expándanla hasta el punto en que cubra su rostro.
Si se inquietan sus pies encallecidos, sólo
muestran cuan fría está, y silente.
Dejen que la lámpara fije su rayo.
El único emperador es el emperador del helado.



De la superficie de las cosas


I

En mi cuarto, está el mundo más allá de mi entender:
Pero cuando camino, yo veo que está hecho de tres o cuatro
colinas y una nube.

II

De mi balcón, yo contemplo el aire amarillo
leyendo donde he escrito
“el verano es como una bella desnudándose”


III

El árbol dorado es azul.
El cantante ha empujado su capa sobre su cabeza.
La luna está en los pliegues de la capa.


Vida es movimiento


En Oklahoma,
Bonnie y Josie,
vistieron en percal,
danzaron en torno a un gancho.
Ellas lloraron,
“ohoyaho,
ohoo” …
celebrando el matrimonio
de la carne y el aire.


Gubbinal


Esa flor extraña, el sol,
es lo único que dices.
Tómala por tu camino.

El mundo es feo,
y la gente es triste.

Esa borla de selváticas plumas,
ese ojo de animal,
es lo único que dices.

Tal salvaje de fuego,
esa semilla,
tómala por tu camino.

El mundo es feo,
y la gente es triste.


(Todos los poemas pertenecen al libro Harmonium)


ROBINSON JEFFERS


Nació en 1887. Su padre, profesor de Literatura Teológica, le enseño a leer griego a los cinco años. Se educó en Zurich, Leipzig, y Génova. Estudió Literatura en la Universidad del Sur de California, donde conoció a Una Call Kuster, quien llegaría a ser su esposa. En 1906, viajó a Suiza para hacer estudios profundizados en filología e historia romana. Tras casarse en 1913, Jeffers se instaló en Carmel, California, y en 1919 empezó a hacer construcciones artesanales. Entonces, salieron a la luz libros importantes como The Woman at Point Sur (1927); Cawdor and Other Poems (1928); Thurso's Landing (1932), Jeffers reveals, Solstice and Other Poems (1935). Curiosamente, la figura de Jeffers fue cuestionada por no tomar partido a favor de los mitos norteamericanos de la segunda guerra. Pese a este rechazo, aún vio la luz su libro The Double Ax (1948). Robinson Jeffers murió en 1962.


Roca y Halcón

Aquí hay un símbolo en que
muchas altas y trágicas ideas
miran sus propios ojos.

Esta roca gris, en altura erguida,
sobre el cabo donde el viento marino
no deja al árbol prosperar,

a prueba de mecidas, y marcada
por eras de tormenta: en su cima
un halcón se ha colgado.

Pienso, aquí está tu emblema
para colgar del cielo por venir
no la cruz, no la colmena,

sino este; deslumbrante poder,
o paz oscura; unido pensamiento
al final desinterés;

vida con muerte como en pausa;
los ojos fijos del halcón se ven
casados con la gruesa

mística de la piedra,
cuyo fracaso no puede echar abajo
ningún acaecer de digna forjadura.


(De Poemas Selectos)


Ave César

No amargura: nuestros ancestros lo hicieron.
Apenas eran ellos ignorantes y optimistas, quisieron libertad pero también fortuna.
Su prole aprenderá a velar por un César.
O más bien — pues no somos aquilinos romanos, sino colonos de un leve mestizaje —
por un tirano amable de la vieja Sicilia que acaso mantendrá
por fuera a la pobreza y por fuera a Cartago hasta que lleguen los Romanos.
Nosotros somos personas controlables, una gente gregaria,
llena de sentimientos, hábiles en mecánica, y amantes de los
placeres.


(De Poemas Selectos)


Aviso a los peregrinos

Que nuestros sentidos y mentes hacen trampa, es cierto,
mas son precarios honrados; cree en ellos un poco;
en los sentidos más que en la mente, y en tu mente más que en la de otro.
Sobre el piloto de la mente, la intuición,—
digo que si es atrapado desnudo y limpio, es el guardián de la certeza;
mas vestido con sueños, o sucio
con miedos y deseos, es el rey de los falsos.
El primer miedo es la muerte: no creas en inmortalistas. El primer deseo
es ser amado: no creas en los hijos de madre.
Finalmente digo, deja a los demagogos y a los salvadores del mundo balbucear sus vacuidades a los oídos huecos, caer en timo dos veces es ya demasiado.
Camina por delgadas riberas y elude a la gente; roca y ola son buenos profetas;
sabias las alas de la gaviota y placentero, su canto.

(De Poemas Selectos)


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