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31 oct 2006

ENSAYO
EL MOVIMIENTO TZÁNTZICO Y SU CLARA MILITANCIA POLITICA*


Por Alfonso Murriagui**

El 27 de agosto de 1962, firmado por Marco Muñoz, Alfonso Murriagui, Simón Corral, Teodoro Murillo, Euler Granda y Ulises Estrella, apareció el Primer Manifiesto Tzántzico. En un ambiente saturado por la beatería, inmerso en la "Sanfraciscana paz de los sepulcros", y en medio de las loas a los "ilustres intelectuales" pertenecientes a la aristocracia usufructuaria del poder, un grupo de jóvenes, la mayoría estudiantes de la Universidad Central, decide participar activamente en la vida cultural de Quito, especialmente en el campo de la creación poética, que venía siendo maltratada consetudinariamente por "poetitas" trasnochados, que no querían abandonar la poesía "lloriqueante, sensiblera y derrotista", que tanto éxito tenía en los círculos sociales del "romántico Quito" de los años cincuenta.
El Manifiesto no fue un exabrupto sino una constatación de la realidad cultural que vivía nuestro país a comienzos de los años 60; por eso en sus primeras líneas afirma: "Como llegando a los restos de un gran naufragio, llegamos a esto. Llegamos y vimos que, por el contrario, el barco recién se estaba construyendo y que la escoria que existía se debía tan solo a una falta de conciencia de los constructores. Llegamos y empezamos a pensar las razones por las que la Poesía se había desbandado, ya en femeninas divagaciones alrededor del amor, (que terminaban en pálidos barquitos de papel) ya en pilas de palabras insustanciales para llenar un suplemento dominical, ya en 'obritas' para obtener la sonrisa y el “cocktail” del Presidente"
Efectivamente, como lo afirma Agustín Cueva, en su libro “Entre la Ira y la Esperanza”, "los Tzántzicos aparecieron cuando en el Ecuador se había pasado de la literatura de la miseria a la miseria de la literatura y por eso su primera reacción fue la denuncia a los literatos y a la literatura, denuncia que, por supuesto, llevaba ya implícita la severa acusación social que luego formularían de manera directa."
Esa constatación del estado en que se encontraba el país en los campos del arte y la literatura, y las condiciones sociales en que se desenvolvía, conmovió a los jóvenes e irreverentes Tzántzicos e hizo que afirmaran: "Estaba claro. - no somos extraños como para contentarnos con enunciar que Quito tiene un rosario de mendigos ni que Guayaquil afronta el más grave problema de vivienda de la América, no. Decidimos hacer algo, ¿Por qué? Quizá porque nunca hemos tenido un estudio con paredes revestidas de corcho para evadirnos de esa miseria circundante al arte por el arte; o quizá porque lo tuvimos y a pesar de todo algo nos gritaba, algo nos llamaba en forma urgente: ¿Un llanto, una esperanza de redención, un fusil? Quien sabe"; y añaden: "No decimos que encima de estos restos nos alzaremos nosotros. No. Se alzará por primera vez una conciencia de pueblo, una conciencia nacida del vislumbrar magnífico del arte. Será el momento en el que el obrero llegue a la poesía, el instante en que todos sintamos una sangre roja y caliente en nuestras venas de indoamericanos con necesidad de saltar, de combatir y abrir una verídica brecha de esperanza"..... Y terminan: "El mundo hay que transformarlo. Nuestro paso sobre la tierra no será inútil mientras amanezcamos al otro lado de la podredumbre, con verdadera decisión de ser hombres aquí y ahora.
TzántzicosQuito, 27 - VIII - l962"
Por ser un hecho histórico que requiere ser fijado con precisión, es necesario aclarar que Ulises Estrella está confundido cuando en su libro Memoria Incandescente, página 10, afirma: “Una noche, cuatro poetas (Leandro Katz, Marco Muñoz, Simón Corral y yo) decidimos realizar la primera presentación pública en abril de l.962, en el Auditorio Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura, en el que bajo el título Cuatro Gritos en la Oscuridad, se leyó el Primer Manifiesto Tzántzico”, y narra a continuación el acto. Lo que no se dio cuenta Ulises es que, en su mismo libro, en la página 60, se publica un recorte de prensa del diario El Comercio de fecha 28 de Abril de l962, en el que se afirma, entre otras cosas: “En realidad se trababa de un recital de poemas de Leandro Katz, Simón Corral, Marco Muñoz y Ulises Estrella”.

Esa noche no se leyó el Manifiesto; lo escribimos meses más tarde y sin la presencia ya de Leandro Katz, y lo leímos Teodoro Murillo, Marco Muñoz, Ulises Estrella y Alfonso Murriagui el 27 de Agosto de l.962, a las 7 de la noche, en el Salón Máximo de la Facultad de Filosofía, acto en el que distribuimos el Manifiesto: un plegable de 8 x 10 centímetros, impreso en cartulina gris y con la figura de una tzantza en la portada. Más aún, Cuatro Gritos en la Oscuridad, no fue “la primera presentación pública del grupo”, como afirma Ulises, pues ese suceso se dio dos semanas antes, en el Salón Máximo de la Facultad de Filosofía, con la participación de Marco Muñoz y Leandro Katz. (Datos tomados de la Revista Pucuna No. 1, aparecida en Octubre de 1962).
Como queda demostrado, la lectura del Primer Manifiesto no fue la iniciación de la actividad cultural y política de los Tzántzicos, puesto que, después de los Cuatro Gritos en la Oscuridad, en mayo de 1962, Leandro Katz y Marco Muñoz leyeron poemas en la Asociación de Artistas Plásticos y en ese mismo mes se produjo el primer signo de persecución: un recital que debía realizarse en el Teatro Sucre, organizado por los estudiantes con motivo de las fiestas patronales del Colegio Montúfar, fue suspendido abruptamente por orden del Rector del Colegio, 30 minutos antes de su iniciación, aduciendo que los jóvenes participantes eran “comunistas”.Luego, en el mes de junio se realizó un recital en la Universidad de Guayaquil y, en julio, en Quito, para los Empleados Municipales. En Agosto se hizo un recital para los trabajadores de la Fábrica Textil "La Internacional" y el 27 de ese mes, en el Salón Máximo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central, como queda dicho, se dio lectura al Primer Manifiesto Tzántzico.
Las intenciones políticas y sociales de los Tzántzicos están claramente definidas desde sus primeras actividades: rechazan los cenáculos y los salones elegantes y van a las fábricas, a las universidades y colegios, a las agrupaciones de artistas y asociaciones de empleados. Su intención es llegar masivamente a los estratos populares, tanto que utilizan, por primera vez en Quito, la radiodifusión para hacer conocer sus planteamientos: por Radio Nacional del Ecuador difunden un programa denominado “Ojo del Pozo”, en el que, dos veces por semana, leen sus textos y sus poemas. Y es más, sus inquietudes derivan hacia la discusión de los problemas sociales, pues organizan y participan en debates importantes como la Mesa Redonda, realizados en Agosto de 1962, sobre el tema “Problemática y Relación del Artista con la Sociedad”, en la que participan los destacados pintores nacionales: Oswaldo Viteri, Mario Muller, Jaime Andrade, Jaime Valencia, Hugo Cifuentes y Elisa Aliz y actúa como moderador el Dr. Paul Engel; y el Debate realizado en septiembre del mismo año sobre “La Función de la Poesía y Responsabilidad del Poeta”, en la que el expositor fue Jorge Enrique Adoum y la discusión estuvo a cargo de Sergio Román, Manuel Zabala Ruiz, Ulises Estrella y Marco Muñoz.

* Fragmento de la ponencia presentada en el Encuentro de Talleres y Grupos Literarios del Ecuador “Alfonso Chávez Jara” realizado en abril del 2006 en la ciudad de Riobamba, con el auspicio de la CCE Chimborazo y los Talleres Literarios de la CCE “Benjamin Carrión”.

** Alfonso Murriagui. Quito, 1929. Miembro fundador del movimiento tzántzico. Fue durante muchos años periodista y profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Durante 25 años, ha dedicado su vida a la difusión del arte popular. Actualmente sigue trabajando en poesía, narrativa y dramaturgia; es miembro del Comité de Redacción del semanario Opción.